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Agua
MANEJO A NIVEL LOCAL

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La colección en_Foco del IDRC está dedicada a temas actuales y urgentes del desarrollo internacional sostenible. Cada publicación sintetiza la experiencia investigadora del IDRC con el fin de extraer lecciones, observaciones y recomendaciones importantes para quienes toman las decisiones y analizan las políticas. Cada una de ellas es el punto central de un sitio web del IDRC, que muestra con mayor profundidad cada tema, concebido con el fin de satisfacer las diferentes necesidades de información de los lectores del IDRC. En el sitio www.idrc.ca/in_focus se puede hallar una lista completa de los sitios web de En_foco. A través de www.idrc.ca/booktique se pueden revisar y comprar todos los libros de En_foco.

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Agua

MANEJO A NIVEL LOCAL

Por David B. Brooks

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Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo
PO Box 8500 Ottawa, ON, Canadá K1G 3H9 
www.idrc.ca/info@idrc.ca
ISBN 1-55250-146-2

Alfaomega Colombiana, S.A
Calle 106A No. 22-56, Bogotá, Colombia
E-mail: scliente@alfaomega.com.co
ISBN 958-682-538-8

Contenido

PrólogoMargaret Catley-Carlson

vii

Prefacio

xi

Parte 1. El tema
El manejo de la escasez de agua dulce constituye uno de los grandes imperativos para los gobiernos en casi todo el mundo; el manejo local es un componente indispensable.

1

Parte 2. Estrategias
La investigación de campo se efectuó desde tres puntos de vista diferentes para el manejo local del recurso hídrico: suministro de agua a pequeña escala; tratamiento y uso de las aguas servidas; manejo de las cuencas e irrigación.

9

Parte 3. Resultados: propuestas para dirección e investigación
Los resultados de la investigación se plasmaron en una serie de propuestas de importancia para las políticas dirigidas a quienes tienen poder decisorio y a los investigadores oficiales, las ONG, las comunidades y otros.

37

Parte 4. Recomendaciones
Valiéndose de los resultados presentados en la Parte 3, se adelantaron recomendaciones específicas para que se actúe de inmediato en las políticas y la investigación sobre el manejo local del agua.

59

Parte 5. Avances futuros
Se determinó la dirección en la cual se puede acelerar el progreso de la ciencia y la conducción del manejo local del agua.

67

Apéndice: Fuentes y recursos

73

El editor

77

Prólogo

En 1970, cuando se creó el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) para "iniciar, estimular, patrocinar y llevar a cabo investigaciones sobre los problemas de las regiones del mundo en desarrollo", fijó su atención y una parte de sus recursos financieros en la investigación de temas relacionados con el agua. El enfoque inicial en tecnologías del suministro–como bombas manuales económicas y de fácil manejo– evolucionó para cubrir el tratamiento de aguas y el control de calidad, y más recientemente se ha expandido para atender aspectos de conservación y manejo. En esta forma, el IDRC ha reconocido que la crisis del agua es, como lo refleja el resumen del informe de la World Water Vision, "una crisis en el manejo del agua, tan severa que miles de millones de personas –y el medio ambiente–la sufren enormemente". También reconoció que las organizaciones locales y las comunidades que tienen mayor participación son la clave para el manejo efectivo de los escasos recursos hídricos.

Este libro sintetiza la experiencia del IDRC en el manejo local del agua y presenta varias recomendaciones puntuales bien estructuradas para quienes toman las decisiones, los analistas de las políticas y los investigadores. A partir de la revisión del suministro de agua dulce y del manejo local del agua, explora ejemplos de trabajos de campo patrocinados por el IDRC en tres grandes categorías interconectadas: suministro de agua en pequeña escala, tratamiento y reutilización del agua servida y manejo de cuencas e irrigación. Con base en esta investigación, una serie de resultados de importancia en las políticas se convirtieron en propuestas dirigidas a quienes toman las decisiones, a los investigadores oficiales y a otros. En resumen:

Para quienes toman las decisiones:

Image La investigación del manejo hídrico puede generar consecuencias importantes para la política y las directrices.

Image Los encargados de las políticas cometen un error inmenso cuando, como lo hacen con frecuencia, no tienen en cuenta los grupos pequeños o las pequeñas soluciones.

Image La distribución de los costos y beneficios del manejo de los recursos hídricos escasos imponen decisiones difíciles. Tomar esas decisiones y ponerlas en ejecución requiere capacidad institucional.

Image La férrea ley del manejo del agua subterránea y del suministro de acuíferos es: asuma siempre lo peor.

Image El manejo local exitoso del agua requiere y merece la colaboración estrecha entre las comunidades y los gobiernos.

Para los investigadores:

Image Los datos firmes pagan buenos dividendos aunque los resultados sean desalentadores.

Image La participación y la instrucción locales aumentan las posibilidades de una investigación efectiva y exitosa.

Image La expansión puede generar buenas economías pero intensifica las desigualdades. Es necesario entender ambos efectos.

Image La expansión puede tener éxito donde las instituciones son capaces de distribuir las ganancias y los costos.

Image Los factores económicos y sociales son siempre importantes en el manejo local del agua. Algunas veces son de importancia primordial.

Provistos de estas consideraciones, se proseguirá con las siguientes recomendaciones para las políticas y la investigación:

Image Arriba, abajo o a los lados: la administración local del agua debe estar siempre basarse en un análisis económico tripartita.

Image Las políticas y la investigación deberían cambiar de enfoque y pasar de la ampliación de los suministros al manejo de la demanda.

Image Quienes diseñan las políticas deben comenzar por aceptar las costumbres y las normas culturales como un hecho, pero no como sacrosantas.

Image Cuídese de las generalizaciones, pero comparta puntualmente el conocimiento.

Image Para lograr un buen gobierno y una buena ciencia, evalúe de manera transparente, participativa y continua.

Finalmente, el libro señala algunas directrices para que en el futuro se progrese con mayor rapidez, tanto en la ciencia como en la conducción del manejo local del agua.

Aproximadamente una década antes de la formación, en 1997, del Consejo Mundial del Agua y de su visión, el IDRC ya había empezado a poner mayor énfasis en la investigación participativa y en la estrategia comunitaria para el desarrollo. Por tanto, es totalmente apropiado que este esfuerzo de poner la investigación sobre el agua en conocimiento de quienes diseñan las políticas y quienes toman las decisiones, tenga que ver con el manejo local del agua.

La devolución de la potestad de administrar el agua (no sólo la lectura de medidores o la reparación de escapes) no será fácil. Las fuerzas que mantienen el enfoque verticalista del manejo del agua están muy afianzadas y benefician a muchas elites del poder. Sin embargo, eso nunca va a suceder sin que se garantice que, bajo circunstancias apropiadas, el manejo por los pueblos, las comunidades, las organizaciones no gubernamentales y las asociaciones de usuarios sean la vía más apropiada no sólo de proporcionar el agua sino también de conservar su calidad y su cantidad. Si esta publicación consigue ampliar el reconocimiento de este postulado, habrá logrado su cometido.

Margaret Catley-Carlson
Enero de 2002

Margaret Catley-Carlson es la presidenta del Global Water Partnership, miembro de la World Water Commission y gerente del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá. Fue presidenta del Population Council, una organización de investigación sin ánimo de lucro, no gubernamental, establecida en 1952. Antes de unirse al Consejo fue viceministra del Ministerio de Salud de Canadá, presidenta de la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional y subdirectora ejecutiva (de operaciones) de la Unicef.

Prefacio

El manejo local y comunitario del agua parece ser una idea antigua que ha vuelto a tener vigencia. Durante muchos años el papel de la gente local ha sido, si no totalmente ignorado, al menos subestimado. No es que el mundo en desarrollo no haya visto el asunto del agua como un problema o no haya elaborado proyectos hídricos que intentaran aliviar la escasez. Todo lo contrario.

La escasez de agua dulce y potable ha sido muy evidente y abundan los proyectos de desarrollo. Los gobiernos nacionales junto con las agencias donantes y las instituciones financieras internacionales generan nuevos sistemas de suministro a todas las escalas, desde bombas de agua hasta embalses gigantescos. Hasta cierto punto estos arreglos técnicos han funcionado. Se ha llevado agua dulce a muchas casas y haciendas y se ha capacitado a instituciones formales e informales para enfrentar la escasez de agua. Estos no son logros pequeños y no deben desconocerse en el renovado entusiasmo por la descentralización y el manejo local.

A pesar de las ganancias, sin embargo, los proyectos hídricos de las primeras décadas del desarrollo, por mucho, se quedaron cortos ante sus expectativas. Se pueden citar muchas razones: la principal es que las soluciones técnicas para la escasez de agua fueron diseñadas para moldear los factores sociales y culturales en vez de haberlo hecho al contrario. Sólo en la última década se ha llegado a reconocer que, si se quiere tener éxito con los esfuerzos de mejorar la cantidad y la calidad del suministro de agua, no sólo deben ser técnicamente sólidos y económicamente factibles sino que deben estar también en relación directa con el alivio de la pobreza, el otorgamiento de poder a las localidades y la protección ecológica.

Como pionero en el patrocinio de la investigación para el desarrollo, el IDRC acertadamente se unió al resto de la comunidad en desarrollo destinando parte de su presupuesto a trabajar en el suministro de agua. Durante los primeros 20 años la mayor parte del trabajo fue técnico: mejorar la calidad de las bombas y la recolección de agua lluvia, por ejemplo. Gradualmente se fue incluyendo en el equipo de investigación a los habitantes de provincia o a los granjeros y se comenzó a considerar la opción de proporcionar seguridad al agua por medio de la comunidad. Hasta mediados de la década de 1990, el énfasis se puso claramente en los aspectos socioeconómicos y de comportamiento del suministro de agua. Hoy, el IDRC ha cambiado el enfoque de su trabajo hacia el manejo de la demanda y la devolución de la gestión del agua a niveles más bajos del gobierno y las comunidades.

Reconociendo que el IDRC no está solo en este cambio hacia una estrategia más institucional, uno de los propósitos de este libro es compartir los resultados de las investigaciones del IDRC con otros donantes y otras instituciones de investigación. Más aún, que las lecciones aprendidas en trabajos anteriores den la información y la guía a estos proyectos. Esta publicación hace exactamente eso, reúne todo lo que se aprendió en treinta años de investigación patrocinada por el IDRC con respecto al potencial y las limitaciones del manejo local del agua. Está dirigida principalmente a las personas que tienen en sus manos la toma de decisiones, a los patrocinadores y a las instituciones de investigación, las organizaciones no gubernamentales y comunales, las agencias gubernamentales y municipales.

En la preparación de este libro participó mucha gente. La fuente principal está en los profesionales del IDRC durante treinta años y en los investigadores asociados en Canadá y el resto del mundo en desarrollo. Las residentes Sarah Wolfe y Tilly Shames me ayudaron en la búsqueda y revisión del portafolio de aguas del IDRC y me ayudaron a recolectar los indicadores de mayor o menor éxito con la participación de la comunidad. Finalmente, John Hay, un escritor de Ottawa, se hizo cargo de la mayor parte de la redacción del texto original. Él y yo trabajamos juntos casi a diario, durante tres meses, en un intenso trabajo de redacción y revisión. Estoy muy agradecido con su contribución.

David B. Brooks
Enero de 2002

David B. Brooks es especialista en recursos naturales y trabaja con el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo en Ottawa, Canadá. El Dr. Brooks tiene conocimientos de geología y economía y fue director fundador de la Canada's Office of Energy Conservation; trabajó seis años con Friends of the Earth y luego cinco años como gerente de la firma Marbek Resource Consultants Ltd. Su principal interés de investigación está en las maneras de lograr un desarrollo más sostenible en la producción y el uso de minerales, energía y agua. Sus libros más recientes son Watershed: The Role of Fresh Water in the Israeli-Palestinian Conflict (Cuenca: el papel del agua dulce en el conflicto Israel-Palestina; IDRC, 1994), del que fue coautor; Management of Water Demand in Africa and the Middle East (Manejo de la demanda de agua en África y el Oriente Medio; IDRC, 1997), del que fue coeditor.

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Parte 1
El tema

La escasez de agua nos amenaza a todos; amenaza nuestro bienestar, arriesgando nuestros medios de subsistencia y en ocasiones poniendo en peligro nuestras vidas. En los países más prósperos la escasez de agua dificulta el crecimiento económico y disminuye la calidad de vida. En los países pobres –especialmente entre la gente de menores ingresos– la escasez de agua de buena calidad en cantidades adecuadas ya es una carencia mortal. Produce enfermedades, bloquea el desarrollo, profundiza las desigualdades en las oportunidades de ingresos y socava la supervivencia de sociedades enteras. En todas partes, el ambiente natural se pone en peligro por esta escasez y por los torpes intentos de sobreponerse a ella. El riesgo de conflictos se intensifica cuando la escasez de agua se presenta en los límites entre etnias o clases diferentes, en las fronteras internacionales o entre comunidades urbanas y rurales.

Es justo decir que la escasez de agua no es nueva para la condición humana. Ciertamente, la Biblia, el Corán y otras escrituras sagradas abundan en referencias al agua y a los conflictos causados por el agua. Pero la futura escasez es más importante que nunca y lo es para más gente. El crecimiento demográfico, la industrialización y la urbanización están agotando y contaminando los lagos, ríos y acuíferos en forma irreversible. Las nuevas tecnologías nos permiten extraer agua más rápidamente que la tasa de recarga del acuífero. Nunca antes había sido posible causar el catastrófico daño ambiental que ahora causa el hombre a nivel global. Con las fuerzas integradoras de la globalización, ahora todos estamos comprometidos en los problemas de los demás, sin importar las distancias. (Los algonquinos nunca necesitaron preocuparse por la sed de la antigua Asiria; ignorarla y ser indiferentes a las tribulaciones de los demás países no son opciones válidas en el mundo actual).

Estos son hechos comprobados. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) reportó en 2001 que la población mundial se triplicó en los últimos setenta años, mientras que el consumo de agua se sextuplicó. Dentro de los próximos 25 años, un tercio de la población mundial va a experimentar una severa escasez de agua. Hoy día, más de mil millones de personas carecen de acceso al agua potable de buena calidad; tres mil millones de personas (la mitad de la población mundial) carece de sistemas de alcantarillado básico. Más de 90% de todas las aguas servidas en los países en desarrollo retornan sin tratamiento alguno a la tierra y a las corrientes de agua. Para muchos millones de personas la escasez de agua dulce está definida tanto por la escasez y la mala calidad como por la cantidad insuficiente.

Tales estadísticas, muy alarmantes por cierto, subestiman el problema de la escasez. Toda, menos una pequeña fracción del agua dulce disponible, se necesita para la agricultura; gran parte del resto se deja in situ para transporte, pesca, generación de energía y muchos usos más (sin hablar del sostenimiento del medio ambiente). Por otra parte, las disparidades en la disponibilidad crean desigualdades dramáticas. China, por ejemplo, tiene 7% del total del agua dulce renovable existente en el mundo, pero tiene 22% de la población mundial. Canadá, con cerca de 0,5% de la población mundial, cuenta con 9% del agua dulce renovable del mundo. Más de la mitad del agua dulce disponible en el planeta está contenida en sólo diez países.

La escasez se está extendiendo (véase la figura 1). Habitualmente se define un país con escasez de agua aquel que cuenta con menos de 1.000 metros cúbicos disponibles por habitante por año, lo que no es suficiente para proporcionar adecuada alimentación o para respaldar el progreso económico, y es además una causa potencial de severos daños ambientales. Los países con 1.000 a 1.700 metros cúbicos de agua por persona por año se dice que tienen dificultades hídricas. Unfpa calcula que durante el año 2000, 508 millones de personas vivían en 31 países con dificultades hídricas o en países con escasez de agua; para el año 2025, es factible que esas cifras aumenten a 3.000 millones de personas en 48 países. El número de personas que sufren escasez de agua se va a duplicar en 25 años, y el total de personas que van a vivir con dificultades hídricas será para entonces seis veces mayor. Todo esto va a suceder, a pesar de que recientemente el consumo global de agua ha empezado a nivelarse y está creciendo ahora sólo a la misma tasa con que está aumentando la población global.

El manejo efectivo y justo de estas disparidades constituye uno de los grandes imperativos de gobernabilidad que hoy enfrentamos. Pero es un imperativo que se complica más aún por otros hechos de importancia. El agua es un recurso renovable, en el sentido en que el ciclo hidrológico global no tiene fin, por medio de la dinámica de la evaporación, condensación y escorrentía. De todas maneras, en la práctica, la cantidad de agua dulce disponible para uso humano es constante mientras que la demanda humana está creciendo continuamente. En algunas partes el suministro es insuficiente y está en declinación día a día.

Figura 1. Disponibilidad de agua dulce en el mundo
(Adaptado de Watersheds of the World, World Resources Institute, 1998).

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Un punto muy importante: el agua no tiene sustituto. Toda la biosfera sobrevive gracias al agua, y no menos que por el suministro constante de oxígeno. A diferencia de otros recursos escasos y en declinación, el agua no puede ser reemplazada por algún invento o el descubrimiento de alguna alternativa. Necesitamos el agua, nada puede reemplazarla.

Hechos como estos generan sus propias consecuencias; sacan a la luz algunos asuntos urgentes de manejo del agua. La escasez del agua, como la de cualquier otro recurso, genera los inevitables interrogantes: ¿Quién recibe y cuánto?, ¿A qué costo?, ¿A qué precio, si hay alguno? Pero hay otros interrogantes no tan obvios que también deben formularse: ¿Quién decide?, ¿Con qué procedimiento?, ¿Qué características de gobernabilidad tienen más posibilidad de producir decisiones gerenciales que sean justas, efectivas y sostenibles desde el punto de vista ambiental?

Estos y otros asuntos, tomados en conjunto, conforman la economía política de la escasez de agua. Ponen a prueba la capacidad colectiva –como las comunidades, los países y los participantes en el sistema internacional– para acomodar los intereses en competencia y para reconciliar los reclamos de los rivales. Las mejores respuestas incluyen, la mitad de las veces, la aplicación de buenas tecnologías; algunas de ellas están incluidas en la sabiduría tradicional, otras están inspiradas en las novedades de la ciencia y los nuevos puntos de vista. Inevitablemente, sólo en los procesos de buen gobierno se pueden resolver los asuntos de manejo justo, efectivo y a mbientalmente sensibles. En fin, para el manejo de la escasez de agua dulce se requiere el desarrollo de instituciones abiertas, informadas, participativas y responsables.

¿Por qué el manejo local del agua?

La sabiduría popular (además es una verdad) enseña que la escasez del agua típicamente rebasa los límites de las comunidades y de las fronteras políticas, representa en general problemas en común de continentes y países. En verdad, los límites entre muchos países están marcados por los cuerpos de agua. Cerca de 40% de la población mundial vive en cuencas fluviales compartidas por más de un país. Muchas comunidades (piénsese en Israel y Palestina) dependen del agua potable de los mismos acuíferos sobreutilizados. Por esto la escasez de agua, mal manejada, es con frecuencia un riesgo de conflicto. También por esto es tan importante que la gente encuentre los medios de manejar el agua que comparten más por cooperación que por confrontación armada. Resumiendo, un buen manejo del agua requiere tanto como exige la acción nacional, regional e internacional.

Pero, por sí mismas, las estrategias nacionales e internacionales no son suficientes. La experiencia en todo el mundo prueba que el manejo local es esencial para una explotación sostenible del escaso recurso hídrico. En primer lugar, el manejo del agua centralizado a gran escala ha llegado, en muchas regiones, tan lejos como es posible. En esas regiones ya no quedan ríos grandes para represar; los acuíferos se han explotado hasta su agotamiento; la vastedad de los riegos ha alcanzado su límite; la toma de decisiones se ha tornado remota y pesada. Los proyectos de ingeniería –productivos o no– son cada vez más costosos. Causan enormes daños al medio ambiente, a veces intolerables. Con frecuencia incitan a un temor y una resistencia justificados (como cuando se imponen los megaproyectos en territorios de pueblos indígenas). Aunque los conflictos internacionales por el agua son raros, las disputas domésticas o entre comunidades no lo son. Es posible que los países no vayan a la guerra por el agua, pero los gobiernos sí se caen por el inadecuado suministro de agua de buena calidad para sus ciudadanos.

El manejo de los recursos naturales por la comunidad –y específicamente la gestión del agua– debe desempeñar un papel crítico en las grandes estrategias para resolver los problemas de escasez. El manejo local del agua permite una descentralización democratizadora de las decisiones y las responsabilidades. Bien hecho, esto faculta a la gente (en particular a los pobres, de lo contrario en desventaja) para tomar parte en las decisiones que van a definir su futuro. Estimula además la integración del saber tradicional con la ciencia nueva para promover un manejo justo y eficiente del suministro. En esta forma, la degradación y la escasez del agua pueden transformarse en una suficiencia sostenible.

Esta es la teoría. ¿Funciona en la práctica?

Las páginas siguientes describen las lecciones aprendidas en treinta años de investigación aplicada, patrocinada por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá (IDRC) con asociados de todo el mundo en desarrollo. Este no es un tratado de hidrología ni un ensayo de recursos económicos. Pretende, en cambio, hacer un resumen compacto de los hallazgos relevantes, de aplicación inmediata en el diseño, ejecución y evaluación de las políticas locales del agua. También puede servir, en forma más modesta, como un llamado a la acción práctica.

La discusión nos mueve primero a un examen de las estrategias de investigación de campo en tres grandes categorías interconectadas: tecnología para el suministro de agua en pequeña escala; tratamiento y reutilización del agua servida; y manejo de los drenajes y del riego. Enseguida se exponen los resultados importantes para el diseño de las políticas, en una serie de propuestas dirigidas a quienes toman las decisiones y a los investigadores del gobierno y fuera de él. Provistos de estos resultados, se hacen algunas recomendaciones específicas para las políticas y la investigación. Finalmente, se describen algunas directrices para el futuro, donde se puede acelerar el progreso en la ciencia y en la conducta del manejo local del agua.

El lector detectará la recurrencia de dos temas en el transcurso de esta publicación. El primero es el valor perdurable del saber tradicional, tal como hombres y mujeres lo heredaron y practicaron por generaciones dentro de sus comunidades. El segundo concierne a la importancia capital del buen manejo de la investigación de los asuntos hídricos y de la aplicación oportuna de los resultados en las políticas y gestión del agua. El manejo y la investigación exitosos exigen estar alerta a las estructuras sociales, culturales y políticas de la comunidad, incluyendo particularmente la estructura de la autoridad. Estos dos temas en realidad convergen en un principio básico: la gente necesita participar en las decisiones que afectan sus vidas.

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Parte 2
Estrategias

Repetimos: la escasez de agua se presenta en el ámbito local, regional e incluso global. Sus efectos dañinos son más duraderos y dramáticos en las zonas áridas y semiáridas, donde la recolección del agua es una preocupación antigua e imperiosa para la vida. (En las cuencas áridas o semiáridas vive casi un sexto de la población mundial, constituyendo cerca de las tres cuartas partes de la población más pobre). Hoy día, sin embargo, la escasez está penetrando, en forma igualmente nociva, en comunidades que no estaban acostumbradas a luchar con la falta de agua, desde los altos y fríos valles de los Himalayas hasta las fangosas laderas de las ciudades tropicales. Esta es una escasez debida a la inadecuada pluviosidad, agotamiento y contaminación de las fuentes de agua dulce y la presión de la densidad de la población urbana, generalmente agravados por la negligencia y el desgobierno de los mandatarios.

Décadas de investigaciones han demostrado que algunas de las más fuertes respuestas a esta escasez han sido organizadas en el ámbito doméstico, de campos de cultivo, pueblos y vecindades de las ciudades. Con frecuencia sucede que la práctica tradicional muestra la forma más efectiva del manejo local del recurso hídrico, particularmente cuando se refuerzan con técnicas científicas. Casi siempre el manejo y la aplicación exitosa de la investigación están influenciados en la misma medida por factores sociales, económicos y políticos como por cualquier tecnología que se escoja. Si tiene buena información y suficiente autonomía, la gente usualmente demuestra que conserva en forma confiable sus propios recursos locales.

Lo que sigue, por tanto, es un corto estudio de las tres estrategias para el manejo local del agua, con énfasis en los hallazgos (y en los fracasos) más sobresalientes para mejorar las políticas y la práctica.

1. Suministro de agua en pequeña escala

Captores de niebla

Redes de polipropileno, largas y tenues, ondean en los bordes de los acantilados costeros, brillando con la humedad y transformando la niebla traída por el viento en el precioso líquido para los pueblos sedientos en las faldas del monte.

Los captores de niebla representan una idea simple e ingeniosa. Una redecilla fina se pone frente al viento húmedo de modo que el agua se condensa en los filamentos, se recolecta en vasijas y se conduce por tuberías hasta donde sea necesaria (véase la figura 2). De un solo golpe, las zonas áridas de las costas de Chile, Perú, Ecuador y otros muchos países en todo el mundo obtienen el agua tan deseada, a partir del aire.

Desarrollado por primera vez (con la financiación del IDRC y la Unesco) a mediados de la década de 1980, la colecta de niebla en realidad imita el trabajo de la naturaleza. Los árboles sirven de

Figura 2. La tecnología de atrapar la niebla es sólida. Pero, por muchas razones, en la práctica los captores de niebla no han tenido éxito.

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captores de niebla, un bosque que creciera en una región árida podría proporcionar más agua al suelo seco que la que le caería por lluvia y la tecnología ha comprobado ser válida. En la década de 1990 un grupo de captores de niebla en Chile estaba produciendo 11.000 litros de agua al día, agua suficiente para entregar 33 litros diarios por persona a la población de una localidad vecina (más del doble de la cantidad que estaban recibiendo transportada por camión). Resultados similares se han alcanzado en lugares tan diversos como México, Nepal, Sudáfrica y Omán.

Pero, a pesar de su refinamiento técnico, en la práctica los captores de niebla no han tenido éxito. He aquí algunas razones:

Primero: la investigación de seguimiento ha demostrado que la producción de agua de la niebla –aun en regiones áridas– puede ser más costosa que las alternativas disponibles. Los costos son muy sensibles a la distancia entre las redecillas (usualmente en cimas y laderas remotas) y los consumidores de la ciudad. En el caso del sitio piloto de Chile, se necesitaron seis kilómetros de tuberías de PVC.

Segundo: los captores de niebla son frágiles y requieren cuidados tanto físicos como sociales. Los rompimientos de las redecillas, los escapes en la tubería y el viento pueden destruir toda la estructura. El mantenimiento continuo exige una nueva clase de administración que debe ser organizada y sustentada por la comunidad local.

Tercero (posiblemente puede ser en parte una consecuencia), los captores de niebla son vistos por la comunidad como recursos hídricos de segunda clase, atractivos sólo hasta que el pueblo se conecte al acueducto o a otros sistemas "modernos" de suministro. Por otra parte, en Chile la mayor parte del agua de los captores de niebla se usa para la horticultura o silvicultura y no como agua potable. Esto se atribuye en parte a la preocupación de la gente por la contaminación de la atmósfera con minerales pesados derivados de la minería.

Los resultados de éstas y otras experiencias se evaluarán, con más detalle, en la siguiente parte de esta publicación. Aquí será suficiente sacar cuatro conclusiones acerca de los captores de niebla. La primera es que los captores de niebla pueden suministrar pequeñas cantidades de agua potable donde las alternativas son inaccesibles o de precios prohibitivos. La segunda conclusión es que no son un sustituto de los sistemas convencionales cuando estos sistemas están disponibles y son adecuados. Tercero, la innovación técnica no fue estudiada en estos casos poniendo atención igualmente cuidadosa a los asuntos de costos, tarifas y mantenimiento institucional. Cuarto –esta es clave porque es típica–, la investigación sobre la captura de niebla ha tomado ahora una dirección inesperada con utilidades potenciales mayores que lo que se imaginó para los proyectos originales. En lugares tan distintos como Suecia, Israel y Tanzania, los investigadores están experimentando con la recolección del rocío, tomando la humedad de los vientos nocturnos que soplan aun en los desiertos más secos.

Recolección de aguas lluvias de los techos

En los polvorientos pueblos del valle del Jordán, en las altiplanicies del este de África, en los arrozales del sureste asiático (y en las haciendas de los pioneros de Norteamérica), la recolección de aguas lluvias de los techos se ha practicado durante siglos. Es lo más común en las zonas áridas y semiáridas, pero familiar también en los climas de monzones, de aguaceros estacionales y en islas donde el agua dulce nunca es suficiente. Dependiendo de los materiales y las costumbres locales, los techos pueden ser inclinados o planos, sólidos o de paja, pero las variaciones reales –y los retos para la investigación– aparecen cuando se encara el problema del transporte y el almacenamiento del agua recogida. Es aquí donde aparecen los problemas técnicos difíciles con el agua de lluvia, mantener limpia el agua y la ingeniería de un almacenamiento económico y efectivo (véase la figura 3).

La investigación en Oriente Medio, África y Asia ha demostrado que el diseño de sistemas de almacenamiento para mantener

Figura 3. La recolección de agua lluvia de los techos es una tecnología madura y comprobada. Su aplicación requiere poco más que energía comunitaria y deseo de organizarla.

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segura y saludable el agua son muy difíciles incluso donde la recolección de agua lluvia de los techos es una antigua tradición. Como mínimo debe permitirse que el agua lluvia limpie primero los techos. Por obvias razones se necesita mantener alejados a los pájaros. Luego el agua recolectada debe guardarse en recipientes cerrados o en cisternas impermeables; si se va a usar para el consumo humano o para lavar, el método de tomar el agua de las cisternas de almacenamiento también debe ser higiénico. Finalmente, las cisternas o recipientes deben mantenerse alejados de los contaminantes.

Aun así, estos proyectos confirman el enorme potencial de la recolección de agua de los techos. En la ciudad de Gaza –con sólo 400 milímetros de lluvia por año– un sistema de recolección de agua diseñado apropiadamente puede proporcionar suficiente agua limpia para satisfacer, en forma indefinida, las necesidades de agua potable, agua para la cocina y el aseo de una familia de seis personas.

Los impedimentos para desplegar más productiva y extensamente el uso del agua lluvia de los techos son en parte económicos y en parte organizacionales. La difusión de los métodos (y el entusiasmo) no ocurrirá en las comunidades si no se demuestra prácticamente la efectividad y la durabilidad. Los diseños teóricos deben adaptarse a las circunstancias y expectativas locales. En la mayoría de los casos es necesario el entrenamiento de la comunidad en construcción y mantenimiento (con frecuencia con la participación de los maestros de escuela locales), todo lo cual necesita una organización continuada para lograrlo.

Nos queda el asunto de los costos, especialmente de los tanques de almacenamiento. En Palestina, como en otras partes, se ha encontrado que lo mejor para la durabilidad y el mantenimiento limpio es el ferro concreto. Pero el costo instalado de 200 dólares por familia es más de lo que muchas familias pueden pagar. Se presentan dos respuestas políticas:

1. Se pueden concebir precios y formas alternativas de pago, incluso un modesto subsidio justificable como un valioso beneficio social.

2. Se pueden construir cisternas de almacenaje para el beneficio de muchas familias o para zonas de la ciudad, rebajando los costos unitarios con la economía de escala, pero asegurándose de tener un sistema equitativo de distribución.

Todas estas innovaciones en demostración, entrenamiento, financiación, mantenimiento y repartición del agua almacenada, exigen la generación de una administración institucional. Afortunadamente, las investigaciones muestran que la construcción y el mantenimiento, están fácilmente en general dentro de las capacidades de la gente; con frecuencia las mujeres son las que primero aprenden a proteger la calidad y salubridad del agua. Casi en todos los proyectos las organizaciones no gubernamentales (ONG) toman parte activa en el diseño, construcción y entrenamiento de la gente.

Esta es una tecnología madura y ampliamente probada. Su aplicación requiere un poco más que la energía de la comunidad y la voluntad de organizarse. Esta necesaria participación de la comunidad es otro punto que debe abordarse de nuevo en la siguiente parte.

Recolección de agua en el campo

La recolección y conducción de las escasas aguas de lluvia –para los jardines domésticos, bebida del ganado y aun para uso humano– ha ocupado a la humanidad por miles de años. La recolección del agua en el campo se ve más obvia en las zonas semiáridas, donde las pérdidas por evapotranspiración pueden ser cuatro o cinco veces mayores que la lluvia. Como regla general, este sistema funciona mejor donde no hay suficientes lluvias para sostener la agricultura sin intervención pero sí hay suficiente al menos para producir cosechas ocasionalmente.

Se han desarrollado muchas y variadas tecnologías a través de los siglos, desde simples diques, zanjas y tambres hasta los sistemas sofisticados de túneles de Siria, los "qanats" construidos para llevar agua a grandes distancias desde las fuentes en las montañas hasta las haciendas y las ciudades. Palmyra, metrópolis siria de la época de los romanos, existió, como otras muchas ciudades de la región, gracias a su enorme capacidad de recolectar, transportar y almacenar agua dulce.

Con mucha frecuencia y por diversas causas, los métodos tradicionales de recolección de agua han caído en desuso o ya no satisfacen la nueva y creciente demanda. La investigación financiada por el IDRC se ha enfocado en dos objetivos. El propósito de algunos proyectos ha sido descubrir la forma en que unas técnicas de recolección de agua, más o menos convencionales, se pueden aplicar en lugares no convencionales o en comunidades no familiarizadas. En otros proyectos el objetivo ha sido mejorar los métodos viejos para cubrir áreas mucho más grandes, con tecnologías nuevas como la cartografía satelital, modelos mate-máticos complejos para el análisis de pendientes y de suelos, la selección de los cultivos y el seguimiento de las lluvias.

Muchos de estos proyectos (en Kenya, Jordania, Yemen y Siria) se pueden considerar exitosos (véase el recuadro 1). Algunos han demostrado que las estrategias antiguas de recolección de agua, con los métodos nuevos, pueden hacerse funcionar a escalas medidas en cientos de hectáreas. Otros demostraron cómo la estrategia integrada a la tierra y al manejo del agua puede optimizar los usos del agua y proteger los suelos.

Lo que estos proyectos muestran también es que los resultados prometedores de las investigaciones rara vez se traducen en una aceptación fácil por los granjeros y dueños de las tierras. Los resultados indican que los métodos más limitados y menos complicados tienen más posibilidades de ser aceptados y puestos en práctica por largo tiempo que los diseños de manejo integrado del recurso.

Recuadro 1. La restauración de las tradiciones para conservar los recursos

En las montañas rocosas de Yemen se desarrolló hace varios siglos un intrincado sistema de terrazas hechas a mano, para una agricultura irrigada con aguas de lluvia. Estas terrazas conservaban los suelos fértiles y los protegían de la erosión, si bien es cierto que a costa de un trabajo brutalmente duro. Pero durante los últimos treinta años, muchas de esas terrazas han colapsado debido a la falta de mantenimiento y el desuso, y han perdido su fertilidad a medida que se acelera la erosión.

En colaboración con el International Center for Agricultural Research in Dry Areas, los investigadores del IDRC intentarán descubrir las causas de esta degradación, con el propósito de diseñar políticas que puedan restablecer la agricultura, mejorar la seguridad de los alimentos y aumentar los ingresos de la sociedad rural. Como es usual en este tipo de investigaciones, las causas resultaron ser variadas y complejas.

El trabajo en las terrazas protectoras de agua disminuyó en parte porque los hombres de estas comunidades fueron atraídos por los mejores sueldos del trabajo en la ciudad. Pero los investigadores descubrieron también otras razones: falta de claridad en la distribución de las obligaciones entre los dueños y los arrendatarios para el mantenimiento de los campos y la distribución de los costos y la falta de acceso al crédito para que los agricultores inviertan en su propia gestión del agua.

La experimentación encontró nuevas formas de reconstruir y reforzar las terrazas antiguas, con menos mano de obra y con costos aceptables. Pero durante el desarrollo del proyecto se agregó un descubrimiento inesperado: cuando disminuyeron las fuentes de trabajo en la ciudad, los granjeros que volvieron estaban ansiosos por ensayar nuevos cultivos y métodos aun mientras reactivaban los antiguos. La conservación del agua del campo hizo que la producción de alimentos fuera de repente más lucrativa.

En resumen, reactivar las estrategias del manejo tradicional del agua puede requerir inventiva técnica y política. Pero la recompensa puede ser significativa y también sorprendente.

Por ejemplo, en las estepas de Siria muchos años de investigación sobre el desarrollo del recurso integrado generó valiosos datos sobre el control de la erosión y el diseño de diques para lograr mejoras sustanciales en los cultivos y la reforestación. Pero también demostró que la alteración de la tierra para mejor recolección de aguas requiere una inversión significativa, que sólo puede llevarse a cabo si las empresas tanto públicas como privadas tienen acceso al crédito. Aun así, el precio recibido por las cosechas cultivadas con esta agua debe ser suficientemente alto para cubrir los costos. Esto implica tanto una especialización en cultivos de mayor valor en el mercado y rebaños más grandes, como subsidios para sufragar parte de los costos y reflejar así el valor de la creación de empleo rural y de la protección del entorno de la estepa.

Esta es la clase de análisis socioeconómico que surge como punto central de las iniciativas de producción en el manejo del agua. En el caso de Siria, la promoción de cultivos de alto valor en el mercado y grandes rebaños beneficia principalmente a los que ya están bien; subsidiar las ganancias sociales y ambientales, por otra parte, encaminaría la mayor parte de los beneficios hacia las familias más pobres.

Recarga y protección de los acuíferos

Estrictamente hablando, "acuíferos" son estratos geológicos que contienen agua, sea en arenas, gravas o fluyendo a través de los poros y fracturas de las capas subterráneas. (Acuífero en latín significa "contenedor de agua".) En el lenguaje común, acuífero también se refiere a la valiosa agua en sí –cuerpos de agua subterráneos, aún no completamente comprendidos, que fluyen lentamente a través del substrato y de los estratos profundos del subsuelo. Exténdiendose en algunos casos a través de miles de kilómetros cuadrados, separados por cientos de kilómetros de distancia desde las zonas lluviosas hasta los manaderos y fuentes donde emergen a la superficie, los acuíferos son fuentes muy importantes de agua, y están amenazados casi en todas partes por la contaminación y el mal uso.

Desde el Sahel hasta Latinoamérica o hasta Indonesia, los acuíferos sufren los efectos del mal manejo (o carencia total de manejo). En muchas regiones el suministro de agua dulce de los acuíferos ha declinado catastróficamente; algunos se han agotado completamente, al menos en la estación seca. También se ha degradado la calidad de los acuíferos tanto por la salinización que con frecuencia sigue a la reducción de la presión por el excesivo bombeo, como por la filtración de fertilizantes, desechos químicos y otros contaminantes.

La degradación de los acuíferos se considera una genuina crisis en muchas partes del mundo, especialmente en zonas urbanas de Latinoamérica donde muchas ciudades dependen inevitablemente de estas fuentes. (El nivel freático de Ciudad de México ha descendido veinte metros en cincuenta años). Como resultado, el IDRC ha estimulado la investigación de la protección de los acuíferos conocidos y el desarrollo de otros nuevos. En la Universidad de Costa Rica, por ejemplo, el IDRC patrocinó un programa de maestría en hidrología y recursos hídricos, Master's Program in Water Resources Management and Hydrogeology, fomentando nuevos estudios de protección y recarga de acuíferos locales y urbanos (véase el recuadro 2).

Mientras tanto, en Oriente Medio, investigadores de Israel y Palestina financiados por el IDRC han trabajado en equipo para diseñar el manejo conjunto del "Acuífero del Monte" que comparten. A pesar de que el área de recarga del Acuífero del Monte está casi totalmente en el Banco Oeste, la mayor parte del área de acumulación y los manaderos están concentrados en Israel. Puesto que este acuífero fluye muy rápido, debe hacerse un gran esfuerzo para prevenir que la contaminación se extienda con la misma rapidez. Así pues, los investigadores se vieron obligados a efectuar primero un estudio de las características hidrológicas básicas del acuífero. Desde entonces desarrollaron modelos de producción conjunta sostenible, promoviéndola entre quienes diseñan las políticas en ambas comunidades para su implementación. (En estos países pequeños, tan dependientes de

Recuadro 2. Generación de habilidades para el manejo de acuíferos

Fue una presentación enérgica, y potencialmente representa millones de dólares para la gente oprimida de Nicaragua. Más que eso, comprobó que los países en desarrollo pueden generar su propia capacidad para un mejor manejo local del agua.

En 1997 los funcionarios nicaragüenses concluyeron que los acuíferos ubicados justo debajo de la ciudad estaban a punto de agotarse. (Managua no en la única en está situación. La mayoría de las ciudades centroamericanas enfrentan una declinación de los niveles feáticos). Aparentemente la única alternativa, expuesta en el plan de aguas de Managua, es buscar y desarrollar nuevas fuentes de agua lejos de los límites de la ciudad.

Pero los habitantes de Managua se salvaron de pagar el costo de abandonar sus acuíferos, gracias al convincente y meticuloso análisis presentado por un miembro del Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales de Nicaragua. Él explicó cómo el acuífero de Managua, después de 70 años de producción, todavía tenía suficiente agua si se manejaba apropiadamente y se protegía contra la contaminación.

El autor de este análisis fue uno de los primeros graduados del programa de posgrado en hidrogeología y recursos hídricos, Master's Program in Water Resources Management and Hydrogeology, de la Universidad de Costa Rica. Lanzado en 1993 con el patrocinio del IDRC y con la colaboración de investigadores canadienses, el programa admite estudiantes de las siete repúblicas centroamericanas con el propósito de ayudarlos a alcanzar mayores conocimientos acerca del manejo de aguas. La mayoría de las primeras tesis abordaron problemas de agotamiento y degradación de los acuíferos.

El crecimiento de la población y la industrialización han puesto en grave peligro el suministro de agua dulce que requieren las ciudades latinoamericanas. Las soluciones aparecerán sólo con investigaciones serias y manejo local oportuno de estas fuentes en peligro.

los limitados recursos hídricos, las relaciones entre los investigadores y quienes diseñan las políticas es muy estrecha; en algunos casos es la misma persona).

Todas las simulaciones que se exponen aquí muestran la abrumadora ventaja del manejo conjunto de los problemas de agua sobre la producción en competencia y por separado.

Las tecnologías escogidas difieren según los casos, pero, en general, las estrategias que se acometen siguen dos caminos: protección y recarga. La protección significa el control de las tasas de bombeo a niveles que no sobrepasen las tasas de recarga y la defensa de los acuíferos mismos contra la contaminación. La recarga puede consistir en cosas tan simples como cavar zanjas o pozos para recoger el agua de la estación de lluvias de manera que se acelere la recarga del acuífero. Otras tácticas de recarga más complicadas comprenden la inyección de grandes cantidades de agua por medio de pozos profundos, en capas permeables, para extraerla más tarde. No es necesario agregar que en cualquiera de los casos es imperioso obtener la información básica y precisa de la hidrogeología local y regional antes de emprender un programa de inversiones en ingeniería remedial.

Los resultados de esta investigación fueron reveladores, tanto los éxitos como los fracasos. En general, cada caso proporcionó análisis científicos de las condiciones de los acuíferos, junto con los modelos para manejarlos mejor. En Latinoamérica, como ejemplo típico, la investigación demostró que la sobreproducción y la contaminación están amenazando el suministro de agua en las ciudades. La investigación ha demostrado también que los programas vigorosos de protección y recarga pueden salvar a esas poblaciones, en constante crecimiento, de una inminente y peligrosa escasez; las zonas de fractura en algunas rocas ígneas duras cerca de las ciudades pueden acumular agua suficiente para todos los usos urbanos siempre y cuando el bombeo se maneje cuidadosamente.

Por otro lado, los intentos de poner en práctica todo este conocimiento han sido mucho menos exitosos. Nuevamente, los asuntos socioeconómicos, tan escasamente tratados, parecen imponerse sobre los asuntos técnicos ya resueltos. Por ejemplo, en vez de recomendar la forma de mitigar los daños producidos por la sobreproducción habría sido mejor que algunos proyectos investigaran las razones ocultas de ésta. Estas razones podrían incluir nada menos que la economía política de distribuir agua a precios muy por debajo del costo de extracción y entrega. Además, rara vez resulta obvia la forma en que determinadas estrategias para la protección y recarga del acuífero ayudan específicamente a la gente pobre, los verdaderos beneficiarios, en la etapa de diseño, de la mayoría de estos proyectos. Por último, debe decirse que algunos de los casos en que no se puso énfasis en cuestiones socioeconómicas y de equidad (como sí ocurrió), usualmente no se originaron en los países en desarrollo sino en el IDRC y con investigadores canadienses. Por esto se intensificó recientemente la concentración en los factores económicos, políticos y sociales –como se hace evidente en el programa de la Universidad de Costa Rica, lo que representa un correctivo muy apreciado. Lo que todavía nos preocupa (otro tema para la parte siguiente) es por qué quienes toman las decisiones parecen reacios a reaccionar ante los problemas como el agotamiento de los acuíferos, hasta que el problema llega a un punto de no retorno.

2. Tratamiento y reutilización de las aguas servidas

Una respuesta más bien obvia y muy antigua a la escasez de agua es reciclar el agua sucia después de usada. Esto quiere decir reutilizar "aguas grises" tratadas después del aseo personal, lavado de ropas y cocina, que puede incluso extenderse, con mucho más cuidado, al uso de las "aguas negras" de los excusados. En algunos sitios el tratamiento de las aguas servidas goza del apoyo de la tradición. En otras partes se ha convertido en una imperiosa necesidad, aunque algunas veces con reticencia.

Las estrategias convencionales para deshacerse de las aguas servidas en los países en desarrollo han tomado dos formas: copiar los sistemas con uso intensivo de capital usados en los países industrializados o las variantes primitivas de cloacas abiertas y pozos sépticos. Ninguna de ellas es satisfactoria. Los sistemas con uso intensivo importan tecnologías que son típicamente inapropiadas. Son muy costosas y rara vez benefician a alguien que esté por fuera de los barrios privilegiados de las ciudades principales. Los pozos y las cloacas abiertas, aunque económicos, se desintegran sin un mantenimiento cuidadoso, convirtiéndose en fuentes pestilentes de enfermedades y criaderos de ratas e insectos.

Peor aún, ninguna de estas estrategias comienza donde debiera: con la necesidad de darle uso dos o tres veces al agua reciclada. Por ejemplo, la gente del Oriente Medio reconoce ahora que los sistemas de reciclar agua una sola vez ya no son sostenibles. Hoy día muchos países, cuyas fuentes de agua dulce se están agotando, obtienen gran parte del agua para la agricultura a partir de aguas servidas recicladas y tratadas. Pero no es económico rehabilitar el agua con las condiciones necesarias para la agricultura, y sobre todo si se trata de aguas dedicadas a la agricultura de alimentos.

Por tanto, es comprensible que se estén llevando a cabo intensas investigaciones para encontrar sistemas de reciclaje de aguas servidas con el propósito de implementarlos en países, pueblos y vecindades de bajos ingresos. El objetivo es siempre satisfacer las necesidades de la salud pública y la nutrición humana sin imponer aún más presión sobre las ya sobreutilizadas fuentes de agua dulce. Las técnicas ensayadas son innovadoras y variadas.

Por ejemplo, una investigación auspiciada por el IDRC en Senegal estudió la factibilidad técnica y socioeconómica de explotar plantas acuáticas como la lechuga de agua, para convertir las aguas domésticas servidas en agua apropiada para la irrigación de huertas pequeñas; una investigación similar en Palestina estudió los efectos purificadores de la lenteja de agua. Un proyecto en Egipto ensayó la producción de agua potable sometiendo las aguas servidas a una lenta filtración en arena y a estanques de sedimentación, junto con sistemas económicos de pozos sépticos y de tubos presurizados de diámetro reducido. En contraste, en Camboya se instaló un pantano de alta ingeniería para Battambang (la segunda ciudad, en tamaño, del país) con monitoreo para la efectividad y productividad. Es un sistema modelo, de suficiente tamaño para reciclar las aguas servidas de una ciudad pequeña.

¿Y los resultados?

Se comprobó que el éxito de estos proyectos estuvo decisivamente influenciado por las circunstancias y experiencias locales. En Senegal, la lechuga de agua prosperó en una comunidad donde la cosecha del nuevo vegetal se comercializó con utilidades, pero no prosperó en otra. (Como ocurre frecuentemente, los resultados técnicos están mucho mejor documentados y mejor explicados que los factores económicos y sociales. Si parece como una reprimenda a los investigadores, también les proporciona la oportunidad de refinar su campo de estudio para que sea más receptivo a las necesidades de los grupos locales, por una parte, y de los responsables de las políticas, por otra). Como regla general, el reciclaje del agua para irrigación en lagunas o en pozos de oxidación es seguro cuando se hace apropiadamente. Los proyectos en Senegal y Perú, para nombrar sólo dos, no tuvieron ningún riesgo significativo para la salud. Hasta ahora, tampoco se ha podido determinar ningún daño en el medio ambiente, aunque falta por determinar los efectos a largo plazo. Allí donde se hicieron mediciones, se determinó que los riesgos de consumir los alimentos producidos con aguas servidas recicladas son insignificantes. Sin embargo, por los riesgos de utilizar aguas negras, se juzgó prudente el tratamiento únicamente de aguas grises en los sistemas diseñados para pueblos aislados, viviendas individuales o pequeños vecindarios donde no se puede garantizar un mantenimiento sofisticado. Las aguas negras se usan sólo para alimentar sistemas de gran escala. (Vale mencionar aquí que los estudios de eruditos concluyeron que no existe ninguna prohibición general en la ley islámica en contra del uso del agua reciclada, siempre que los desechos sean tratados con anterioridad. En Arabia Saudita se usan con éxito las aguas servidas recicladas).

El mantenimiento operacional tanto como el diseño original son determinantes en el éxito del sistema. Se encontró que los pantanos de Camboya y los sistemas de lenteja de agua de Palestina exigen un mantenimiento intensivo. Por otro lado, los sistemas de aguas grises funcionan relativamente sin problemas y son de fácil manejo con un entrenamiento mínimo.

En cuanto al estudio económico de estos esquemas, la conclusión general es que aunque los sistemas de alta ingeniería se justifican en un cálculo social de costo-beneficio (donde se tienen en cuenta la salud, productividad y otros factores), lo más seguro es que no se pueda cubrir su costo con las utilidades de los ingresos programados. La venta del agua tratada que se produce, puede cubrir los gastos operacionales, pero no los costos de capital. Este sistema también ocupa una considerable cantidad de área urbana, que es costosa. Por otra parte, para sistemas domésticos o de pueblos pequeños, los ingresos provenientes de la producción hortense adicional, son por lo general suficiente estímulo para que la sociedad local participe; los sistemas de aguas grises generan suficientes ingresos para pagar tanto los costos operacionales como los de instalación. Los sistemas de reciclaje también generan ahorro disminuyendo la frecuencia y el costo del bombeo de los pozos sépticos; en algunos casos son suficientes para pagar todos los costos del reciclaje, aun antes de tener en cuenta los ingresos de las huertas.

La respuesta local a la introducción del tratamiento de aguas servidas ha sido ampliamente positiva. Como resultado, la capacidad de construcción es benéfica en dos aspectos. Primero, estos proyectos usualmente pequeños, suscitan intrínsecamente la participación de la localidad en su construcción, uso, entrenamiento y manejo. Segundo, puesto que las autoridades locales y las ONG son ordinariamente ejecutores del proyecto, ganan experiencia no sólo en el manejo de los sistemas sino también en los métodos de investigación, operaciones, salud pública y análisis financiero.

En muchos países se ha observado que en el centro de estas actividades hay un fuerte y bien recibido componente de género. Especialmente en África Occidental y en Oriente Medio, las mujeres locales han asumido el papel de liderazgo en las finanzas, operación y manejo tanto de las plantas como de las huertas asociadas a ellas. Este hecho refleja la carga desproporcionada, de buscar y transportar el agua, que llevan las mujeres en algunas sociedades.

Sin embargo, la participación local es una condición necesaria, pero no suficiente, para el éxito duradero de los programas de reciclaje de las aguas servidas. Una investigación de seguimiento muestra que si los proyectos son más grandes que el tamaño doméstico y han de funcionar efectivamente por largo tiempo, necesitan el soporte continuo del gobierno. (Lamentable, aunque predecible, la planta de gran tamaño en Camboya dejó de funcionar cuando terminó la financiación del IDRC). La necesidad de la participación del gobierno es este caso es económica e institucional y no técnica; cuanto más grande y costosa sea la instalación, más importante será la colaboración del gobierno. Por un lado, los sistemas grandes requieren organización y sistemas para el presupuesto de los costos y las entradas. Por otro, puede ser necesaria la persuasión (o quizá la exigencia) para obtener la colaboración de aquellos que estaban acostumbrados a eliminar sus aguas servidas gratuitamente –sea en sus propios campos o en cloacas insalubres. Finalmente, se puede pedir a los gobiernos que modifiquen los códigos de construcción o los reglamentos del uso de la tierra (especialmente en el alrededor de las ciudades) para permitir y estimular el reciclaje de las aguas servidas. Pero cuando todos estos atributos estén en operación, el tratamiento y uso de las aguas servidas recicladas contribuirá notablemente a superar problemas de escasez de agua.

3. Manejo de cuencas e irrigación

Es sorprendente que se requiera 100 veces más cantidad de agua para cultivar nuestros alimentos que para proporcionarnos agua potable. En todo el mundo, la irrigación utiliza dos terceras partes de toda el agua dulce usada por los humanos. Las tierras irrigadas producen 40% de todos los alimentos que consumimos. Por tanto, la irrigación es vital para nuestra subsistencia.

Estos hechos por sí mismos son suficiente razón para un manejo cuidadoso del agua de irrigación, sea que se obtenga de la superficie o del subsuelo por bombeo. Pero existen otras razones importantes para que la irrigación –y en general, el manejo de las cuencas– requieran un manejo local apto y más innovador. En primer lugar, el área irrigada por persona ha disminuido. No sólo el crecimiento de la población ha limitado la expansión de la irrigación, sino que considerables áreas de cultivo han dejado de ser irrigadas debido a la contaminación y la salinidad o por haber quedado englobadas en el área urbana. Segundo, grandes cantidades de la costosa agua de irrigación se desperdicia. En los países en desarrollo, hasta 75% del agua desviada o bombeada para irrigación se pierde por evaporación, filtración, fugas o simplemente por mal manejo. Tercero, la mayoría de las aguas que fluyen por los sistemas de riego, tienen usos múltiples. Un canal de irrigación, por ejemplo, puede usarse también para la piscicultura o para proporcionar agua a los animales, para el lavado de ropa, para deshacerse de desperdicios y algunas veces, aunque no sea aconsejable, como agua potable. El cuidado del agua de irrigación para estos otros usos contribuye a la productividad y a la salud pública.

Mejorar el manejo de las cuencas y la irrigación plantea algunos problemas difíciles de equidad y eficiencia, junto con los problemas técnicos en hidrología y agronomía. Los sistemas grandes de irrigación y el costoso bombeo de acuíferos y aguas subterráneas, usualmente requieren grandes inversiones de dinero, que tienden a favorecer a aquellos que lo tienen para invertir. Los granjeros pobres de comunidades remotas y las minorías indígenas pueden encarar obstáculos particulares para hacer valer su voto en las decisiones sobre el manejo y también para participar en los beneficios. Algunos de estos temas surgen en las investigaciones reportadas aquí, que exploran el manejo local del agua de superficie, la de subsuelo y del llamado uso "conjunto" del agua de superficie y de subsuelo como una unidad.

Otros asuntos requieren investigación a niveles más amplios. Cabe señalar que se pueden hacer sustanciales ganancias en el uso eficiente del agua para los cultivos en la agricultura alimentada por lluvias y se puede lograr aún mucha más eficiencia en el uso del agua en la agricultura por riego. Las acciones en estas áreas no sólo reducen las necesidades adicionales de agua para el cultivo de alimentos sino que incrementan el campo para el manejo local.

Manejo del agua superficial

Las investigaciones patrocinadas por el IDRC sobre el agua superficial se concentran, como es comprensible, en las regiones áridas y semiáridas, donde el agua es un factor limitante del desarrollo y donde la mejora en las condiciones de vida dependen críticamente de alcanzar eficiencia en la irrigación. En muchas de esas áreas, el agua tiene múltiples usos satisfaciendo una cantidad de necesidades domésticas y agrícolas. Los proyectos, por tanto, se encaminan al manejo en conjunto del suelo y del agua; y muchos han hecho un examen de los microentornos sobre cómo se las arregla una familia individual para subsistir con la permanente escasez de agua.

Algunas de las investigaciones más sobresalientes en este campo se llevaron a cabo en Egipto. En un proyecto los investigadores evaluaron el potencial para mejorar la eficiencia en la irrigación usando las ventajas que ofrece el conocimiento local (véase el recuadro 3). Otro proyecto, llevado a cabo en el implacable desierto de la costa noroeste de Egipto, se enfocó a mejorar la vida de los beduinos locales aumentando la producción agrícola

Recuadro 3. Cómo mejorar la irrigación en el desierto

En Egipto, donde la lluvia anual no sobrepasa el nivel de 3 milímetros y las poblaciones están incrementándose, hay una urgencia de vida o muerte para mejorar la irrigación para la producción de alimentos. La pérdida del agua de irrigación no es sólo desperdicio. Puede arruinar la tierra por salinización, anegamiento y contaminación. Lo que significa gastar las preciosas divisas para importar comida.

Con la financiación del IDRC, los investigadores universitarios en El Cairo buscaron incrementar la eficiencia de la irrigación estudiando las operaciones de los agricultores en sus campos. Los investigadores confirmaron que la agricultura en el área de estudio, al oeste del Nilo, ha excedido el potencial sostenible del agua subterránea local. La buena noticia fue que con la forma de irrigación apropiada podía disminuirse el ritmo de perforación de pozos y permitirse la recarga de los acuíferos.

Los investigadores encontraron también que las prácticas de irrigación estaban fuertemente influenciadas por la participación de los agricultores en la selección y operación de los sistemas de irrigación. En este contexto se realizó un estudio de seguimiento a las Water Users Associations (WUA), de reciente formación, concebida para permitir a los granjeros ejercer una influencia más directa en las políticas de irrigación y suministro de agua y para ayudar a los agentes de extensión en la distribución de la información y la promoción de la eficiencia.

Los primeros resultados son prometedores. Se redujeron las disputas, las ganancias de los agricultores miembros de las WUA son 50% más altas que las de los no miembros. Las mujeres reportan que también están mejor dentro de las WUA. Aún más, las WUA refuerzan la estructura de mando tradicional; los granjeros ricos se benefician más. A pesar de los resultados mezclados, esto queda claro: la eficiencia en la irrigación sólo se puede mejorar con la colaboración de los granjeros, y con la percepción práctica de su experiencia diaria de la tierra.

sin dañar el delicado ecosistema. Este proyecto fue una exploración de la dinámica biofísica y humana de la vida en los uadies del Norte de África –los lechos rocosos de los arroyos que se llenan brevemente y reviven durante las raras y pasajeras lluvias torrenciales. Los resultados se agregaron a una interacción exótica de la alta tecnología y el conocimiento local ampliamente probado: sistemas de información computarizada que integran las costumbres de los beduinos con los datos científicos, inventarios de recursos, estadística de la producción de biomasa y consecuencias ambientales, todo para determinar las mejores opciones de manejo.

Los hallazgos fueron iluminadores y perturbadores. Aparecen nuevos conocimientos sobre la provisión de agua superficial, patrones de lluvia, vulnerabilidad ante la erosión, estrategias de nueva irrigación para mantener el número creciente de beduinos sedentarios y sus rebaños. Pero la investigación confirmó también los severos límites de productividad impuestos por la sequía en estos ambientes, con la escasez empeorada por el crecimiento de las poblaciones locales. Esto reafirma la determinante importancia de los factores socioeconómicos en el éxito de las innovaciones del manejo del agua. Una vez más, alcanzar eficiencias nuevas –y mejorar el bienestar humano– va a generar aspectos políticos de participación y consentimiento popular.

En resumen, los proyectos de manejo local de las aguas superficiales establecen siempre que la productividad del agua y del suelo en las áreas secas puede incrementarse con nuevas técnicas, entrenamiento extenso y la aplicación de tecnologías nuevas con la experiencia local. En Perú, por ejemplo, los investigadores aplicaron modelos matemáticos a las antiguas prácticas de los incas de irrigar los árboles con vasijas permeables semienterradas que podían llenarse con el agua recogida (este es quizá el primer caso de irrigación gota a gota). El proyecto estaba encaminado a buscar nuevos materiales en permeabilidad y costos, así como métodos para conectar las vasijas con tubería plástica. Lo que queda, en la mayoría de estas situaciones, es desarrollar rutinas sistemáticas para difundir los hallazgos de la investigación y para afianzarlos en las políticas locales y nacionales.

Manejo del agua subterránea

Hombres y mujeres han estado sacando agua del subsuelo desde los tiempos bíblicos y antes. Para la mayor parte de este tiempo, es lógico, los pozos se limitaban a la profundidad que permitiera cavarlos a mano (muy pocos pasaban de 10 metros), o aquellos perforados (a unas pocas decenas de metros) con fuerza humana o animal. Las máquinas modernas perforan ahora cientos de metros determinando acuíferos y aguas que se desplazan profundamente en el subsuelo y a lo largo del basamento. A estas profundidades se pueden extraer grandes cantidades de agua, suficiente para grandes sistemas de irrigación y para la población urbana. Pero eso también significa que las reservas del subsuelo, por primera vez, están sujetas a una disminución catastrófica y a gran escala. Ahora somos (no por primera vez) víctimas de nuestro propio invento.

El manejo inteligente del agua subterránea la convierte en una detallada comprensión de la hidrogeología, geoquímica y otras ciencias relacionadas con las rocas, el suelo y el agua. Más que eso, requiere formas institucionales para prevenir el bombeo excesivo y las perforaciones inadecuadas, y promover la repartición justa del recurso y de los costos de su conservación. En última instancia, el manejo del agua subterránea requiere tanto conocimiento de las comunidades y sus necesidades como de la ingeniería de pozos profundos.

Para finales de la década de 1980 se hizo evidente que la rápida urbanización en Latinoamérica estaba sobrepasando los límites del suministro de aguas subterráneas, y forzando la explotación de fuentes cada vez más profundas. Una de las primeras investigaciones con el patrocinio del IDRC demostró que las tasas de bombeo estaban siendo peligrosamente subestimadas. La segunda etapa de la investigación se enfocó en cómo definir con más precisión la calidad y el flujo de los acuíferos. Pero se comprobó que esta línea de trabajo está muy limitada, principalmente por la gran brecha entre los claros modelos matemáticos de hidrogeología y las burdas herramientas de planeación (y las toscas políticas) de desarrollo urbano. En consecuencia, la investigación se amplió a áreas más extensas de manejo práctico y aplicado. En Brasil, por ejemplo, la colaboración con la comisión de aguas de Recife introdujo la planeación del suministro y el entrenamiento junto con técnicas de perforación nuevas y más eficientes.

Sin embargo, se puede presentar una alarmante escasez de agua, aun en áreas en que los volúmenes de los ríos y de la lluvia parezcan abundantes. El desarrollo en la sección del delta del Mekong en Camboya se ha producido con la alegre suposición de que las lluvias del monzón y las inundaciones estacionales del río podían recargar adecuadamente las aguas subterráneas y el acuífero subyacente. Esta suposición estaba errada; la investigación demostró que el Mekong recarga sólo una estrecha franja del acuífero adyacente, y el agua lluvia se desplaza rápidamente sobre una capa impermeable de arcilla. Sin un manejo serio, los camboyanos, empapados de lluvia y atados a la inundación, van a encarar una peligrosa escasez de agua dulce.

Como en las otras estrategias para el manejo local del agua, las primeras etapas de la investigación de las aguas subterráneas se concentraron en los misterios técnicos de la cantidad y la calidad del agua. Los proyectos posteriores comenzaron a estudiar las relaciones sociales y económicas con el uso del agua –y las políticas del acceso desigual. Por ejemplo, el trabajo de campo descubrió que en algunos pueblos, la desigualdad del ingreso tiende a agravarse por la transición al uso intensivo del agua subterránea. Sólo los granjeros ricos pueden darse el lujo de comprar bombas o gozar del acceso al crédito. Aun si los granjeros pobres pudieran comprar simples bombas de pedal, seguramente terminarian con pozos secos debido a la interferencia entre pozos y el descenso del nivel feático. También hay discriminación sexual. El transporte de agua es casi en todas partes un trabajo de mujeres, en ocasiones para el riego de las huertas de vegetales y siempre para el uso doméstico. Cuando se introdujeron las bombas mecánicas, sorprensivamente los hombres comenzaron a tomar parte en el manejo del agua especialmente para irrigación. Para apreciar por completo el efecto de los cambios técnicos –aun los cambios para mejorar– es prudente observar los diferentes efectos en los hombres y en las mujeres. Los cambios significativos raramente son neutrales con respecto al género.

Manejo "conjunto" del agua

Muchas comunidades alrededor del mundo sobreviven de la explotación de los recursos hídricos tanto superficiales como subterráneos –el uso conjunto a menudo alterna con los ritmos de las lluvias de estación. Típicamente, las fincas y las casas sacan agua del subsuelo para prolongar las cosechas después de que se termine la estación de lluvias, pero en algunas regiones el agua superficial es en sí misma el suplemento temporal para los suministros permanentes de agua subterránea. Lo que importa para la salud de las comunidades y la productividad de su agricultura, es cómo se sincronizan, en qué proporción y la secuencia en que se exploten estas fuentes.

Las familias de granjeros han practicado el uso conjunto del agua de superficie y subterránea mucho antes de que los investigadores aparecieran en sus fincas. Además, la investigación de la década pasada ha proporcionado valiosos conocimientos nuevos y nuevas técnicas que mejoran los viejos sistemas. Sabemos ahora que la hidrología, los sensores remotos, la geoquímica y la meteorología asistida por computador pueden trabajar con la práctica local para obtener cosechas más abundantes y mejor calidad de vida. Ahora sabemos mejor que nunca que el éxito significa tener en cuenta los detalles precisos de los patrones de irrigación locales, los sistemas de cultivo y los mercados disponibles. Lo que invierte la administración local en la importancia del detalle local tiene una relevancia única en estos entornos.

Dos proyectos en la India refuerzan estas conclusiones. El primero se llevó a cabo con unas 10.000 familias tribales muy pobres en tres pueblos en el interior de la meseta de Decca (véase el recuadro 4). El segundo se realizó en el ambiente más húmedo de Bihar Norte, entre granjeros menos pobres y menos dispersos. Gente diferente, diferentes contextos, pero resultados sorprendentemente similares. La producción agrícola aumentó y mejoró la disponibilidad de agua potable más limpia. La conservación del suelo y del agua mejoró con el mejor sistema de irrigación, almacenamiento y distribución. (Cabe señalar que en Siria se alcanzaron resultados comparables pero en un entorno experimental más controlado).

Si hubo alguna desilusión con los proyectos de la India, fue haber fallado en la formación de enlaces duraderos entre los investigadores indios y las agencias gubernamentales de importancia, donde los hallazgos habrían podido tener un impacto institucional permanente. Para que los beneficios se extiendan más allá de las comunidades que participaron directamente en la investigación, los investigadores mismos necesitan involucrar a los funcionarios oficiales a cargo del desarrollo rural y la agricultura (junto con las ONG interesadas) en el trabajo de difusión y enseñanza activa de los conocimientos. La aplicación de los descubrimientos adquiridos con tanta dificultad es una empresa invariablemente de muchas etapas, y de colaboración de muchos socios. Los resultados de la investigación, que sólo aparecen en las revistas académicas, rara vez se convierten en una verdadera investigación de desarrollo.

Recuadro 4. Viejos conocimientos, estrategias nuevas

En la Meseta de Deccan, la cadena montañosa de India Central, la gente de las tribus de la región Akole Toluca es experta en las dificultades de la sequía. En la estación más seca, febrero hasta mayo, las mujeres y los niños trabajan la mayor parte del día buscando y llevando agua para mantener con vida a sus familias. Aun con la llegada de los monzones, desde mediados de junio hasta octubre, el agua de las lluvias se desliza por las duras pendientes basálticas. Los charcos se secan muy rápido, los pozos se agotan, los cultivos se marchitan, y las distancias que deben recorrer para conseguir el agua se hacen más largas.

Esta gente no está desprotegida. Ellos conocen la tierra, dónde se forman los charcos, dónde brotan los manantiales. Saben buscar los árboles de sombra, fieles indicadores de las aguas subterráneas incluso en los meses de sequía. Así, los investigadores aprovecharon estos conocimientos locales, en fuerte combinación con las nuevas tecnologías, desde el análisis de fracturas de las rocas ayudadas por las imágenes de satélite, hasta la mejor meteorología disponible. (El proyecto fue realizado por BAIF Development Research Foundation de India y la Universidad de Windsor en Canadá).

Los resultados fueron sorprendentes: gente más saludable, cosechas más abundantes, aumento de los ingresos y suministro de agua virtualmente durante todo el año. Los habitantes de la región están adoptando las estrategias demostradas por la investigación.

Estas estrategias son fundamentalmente simples. Entre otras cosas, los pequeños sistemas de desvío reducen la escorrentía y la erosión, permiten que se represe el agua y que luego se filtre en el suelo. Se construyeron sistemas de recolección de los techos y tanques de almacenamiento, en primera instancia llenados con el agua de lluvia y más tarde, durante la estación seca, por medio de transporte con yuntas de bueyes. Cambios simples pero mejor nivel de vida. Las mujeres y los niños ya no tienen que soportar las acostumbradas caminatas para conseguir el agua tan distante.

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Parte 3
Resultados:
Propuestas para dirección e investigación

Las estrategias del manejo local del agua pueden constituir las alternativas prácticas y en verdad mejores para los métodos centralizados, costosos y a gran escala que dominaron en el pasado –y que con frecuencia no lograron lo que se propusieron. Las estrategias de manejo local ta mbién son valiosísimas como complemento para los métodos de manejo del agua de mayor alcance. Pero no son una panacea. Malinterpretar sus limitaciones e incertidumbres o ignorarlas es arriesgarse a producir daños nada menores que los del pasado.

Los estudios llevados a cabo en las últimas tres décadas (algunos de ellos reseñados en las páginas anteriores) exploraron las expectativas y los problemas del manejo local del agua. Estos estudios han generado resultados reales –lecciones de aplicación inmediata para tomar mejores decisiones y para marcar la ruta de los estudios futuros. Volveremos aquí sobre estos resultados en forma de propuestas cortas. Por conveniencia, las propuestas se dividen en dos listas; la primera dirigida a los asuntos de gobierno y la segunda a la investigación en sí. Sin embargo, en la práctica esta división es sólo un método de organización. Sólo cuando se consideran en conjunto los difíciles asuntos de gobierno y de investigación –cuando el conocimiento y las políticas se informan mutuamente– se puede obtener el potencial máximo del manejo del agua.

Para el gobierno

1. La investigación del manejo del agua puede generar resultados trascendentales para la política y las normas.

En el manejo de la escasez de agua, como en la investigación en sí, es erróneo asumir que el conocimiento es neutral. Como un caso puntual, hay que visitar Wadi Allaqi.

Los investigadores de la Universidad South Valley en Aswan, Egipto, y la Universidad de Trent, en Canadá, se propusieron estudiar los usos y los valores tradicionales de las plantas indígenas en Wadi Allaqi, el uadi más grande en la ribera este del Lago Nasser. A pesar de las duras condiciones del desierto, esta área estuvo siempre favorecida por una magnífica biodiversidad. Pero la elevación de los niveles del agua producidos por la represa de Aswan la enriquecieron mucho, haciéndola más atractiva para más gente.

La investigación consiguió definir la importancia del suministro de agua para mantener esa biodiversidad. Demostró además que la gente de Ababda y Bisharyn usó siempre la vida vegetal de Wadi Allaqi para su alimentación, medicina, alimentación de sus rebaños, combustible y materiales de construcción. Pero los resultados en sí mismos fueron más que simplemente un proyecto etnoecológico satisfactorio.

Los derechos del subsuelo habían sido poco valorados –e incontrovertibles– hasta ahora, comoquiera que la tierra había rendido apenas para la subsistencia de la gente local. Pero el aumento de los niveles de agua inexorablemente cambió todo. El agua mejoró la productividad de los campos todo eso. Al mismo tiempo, más y mejores carreteras aumentaron aún más el valor de la tierra. Hoy hay excedentes de producción agrícola con provechoso acceso a los mercados externos.

Estos cambios también tuvieron el efecto de estimular a algunos naturales de Ababda y Bisharyn para residenciarse en forma semipermanente en Wadi Allaqi. Pero esta gente vivía de diversas estrategias de crianza de animales, producción de carbón y recolección de plantas medicinales. Esto significaba que debían afirmar los derechos de tenencia en muchas zonas ecológicas locales, para asegurar una producción sostenible en las diferentes actividades.

Los Ababda y Bisharyn tuvieron que reclamar su propiedad comunal de la tierra. La investigación patrocinada por el IDRC, confirmando su presencia continua y tradicional y su trabajo en la tierra por muchas generaciones, suministró la evidencia que ellos necesitaban para probar su caso. En Wadi Allaqi, los nuevos conocimientos orientaron las decisiones de largo alcance para la política y las normas para gobernar la tierra, el agua, y las vidas.

2. Quienes toman las decisiones, con frecuencia no tienen en cuenta a los grupos pequeños ni las pequeñas soluciones. Cometen un gran error.

Las personas que toman las decisiones aciertan si buscan las economías de escala allí donde estén disponibles y sean sostenibles. Tampoco vale la pena negar que podría haber una recompensa política si se concentran las energías allí donde haya posibilidades de un impacto más prominente y más amplio. Aun así, es una mala costumbre (y muy común en este campo) considerar como carentes de importancia las aflicciones de los grupos pequeños –o desaprobar una solución propuesta en un sitio específico que no sea suficientemente costoso o difícil. Hay dos tipos de razones por las que estos son errores graves.

Las primeras son razones de equidad. Sea que un niño viva en un asentamiento repleto de refugiados en las afueras de una ciudad grande, o en un remoto pueblito de aborígenes, tiene los mismos derechos de todos a un agua potable segura y adecuada (véase la figura 4). Hay una clase especial de estrategias de manejo local que pueden formular el problema del derecho con relativa facilidad. Como a todo el mundo lo tratan en la escala de pequeños grupos, no tienen la tendencia a desfavorecer a un grupo en comparación con otro basados sólo en el número. (Otras fuentes de ventaja política –riqueza, etnia– pueden influir en la distribución de la escasa agua, aun en las comunidades más pequeñas. El único punto interesante aquí es que las estrategias locales para el manejo están relativamente libres de parcialidad a favor de las grandes secciones de la población).

Figura 4. Los métodos de manejo local son mucho más imparciales en cuanto a la edad, género o capacidad económica.

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Cuando se recomienda a quienes diseñan las políticas una innovación del manejo equitativo, justo, efectivo económicamente y ambientalmente sostenible, pero de pequeña escala, la equidad exige que reciba la misma acogida que un esquema de gran tamaño que tenga más aprobación pública (y que seguramente costará más dinero).

El segundo argumento fundamenta sus razones en la utilidad. Dirigiéndose a grupos pequeños y soluciones pequeñas se pueden producir al final resultados mejores y más grandes para la mayoría. Anotamos antes que muchos países en desarrollo han alcanzado ya los límites de los proyectos para el manejo del agua a gran escala y de grandes inversiones de capital; ya tienen pocos o no tienen ríos para represar; la intensa irrigación está agotando o envenenando los suelos, y el bombeo excesivo está dañando los acuíferos, en algunos casos para siempre. A pequeña o mediana escala, sin embargo, quedan todavía grandes potenciales en reserva. Por ejemplo, un proyecto patrocinado por el IDRC en el desierto de Jordania encontró pequeños pero útiles volúmenes de agua a profundidades superiores a las de los pozos perforados a mano, que con frecuencia los han pasado por alto los perforadores buscando algo todavía más profundo. Estos acuíferos no van a resolver la escasez de agua de las ciudades de Jordania, pero van a mejorar enormemente la vida de los beduinos y de los habitantes de los pueblos pequeños.

Estos pequeños métodos locales son, en muchos casos, económicos. Son, en general, fáciles de aprender, simples para administrar, y por tanto potencialmente atractivos para la gente que los tiene que usar. Sus efectos ambientales, relativamente benignos, pueden medirse y moderarse. Pueden repetirse en forma virtualmente indefinida con ajustes a las condiciones locales.

La equidad y la practicidad van juntas. Los miembros de las comunidades remotas o pequeñas tienen derecho, como todos, a ser oídos y a que sus necesidades básicas sean atendidas. Por otra parte, las que parecen ser innovaciones sencillas, sorprendentemente pueden producir grandes y extensos beneficios. Los efectos multiplicadores pueden proporcionar nuevas habilidades institucionales a las comunidades innovadoras o mejorar la vida de mujeres y niñas o detener el ritmo empobrecedor de la erosión local. La demostración de los efectos puede ser igualmente llamativa, estimulando a otras comunidades en circunstancias similares para que adopten ideas comprobadas en su propio beneficio. Puede ser que las comunicaciones entre comunidades sean informales pero funcionan bien y con rapidez.

3. La distribución de los costos y los beneficios del manejo de aguas escasas impone decisiones duras. Tomar estas decisiones y ponerlas en práctica requiere capacidad institucional.

La escasez, por definición, genera descompensaciones. Un litro de agua consumido por una familia o una hacienda es un litro que se le niega a cualquiera otra, por lo menos en una ocasión. Pero el agua tiene otras dos características que hacen que esta solución sea más complicada. Primero, el agua se mueve. Este movimiento hace que haya otras rivalidades que resolver. Cuando la gente que vive aguas arriba contamina o desvía las aguas del río, la gente que vive aguas abajo sufre las consecuencias. Cuando las comunidades de arriba represan las aguas para mejorar sus cultivos o para evitar la erosión, a las comunidades de abajo se les despoja del suministro de agua dulce. Segundo, fuera del agua perdida por evaporación o consumo en cultivos o productos, el agua usada retorna al ambiente, pero inevitablemente tiene menos calidad. ¿Quién debería recibir qué, cuándo y a qué precio?

La decisión de estas compensaciones se hace más difícil cuando se trata de lo que es esencialmente un bien público, quizá la preservación de la calidad del medio ambiente, o la conservación de un acuífero para las futuras generaciones. En estos casos, el problema no es tanto reconciliar disputas por intereses privados, sino asegurar el interés público contra los intereses privados inmediatos (y potencialmente destructivos). Preservar el río vital contra los contaminadores es un ejemplo de todos los días, con el que estamos muy familiarizados.

La dinámica del mercado puede en ocasiones ayudarnos a resolver las alternativas de la escasez de agua. En otras palabras, perturbar el desarrollo del mercado puede ser doloroso. Subsidiar el precio del agua –venderla a precio inferior al que cuesta conservarla, colectarla y transportarla– estimula el abuso y premia el desperdicio. Peor aún, los subsidios son extremadamente sensibles a las insidias políticas, la ineptitud administrativa y la corrupción. Lejos de ayudar a los más pobres o a los políticamente débiles, los subsidios favorecen en forma infame a los más ricos y mejor conectados.

Pero no siempre es suficiente tratar los suministros locales de agua como si no hubiera absolutamente ningún manejo. La investigación es clara en este punto. En la ausencia deliberada de estrategias de manejo, la escasez de agua se maneja por defecto, por cualquier facción de la sociedad que tome por la fuerza el control del recurso y su distribución. Esto se aplica especialmente en el caso de las aguas subterráneas. El manejo por defecto siempre recae en la industria, los granjeros ricos dueños de sus tierras o los urbanizadores con financiación o influencias políticas para asegurar el control de las aguas subterráneas o los acuíferos con perforaciones más profundas y con bombas más potentes. Por decir lo menos, el manejo por defecto no aprueba el exame n de buen gobierno.

El buen gobierno es abierto, participativo y responsable. Necesita también buena información, de la clase que le puede suministrar la investigación cuidadosa. Además de tomar decisiones sobre los recursos sostenibles y llevarlas a cabo, el buen gobierno necesita capacidad institucional. Esto incluye la habilidad de reunir y evaluar la información relevante, deliberar, ejecutar las políticas y responder con veracidad a los miembros de la comunidad.

La importancia de la capacidad institucional –en realidad, lo indispensable– es evidente a lo largo y ancho de la investigación. En la escala más pequeña y más simple, la capacidad institucional representa la habilidad del vecindario de construir y mantener una red compartida que almacene y distribuya el agua lluvia entre unas pocas manzanas de la ciudad. Es el foro en el que los pueblos ubicados arriba y abajo de las lomas pueden obtener un aprovechamiento máximo de los arroyos de estación con un mínimo de pérdidas de agua y de suelos. Este es el mecanismo que puede movilizar la inversión de capital de la comunidad en plantas de reciclaje de aguas servidas o en sistemas de bombeo de aguas subterráneas con nueva tecnología. Es la forma de reconocer que el manejo incluye asuntos administrativos y financieros tanto como técnicos, que el mantenimiento regular es tan importante como la construcción inicial y que de vez en cuando se hace necesaria la imposición de los reglamentos. Es donde se delibera y se reconoce la calidad del ambiente como un valor, y donde los intereses de las generaciones futuras se aceptan y escuchan.

En cualquier sociedad, una medida de buen gobierno es la calidad del tratamiento que se da a los miembros más pobres y vulnerables. Con respecto al manejo local, una responsabilidad específica de la autoridad institucional es la condición de las mujeres, las minorías y los pobres desprovistos de tierra. Esta es la gente que más sufre las dificultades del desgobierno –y las vidas que más mejoran con el buen manejo del agua. Quizá, y no es para sorprenderse, la investigación patrocinada por el IDRC en Egipto encontró que las niñas y las mujeres jóvenes no sólo fueron las más receptivas a la información nueva sobre el agua doméstica sino los agentes más efectivos para el cambio.

Así sea sólo para darle énfasis, vale la pena repetir que el manejo del agua no sólo es la respuesta a la escasez. Las estrategias locales trabajan mejor como complemento de otros dos parámetros: (1) Programas nacionales e internacionales de manejo y conservación de recursos, todo teniendo en cuenta los principios de desarrollo sostenible. (2) La investigación científica y los programas de extensión para desarrollar y difundir la manera de aumentar la eficiencia con la cual se usa el agua, particularmente en la agricultura. Pero el manejo del agua es valioso en todas partes y requiere buen gobierno para hacer realidad su potencial.

4. Hay una ley fundamental para el manejo del agua subterránea y el abastecimiento de agua: Asuma siempre lo peor.

Los problemas invisibles rara vez atraen la atención de los que toman las decisiones hasta que ya casi es –o ya es– demasiado tarde. Esto es natural pero peligroso. Es particularmente peligroso en el manejo del agua subterránea o en los acuíferos, debido a las siguientes dos insidiosas realidades. Primero, los riesgos del desgobierno (por la sobreproducción o la contaminación) son muy altos precisamente porque los primeros efectos del desgobierno son acumulativos, permanecen enterrados, ocultos y son indetectables. Segundo, los problemas en sí (disminución, contaminación), rara vez se hacen indiscutiblemente obvios hasta que resulta difícil o imposible corregirlos.

Esta es la triste historia. ¿Cómo se puede corregir?

La política acertada es asumir desde el principio que la explotación de cualquier acuífero subterráneo o superficial lleva consigo el riesgo de la sobreproducción o la contaminación, y que cualquier daño va a significar un cos to muy alto. La política errada es asumir que todo está bien y desatender las precauciones hasta que se presenta el desastre. El corolario es que se deben destinar, con tiempo, los fondos apropiados y la energía institucional a la investigación y el seguimiento de los recursos –antes de verse golpeados por los problemas. Un funcionario prudente (y que se proteja) debe pedir a los investigadores que adviertan con anticipación la escasez o contaminación inminentes y que recomienden las opciones para evitar el peligro. (Los investigadores, con la misma lógica, deben publicar sus evaluaciones y remedios en términos tales que los funcionarios no especialistas y los miembros de la comunidad los puedan aprovechar sin demora).

En las áreas en donde el uso del agua subterránea es relativamente nuevo, existe la tendencia a consumir estos suministros nuevos como si fueran inagotables. El manejo de los problemas invisibles exige especialmente en estos casos programas estrictos de educación pública y disciplina política. Todos los miembros de la comunidad tienen el deber de conocer los peligros y los costos de la sobreproducción y la contaminación, y los beneficios de la prevención conservadora.

La planeación para lo peor, en el interés público, significa usualmente regular las acciones privadas: interferencia de las perforaciones, inversiones en pozos cada vez más profundos y disposición descuidada de los desperdicios. Aquí también los datos técnicos de persuasión, con decisiones rápidas y prevención vigorosa pueden, todos juntos, mejorar las posibilidades de gobierno exitoso.

5. El éxito en el manejo local del agua requiere, y merece, una estrecha colaboración entre las comunidades y los gobiernos.

La evidencia recogida en el mundo en desarrollo demuestra que el manejo local del agua escasa puede reportar grandes beneficios. La evidencia apunta con la misma fuerza a otra conclusión: las comunidades que ensayan estrategias para el manejo del agua necesitan enlaces con sus gobiernos centrales. Esto es categóricamente (pero no lo único) importante en el manejo de las cuencas y acuíferos que deben ser compartidos con otros. Como se considera en la parte 5, la creación de relaciones coherentes entre el manejo local y las estrategias más amplias para cuencas van al corazón del buen manejo de las aguas.

Algunos ejemplos ilustran este punto.

Una cosa es descubrir por medio de la investigación algunas magníficas maneras nuevas de poner en orden y economizar agua escasa y otra muy distinta poner a funcionar estos descubrimientos en las casas y las haciendas. El gobierno puede estimular la difusión de estos conocimientos nuevos y útiles especialmente en sus agencias y servicios de extensión. Estas ramas del gobierno tienen la organización con la experiencia y los recursos para acelerar la diseminación y promover la educación. Si se difunden los resultados de la investigación y el desarrollo, los gobiernos multiplican muchas veces el valor de los conocimientos nuevos para las comunidades locales. Si se hace esto con las ONG y otros se aumenta la riqueza nacional y el bienestar de los ciudadanos. El papel de los investigadores es crucial como intermediarios del proceso, presentando las nuevas investigaciones a los funcionarios, familias y granjeros, y presentándoselas entre ellos.

Otra función del gobierno es la coordinación y la reconciliación. Cuando el gobierno es abierto, participativo y responsable, está en la mejor posición para equilibrar los intereses opuestos de las diferentes comunidades. También puede reclamar su legítima autoridad para representar los intereses de sus comunidades en las negociaciones con otros gobiernos. En el ámbito doméstico, la colaboración activa entre las comunidades y el gobierno le permite a éste coordinar la explotación de los acuíferos compartidos, por ejemplo, o la recolección del agua para el suministro a más de una comunidad. Internacionalmente, la colaboración gobierno-comunidad puede facilitar la solución pacífica de las disputas sobre escasos recursos de aguas.

De la misma manera, las comunidades se ven bien atendidas cuando los gobiernos fortalecen el manejo local del agua asumiendo la carga de su capacidad de análisis, el manejo financiero y el soporte de infraestructura. En la recolección del agua, por ejemplo, las tecnologías individuales son simples en sí mismas. Pero, como lo demostró la investigación en Jordania y Siria, el manejo de varias tecnologías juntas, como una unidad coherente e integrada, requiere conocimientos relativamente sofisticados. Esto es cierto también para el manejo conjunto de las aguas superficiales y subterráneas, como se confirmó en los estudios en la India. El desarrollo de activos comunales (como el almacenaje y distribución de agua o la distribución del agua para regadíos) puede requerir asesoría profesional de ingeniería o administración financiera. En las comunidades pobres especialmente, las inversiones en tecnología para economizar el agua probablemente requieren más capital que el que los miembros de la comunidad pueden conseguir. En estas circunstancias los gobiernos pueden responder a las necesidades reales con contribuciones materiales igualmente reales e igualmente urgentes.

Finalmente, los gobiernos responsables y benefactores pueden desplegar su autoridad especial para emitir las reglas sobre la forma de alcanzar armonía y equidad social.

Image Pueden desarrollar y mantener estaciones meteorológicas e hidrológicas en beneficio de las comunidades que dependen de la agricultura.

Image Pueden corregir el error común de estimular demasiado la exportación de productos agrícolas y cultivos de gran escala que desestima a los pequeños cultivadores de agricultura de subsistencia.

Image Pueden ampliar los servicios de extensión de la agricultura, de manera que los agricultores reciban con rapidez la mejor tecnología de punta.

Image Pueden reformar los códigos de construcción y el uso de la tierra, para promover el reciclaje de aguas servidas o el almacenamiento de aguas lluvias en los vecindarios.

Image Pueden promover y financiar apropiadamente la educación de los niños y adultos en los principios y sistemas de protección ambiental y conservación del agua.

Image Pueden redoblar los esfuerzos para mantener la salud pública.

Estas son las cosas que los gobiernos pueden hacer en su colaboración cotidiana con las comunidades, en cooperación con las ONG y otras agencias de educación y activismo. En efecto, estas actividades significan buen gobierno en cualquier país. Rinden testimonio a una sociedad en la cual las dificultades y las recompensas del manejo de la escasez del agua se aceptan conjuntamente, se entienden y se reparten con justicia.

Para la investigación

1. Los datos concluyentes pagan buenos dividendos, aun si los resultados son desalentadores.

El desarrollo sostenible en cualquier campo es una empresa multidimensional, pero la mejor investigación de desarrollo comienza con hechos en el campo: con geología, hidrología, agronomía y las otras disciplinas "duras", en estos casos junto con algunos análisis económicos y sociales necesarios y básicos. Sin datos firmes pero con ilusiones (aliadas quizá del acérrimo egoísmo) lo más posible es que se tomen decisiones erradas. Por otro lado, el descubrimiento de información básica fresca puede abrir oportunidades y resolver viejos problemas.

El manejo local de los acuíferos en particular se ha fortalecido inmensamente con la cuidadosa investigación geológica e hidrológica para entender las dimensiones de la escasez, y las soluciones disponibles. La in vestigación y el manejo de los acuíferos presentan un desafío especial por su tamaño, su comportamiento y su estructura que se resisten a una definición fácil. Los estudios en Ciudad de México, por ejemplo, mostraron que las suposiciones acerca de la geometría del acuífero estaban completamente equivocadas.

Algunas veces el significado de los estudios se mide tanto por la forma como de repente encajan todos los nuevos modelos, como por la magnitud de cada hallazgo aislado. Los estudios de aguas superficiales en la costa noroeste de Egipto varían mucho, desde las diferencias en la construcción de cisternas y en las costumbres de pastoreo hasta las características del suelo, climatología y los atributos de los recursos, todos integrados con el conocimiento y la cultura locales. La integración de las piezas de datos dispersos refuerzan la confianza en las conclusiones del estudio y fortalecen la persuasión de los beduinos y los funcionarios del gobierno.

Las variables económicas son igualmente notables. En este caso las lecciones son muy directas: los costos y beneficios de una estrategia de manejo del agua en particular, debe calcularse desde el punto de vista de los granjeros o amas de casa y de sus comunidades y no desde la perspectiva del investigador visitante. De otra forma, la adopción de una innovación aparentemente racional es muy posible que se quede corta ante las predicciones optimistas de los investigadores y de los administradores que los patrocinan.

Aun las expectativas mejor cimentadas producen de vez en cuando resultados desalentadores. Pero las decepciones pueden enseñar. Los aldeanos chilenos aceptaron menos de lo que se esperaba los colectores de niebla. Una de las razones para esto fue que desde el punto de vista de los habitantes del pueblo, las redes y las tuberías para la recolección del agua simplemente costaban más en trabajo y dinero de lo que ellos valoraban el agua. Dado que el gobierno estaba dispuesto a llevarles el agua en camiones, dudaban razonablemente del motivo para mantener un sistema que no les ofrecía ninguna utilidad neta. Algunas veces son los gobiernos mismos los que no escuchan. En la urbanización de Latinoamérica, los estudios demostraron que las tasas de bombeo, casi en todos los casos, estaban seriamente subestimadas; pero se continuó con el bombeo excesivo como respuesta a la demanda de agua potable.

El desarrollo de una investigación efectiva busca en última instancia informar una política de información. Pero lo mejor de ella está fundamentado en esta clase de conocimiento básico.

2. La participación y la experiencia locales mejoran las posibilidades de investigaciones exitosas y efectivas.

La participación enérgica de la gente local en la investigación sobre el manejo del agua no es sólo una virtud en principio, sino una necesidad en la práctica, si se espera que el estudio tenga un efecto duradero y significativo. La participación debe comenzar con una comunicación fluida recíproca o entre los investigadores y los miembros de la comunidad de donde estén trabajando. Sin la relación entre los investigadores y la gente local, el estudio se va a perjudicar y los resultados serán incompletos. A menos que la gente participe en el proceso de descubrimiento y aprendizaje, lo más probable (y razonable) es que vayan a permanecer en la indiferencia de los resultados.

Todo esto aboga por la integración de las variables técnicas y socioeconómicas desde el principio hasta el fin, desde el diseño experimental hasta las fases de operación. Las prácticas rutinarias del manejo del agua basado en la comunidad no es algo que debe agregarse al final, sino que debe considerarse desde el comienzo.

Esta estrategia, sin duda, complica el diseñ o y la ejecución del estudio, pero no en forma fatal. El problema de la sobrecarga por la complejidad puede mitigarse si se concibe como un trabajo en muchas fases. Algunas fases pueden enfocarse a los sensores remotos, a los datos de perforaciones o a análisis químicos, y por tanto requieren menos participación del público. Las fases sucesivas en la secuencia (aun si se solapan) pueden adaptarse a las respuestas y enseñanzas locales y a los cambiantes desafíos que estimulan la participación local.

Es un error posponer la participación por mucho tiempo. Los científicos que estudiaron los sistemas de agua en pueblos de Togo, por ejemplo, tuvieron que cambiar hacia otra tecnología cuando la gente les aclaró que la complejidad haría disminuir la tasa de aceptación.

El último punto de participación: la gente debe participar siempre en la decisión de la localización y el diseño del punto de prueba o de la construcción. Nuevamente, esto es más que sólo cortesía, es una necesidad si se quiere que los resultados del trabajo sean confiables e influyentes. En verdad, la experiencia muestra que la participación local no sólo avala el proyecto sino que puede realmente encaminarlo en direcciones sorprendentes y productivas.

3. El crecimiento puede generar economías bien recibidas e intensificar las desigualdades. Se necesita entender los dos efectos.

Lo pequeño puede ser bello, pero un poco más grande puede serlo aún más. Los investigadores a veces encuentran que el costo-beneficio de los métodos tradicionales –digamos recolección de agua en el campo o reciclaje de aguas servidas– pueden agrandar el tamaño de doméstico a vecinal o urbano. En la misma forma, el agua de los techos puede hacerse más efectiva si se instalan cisternas suficientemente grandes como para almacenar el agua de varias casas o de toda la manzana.

Pero la expansión generalmente demanda inversión de capital. Con frecuencia, como en el caso de las instalaciones de aguas servidas a escala urbana, requieren grandes extensiones de terreno. Esto favorece a los que ya tienen acceso al capital o al poder político de la reglamentación del uso de la tierra. Tienden a desfavorecer a los pobres y relativamente débiles.

Las investigaciones que no tienen en cuenta estos efectos de desigualdad son incompletas en el mejor de los casos, o peligrosas y desorientadoras, en el peor.

4. La expansión puede tener éxito donde las instituciones distribuyen con inteligencia las utilidades y los costos.

Imagine un sistema de recolección de agua de los techos, con un sistema de almacenaje suficiente para las familias de toda una manzana. La distribución del agua por familia es más económica y eficiente que si se intentara reunir los mismos volúmenes en forma independiente, familia por familia. Pero necesita arreglos institucionales para comprar y mantener una planta física y asignar las cuotas de agua recogida.

Consideremos una planta de reciclaje de aguas servidas a escala urbana, con el fin de convertir las aguas en agua de irrigación para los cultivos cercanos. ¿Quién debe pagar? ¿Los usuarios de la ciudad, contentos de deshacerse de las aguas servidas pero indiferentes ante el tratamiento eventual que le hagan? ¿O los agricultores, con nuevos recursos hídricos para la irrigación pero con nuevos costos (y restricciones) para el uso? Estos son los costos y beneficios que deben distribuirse por medio del poder institucional de deliberación, decisión y administración, todas estas al servicio de la comunidad que puede carecer de experiencia en colaboración o propósito común.

Más importante aún es hacer notar que la generación de una institución local no significa crear una réplica a escala de sistemas de manejo de aguas más grandes. Todo lo contrario, un manejo local fuerte requiere estructuras, procesos y propósitos que difieren en todo de las estrategias de manejo a escala de cuenca o más grandes. Para ilustrar el caso, citemos, por ejemplo, a los habitantes de la provincia de Guizhou en China; trabajando con los investigadores de la Academia de Ciencias Agrícolas de Guizhou, pudieron construir un sistema urbano de manejo de agua potable definiendo los derechos y obligaciones de todos los usuarios y estableciendo la distribución de los costos y beneficios de acuerdo con las normas locales.

5. Los factores socioeconómicos son siempre importantes, y a veces vitales, en el manejo local del agua.

En casi todos los entornos y circunstancias, la experiencia de la investigación del manejo local del agua establece el siguiente axioma: son los factores sociales y económicos y no los problemas técnicos los que presentan los peores obstáculos –y los mejores instrumentos– para llevar a cabo e implementar los estudios. Los obstáculos son muchos e imponentes; algunos se han sugerido a través de estas páginas. Incluyen la hostilidad cultural contra los métodos de investigación, la reticencia de la burocracia, las divisiones y conflictos políticos, la incapacidad institucional para asimilar o ejecutar el cambio. Pero la capacidad de la gente y de sus comunidades para apropiarse del cambio y explotarlo también es diversa y admirable, aun en las situaciones más desventajosas. La obligación de los investigadores es rastrear estos factores y entenderlos desde el principio como elementos integrales del esfuerzo exploratorio.

Ninguno de estos elementos influye más directamente en el manejo local del agua que las cuestiones de género, y ninguno exige tratamiento más sensible en la investigación aplicada (véase el recuadro 5). En la ciudad y en el campo el trabajo de transporte, almacenamiento y uso doméstico del agua, es casi en todas partes un trabajo principalmente de mujeres (véase la figura 5). Esto no es sólo la labor de cocinar, cuidado de los niños, lavar la ropa y limpiar. Se extiende a la huerta doméstica, la salud de la comunidad y otras actividades sociales y económicas. Por tanto, para entender la dinámica del uso del agua y la conservación, se requiere comprender muy bien lo que esas mujeres hacen y por qué. Cambiar las formas en que se recoge, almacena o usa el agua es equivalente a cambiar la vida de las mujeres, para mejor o para peor. No sólo tienen derecho a tener voz en los cambios, sino que son una fuente indispensable de conocimientos en el tema. Más aún, son participantes esenciales en cualquier intento exitoso de lograr una innovación constructi-

Recuadro 5. Participación de las mujeres en la investigación y la acción

Hoy se reconoce que la mujer en las comunidades pobres debe participar en el manejo local del agua y de la salubridad. Ellas trabajan más tiempo que cualquier otro en el agua doméstica y la higiene, y son expertas. Pero las diferencias culturales en las distintas comunidades y países desafían a cualquier sistema único en el compromiso de las mujeres con el manejo de las innovaciones. En Oriente Medio, los valores tradicionales pueden estar en contra de que las mujeres asuman papeles de autoridad pública.

En un pueblo del delta del Nilo, los investigadores experimentaron con un sistema de "estudio por acción" por medio de dos proyectos de varias fases, con el propósito de mejorar el agua y las condiciones de salubridad. La investigación se extendió por cuatro años, en estrecha colaboración con las mujeres, estudiando las condiciones y prácticas que contribuyen a las enfermedades.

El método es simple en principio: estimular a la gente del pueblo para que identifique sus propios problemas, piense en las soluciones y organice el cambio.

La investigación encontró estrecha correlación entre el suministro insuficiente de agua y salubridad, aglomeraciones, y concentraciones de moscas como vectores de enfermedades. También encontró que los niños tienen mucha influencia en las prácticas de higiene de las casas y que esta información sobre la higiene alteró las técnicas de preparación de los alimentos.

Para organizar el cambio, las mujeres del pueblo identificaron dos problemas para corregir, una tubería rota y un canal contaminado. Arreglaron la tubería, mejorando así la calidad del agua del vecindario, con la ayuda de las autoridades locales y la inversión de su propio trabajo. No pudieron limpiar el canal, derrotadas finalmente por las complejidades políticas y burocráticas para arreglar la recolección de la basura.

Lo más significativo fue quizá que las mujeres y los hombres descubrieron en las reuniones del pueblo, que pueden trabajar juntos, dentro de los límites de los valores tradicionales, para alcanzar beneficios comunes.

va. (En Kenia, el proyecto de recolección de agua concebido por las mujeres se organizó de tal manera que ellas pudieran controlar el uso del agua doméstica y de la clínica de salud local). El progreso en el conocimiento en estos entornos debe reflejar los detalles de los papeles diferenciales de los géneros en cada comunidad.

Los asuntos institucionales son igualmente importantes en otros campos. Un ejemplo familiar: cuando la toma de agua está ubicada sobre ambos lados de un límite tradicional o formal, el sistema debe organizarse para distribuir los costos y beneficios de su utilización. La alternativa, es la rivalidad para empobrecer al vecino con la consecuente disminución del recurso. De la misma manera, las disputas sobre la propiedad legal y política del agua superficial requieren códigos institucionales y adjudicaciones que sean suficientemente justas y efectivas para conseguir el acuerdo de la comunidad.

Figura 5. En el estado de Michoacán, cerca de Cherán, México, unas mujeres recogen agua de una de las cisternas alimentadas por el sistema de recolección de aguas lluvia de la comunidad.

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Como se señaló antes, los esquemas que requieren implementar construcciones civiles grandes o infraestructuras muy costosas (represas, embalses y cosas por el estilo) corren el peligro de ahondar las desigualdades políticas y económicas. La gente rica y con poder político tiene la posibilidad de prosperar más con esos proyectos, que los pobres. Los proyectos grandes pueden ser derrotados por su propia complejidad aun donde no acentúan las desigualdades. Ni los pobres ni las comunidades débiles se favorecen cuando los investigadores proponen proyectos de manejo muy complejo. Háganlos simples, al menos al comienzo.

Finalmente, el uso del agua y su desperdicio están muy influenciados por el precio. Todo, desde la salubridad hasta la erosión del suelo, puede depender de lo que la gente pague por el agua (o lo que crea que paga por ella, que no siempre es lo mismo). Los subsidios abiertos y ocultos alteran estos precios reales o supuestos y en la misma forma alteran el comportamiento. Los efectos pueden ser muy malos. Los acueductos municipales podrían entregar el agua "gratis". Pero, si sólo los usuarios ricos estuvieran conectados al servicio del municipio, el subsidio implícito no favorecería a los pobres; ellos quedarían con los precios altos y la calidad dudosa del mercado "privado" –ordinariamente aguadores que llevan el agua en canecas por todo el vecindario. Dejando a un lado los asuntos de equidad, los arreglos de precios como estos pueden alterar dramáticamente los patrones de consumo, la presión sobre el ambiente, y el bienestar privado. Estas interacciones siempre tendrían que ser consideradas por los investigadores.

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Parte 4
Recomendaciones

Sin importar qué tan rico o pobre sea el país, sin importar qué tan contenta esté la gente, hay mucho que decir acerca de la descentralización del manejo del agua. Esto no es un dogma, sólo una observación que funciona bien. La experiencia enseña que es más común que el manejo del recurso dé resultados que no sean económicamente eficientes pero sí socialmente equitativos y ambientalmente sostenibles.

Todavía queda mucho por aprender sobre la real dimensión y el diseño apropiados para el manejo local del agua. Hasta ahora, la mayor parte de las técnicas de recursos locales se han aplicado al manejo de la flora y fauna y de los bosques y un poco menos a los cultivos piscícolas y áreas rurales y no al del agua. El manejo de agua local organizado (como se describe en las páginas anteriores) ha sido menos ensayado y es menos familiar para las comunidades y los gobiernos. Además los estudios del manejo de agua local que se han implementado estaban encaminados a situaciones pequeñas y más simples: áreas rurales más o menos aisladas y el manejo del agua superficial. Lo que es significativo de estos estudios son los resultados alentadores. Los sistemas que incluyen a las asociaciones locales de usuarios del agua (para citar un método importante) se acercan más al manejo sostenible que aquellos que están dirigidos enteramente desde arriba. Pero la mitad de la población del mundo vive ahora en ciudades. Por tanto, el mayor potencial sin explotar para el mejoramiento se va a encontrar en las áreas urbanas y en el manejo de las aguas subterráneas. Nos debemos preguntar si las condiciones críticas de la escasez en las ciudades (incluyendo la mala calidad del agua) podrían mejorar si se delega por lo menos algunos de los elementos del manejo del agua a los grupos de vecinos en las áreas urbanas.

Por supuesto, el desafío más difícil en cualquier parte es detectar y entender las fricciones entre la eficiencia, la equidad y la sustentabilidad ambiental y acomodar los tres valores en un régimen de manejo. Esto tiene que ser una empresa conjunta entre el gobierno y los investigadores. Esta es la idea central de las siguientes recomendaciones –propuestas específicas para acción del gobierno y los investigadores.

1. Arriba, abajo o a los lados: el manejo local del agua siempre debe basarse en un análisis económico tripartita.

La economía del agua en la comunidad y la escasez tienen que tratarse en cualquier intento de investigación aplicada o de gobierno. El punto de vista convencional del análisis de costobeneficio –mirando de arriba abajo– considera los precios pagados (o imputados) para medir los valores relativos de insumos y productos, y los resultados pueden ser reveladores.

Por ejemplo, se encontró que el sistema de recolección de agua tiene más posibilidades de ser económico cuando la lluvia promedio está desde 100 hasta 500 milímetros por año. Con más lluvia, los costos sobrepasan los beneficios; con menos de eso, los beneficios no cubren los costos.

El segundo punto de vista necesario para el análisis económico es de abajo a arriba. Qué se les va a ocurrir a los funcionarios del gobierno o a los investigadores si una mejora resulta mucho menos beneficiosa para la gente en la comunidad misma. En la misma forma, un terreno desechado como "improductivo" por el gobierno puede ser de valor para la recolección informal y el pastoreo en la economía local. No todos los miembros de la comunidad se ven afectados en la misma forma por los cambios económicos. Cuando la naturaleza y los valores de su trabajo se vean alterados por las intervenciones, probablemente se afecte a los hombres de la comunidad en forma diferente de lo que afecta a las mujeres. Estos y otros aspectos de la vida de las comunidades escapan a la atención de los funcionarios y también de los investigadores.

La tercera perspectiva –igual de importante– se refiere a las interacciones laterales de las intervenciones económicas con valores no económicos. Estos otros valores pueden incluir los beneficios de salud que obtienen las madres gracias a una mejor disponibilidad de agua dulce o la autoridad que trae consigo una mejorada capacidad y responsabilidad locales o la restauración del medio ambiente. También puede abarcar valores enteramente estéticos: la belleza de un río o el consuelo espiritual que da un lago cristalino. Estos valores presentan una dificultad inherente a ser medidos. Pero no por esto son menos importantes. Están presentes en cualquier análisis económico completo del manejo del agua local.

2. Las políticas y la investigación deben cambiar de enfoque y pasar de la ampliación al manejo de la demanda de los suministros de agua.

Este será el único postulado incontrovertible de estas páginas: el énfasis de las políticas del agua a todos los niveles –nacional, regional, local– tiene que virar de la oferta a la demanda. La cantidad de agua dulce que se puede agregar a la oferta total es limitada; será cada vez más costosa y su extracción será cada vez más peligrosa para el ambiente. En la mayoría de los países, como en la mayoría de las comunidades, la tasa máxima de extracción de agua dulce accesible está ya muy cercana, si es que no se ha sobrepasado ya.

El principal requisito es, por tanto, sacar el máximo provecho del agua que tenemos. Este es el dominio del manejo de la demanda. Las altas esferas del gobierno pueden estimular y financiar un mejor manejo de la demanda, premiando la conservación, penalizando el desperdicio, induciendo las innovaciones. Pero el trabajo real para lograr –aprovechar al máximo el agua que tenemos– debe hacerse a nivel doméstico, haciendas, fábricas y comunidades actuando colectiva o individualmente. Además, la tarea va más allá de determinadas tecnologías. En muchos casos el punto de apoyo de la palanca está en la estructura de las viviendas y en la economía regional, tanto como en el abandono de los cultivos de mucha agua e inclusive de la agricultura por irrigación.

Las políticas y la investigación deben trabajar a todos los niveles para modificar las decisiones y las estructuras que determinan la demanda de agua.

3. Los funcionarios deben comenzar siempre por aceptar las costumbres sociales y normas culturales como un hecho, pero no como sacrosantas.

En general, es más fácil hacer un cambio técnico que modificar las prácticas de la costumbre y las creencias establecidas. Por tanto, cuando se inicien las innovaciones en el manejo del agua, es conveniente primero examinar cuidadosamente qué es aceptable social y culturalmente en la comunidad local, y luego diseñar soluciones compatibles con la tradición local. Cuando existan patrones locales de uso del agua que den pruebas inequívocas de desigualdad y destrucción ambiental (y sólo en este caso) se deben considerar intervenciones más enérgicas para cambiar las creencias y los valores.

Los asuntos de derechos de agua presentan con frecuencia problemas especiales. Estos derechos, en algunas ocasiones están registrados y protegidos por la ley, pero con frecuencia operan por tradiciones locales. De nuevo, la existencia de un derecho al agua no es en sí una prueba de quién recibe qué o cuándo. En muchos casos, los derechos al agua están definidos en forma muy intrincada, meticulosamente impuestos con aprobación social, política o legal; en otros casos, están sujetos a trampas sistemáticas e inclusive a la violencia. En cualquier caso, el manejo del agua se convierte en un elemento crucial para el diseño de las políticas.

Generalmente las costumbres y normas locales (los tabúes que rigen el reciclaje de las aguas servidas, por ejemplo) deben tratarse más como oportunidades que como limitaciones. Ellos revelan los valores subyacentes y las formas de pensar –y las estrategias de supervivencia– que dan forma y fuerza a las innovaciones. La trillada historia tan común de los esquemas fallidos del desarrollo de las aguas, es con más frecuencia atribuible a malentendidos de la vida local que a la escasez de agua o a la ausencia de tecnología. Si las soluciones propuestas no agregan nada a las estrategias tradicionales aunque sea sólo para mejorarlas, están expuestas a un alto riesgo de rechazo.

Esto no quiere decir que la gente local siempre sepa más; romantizar la tradición es tan erróneo como exaltar la ciencia. Pero las costumbres locales siempre brotan de alguna racionalidad, y es necesario entender esta racionalidad. Además la sabiduría local y las costumbres tradicionales no son estáticas; puede que no cambien rápidamente pero tampoco cambian al azar. Cambian cuando, y sólo cuando, la gente percibe el valor del cambio.

4. Cuídese de las generalizaciones, pero comparta puntualmente el conocimiento.

Es difícil generalizar a partir de los pormenores de los casos y emitir una teoría de aplicación más general, especialmente cuando la investigación compromete explícitamente detalles y condiciones locales. Los funcionarios encargados de las políticas y los investigadores por igual, sólo deberían generalizar con sumo cuidado y también con humildad.

Desde el punto de vista científico, nunca hay suficiente información; desde el punto de vista político, siempre existe la obligación de actuar. Por tanto, los funcionarios encargados de las políticas y los investigadores, cada uno en su campo, tienen que tratar de distinguir metódicamente entre los resultados de aplicación general, cruzando fronteras geográficas y culturales, y aquellos únicamente para entornos específicos. En la mayoría de los casos, estas distinciones necesarias se refieren más a asuntos de cultura y gobierno que a temas de ciencia y tecnología.

Por último, deben compartirse las experiencias con la investigación y la adaptación. Usualmente el proceso para obtener la información científica y la innovación –más que el producto– van a encontrar una aplicación más amplia y rápida en otras comunidades y países. Aun los errores, sistemáticamente entendidos, pueden dar una información para la investigación y el gobierno en otras partes. Esta diseminación del conocimiento bien cimentado es un factor indispensable para el avance en el desarrollo sostenible.

La difusión en esta época está fortalecida especialmente en las redes de ONG muy lejanas, agencias del gobierno, educadores y muchos otros enlazados por Internet. Una demostración fehaciente y productiva de este potencial se encuentra en un programa educativo conocido como AQUAtox. Lanzado por el IDRC en 1998, AQUAtox enlaza más de 90 escuelas primarias y secundarias en 26 países para enseñarles los análisis simples para medir la contaminación química y biológica de las fuentes locales de agua. El proyecto, que comenzó como un proyecto piloto, se está transfiriendo a las ONG, a las agencias de los gobiernos, laboratorios y centros académicos que puedan aplicar y difundir mejor los resultados pedagógicos y científicos.

5. Para lograr un buen gobierno y una buena ciencia, evalúe de manera transparente, participativa y continua.

Lo nuevo no siempre es mejor. Por ejemplo, el agua de pozos "mejorados" con frecuencia sólo muestra que su calidad es marginalmente mejor que el agua de las fuentes tradicionales, y generalmente exige un cambio en el manejo, costoso y de alto riesgo. Por tanto, el monitoreo es importante: para determinar la naturaleza y la extensión del cambio, para ver si los resultados concuerdan con las expectativas y para determinar si en realidad se han adoptado los métodos nuevos de manejo. Esto toma tiempo, solamente porque las observaciones tienen que extenderse a la estación seca y a la lluviosa y durante años buenos y malos.

Sin embargo, la evaluación se desestima con demasiada frecuencia. Este es un grave error, no democrático y antieconómico. Peligroso, porque permite que los daños se acumulen sin detectarlos ni corregirlos. Despilfarrador, porque así no se controlan los costos ni los beneficios. No democrático, porque la evaluación es el elemento central de la transparencia y la responsabilidad del buen gobierno.

Las ONG locales, los centros académicos y toda la variedad de grupos fuera del gobierno pueden colaborar en la función de evaluación con efectos especialmente buenos en el manejo del agua. (Una evaluación del proyecto de AQUAtox confirmó, entre otras cosas, que había un mejor desempeño en las escuelas donde la comunidad local participaba por medio de las "reuniones abiertas" y otros mecanismos sociales). Otra investigación, parte de la cual la difundió el International Food Policy Research Institute, muestra que los proyectos de manejo del agua con la participación de las ONG tienen la tendencia a funcionar mejor que aquellos que están controlados exclusivamente por el gobierno a cualquier nivel. Es significativo que las ONG generalmente dediquen años a sus proyectos, mientras que los gobiernos tratan de obtener resultados a corto plazo. De la misma manera, las ONG tratan de favorecer a los más pobres y débiles en la comunidad, y los gobiernos confían más en las estructuras de mando existentes. El proyecto patrocinado por el IDRC en Nepal e India exploró una dinámica similar: "auditores sociales" no gubernamentales que identifiquen los intereses y argumentos que de otra forma no serían conocidos, e impulsen la información entre y a través de las comunidades. El monitoreo y la evaluación no deberían faltar en ninguna empresa de investigación ni en el gobierno.

Parte 5
Avances futuros

Antes de sugerir los caminos futuros para las políticas y la investigación, se requiere decir las cosas con franqueza. No todos los gobiernos ni las agencias gubernamentales están igualmente dispuestos a delegar autoridad en las comunidades locales o las ONG. Por el contrario, muchos de ellos han trabajado sin descanso para convencer a la gente de que abandone las fuentes locales de agua y los métodos tradicionales y, por tanto, de que entreguen el control local. Muchos gobiernos "antiguos" aún creen, o actúan como si creyeran, que ellos son los únicos que deben decidir sobre las políticas del agua y que los miembros de la comunidad son incapaces de manejar la oferta y la demanda locales. La alternativa (igualmente insidiosa) es descargar las obligaciones del manejo del agua en las autoridades locales sin proporcionar los recursos correspondientes. Estas actitudes representan un obstáculo enorme para el mejoramiento del manejo del agua y están fuera de lugar.

Los méritos del argumento del manejo local hablan por sí mismos en la evidencia de la investigación llevada a cabo en el mundo en desarrollo. Las estrategias de manejo del agua en las que en forma genuina participan los usuarios locales, son simplemente más eficientes, más efectivas, más equitativas –y ambientalmente más sostenibles– que las prácticas dirigidas desde arriba. Como el manejo local consigue un compromiso local y promueve instituciones más fuertes, contribuye así al manejo sostenible de toda la cuenca.

Pero esto no es meramente una opción entre los niveles del gobierno. Hay otros desafíos que enfrentar. Hoy día se reconoce la lógica de la planeación a escala de las cuencas, definidas no como fronteras políticas sino como unidades hidrológicas. Entonces, ¿como pueden los funcionarios encargados de las políticas reconciliar las convincentes ventajas del manejo de los drenajes o de las cuencas, con la realidad de la existencia de las fronteras políticas, líneas legales trazadas entre países o comunidades y líneas tradicionales entre tribus y clanes? Y ¿cómo pueden los que diseñan las políticas, reflejar el hecho de que los políticos tienen que rendir cuentas, primero que todo a sus propias comunidades, por las decisiones de manejo que tomen?

Las respuestas, ante todo, son notablemente simples. Las buenas políticas de agua consisten en la planeación a nivel de los drenajes o de las cuencas, y la implementación a nivel local. Pero la relación es recíproca. La administración del área de drenaje tiene que estar totalmente informada de los intereses, el potencial y el conocimiento de los recursos locales. Igualmente es cierto que la oferta y la demanda locales se ven restringidas por los límites biofísicos y socioeconómicos del área de drenaje como un todo. Finalmente, elaborar una buena política significa programar la implementación de las estrategias locales a través de todas las comunidades para lograr una integración coherente de la administración del área de drenaje.

Simple en principio, sí, pero difícil en la práctica. En sentido amplio, resolver estas dificultades describirá la futura dirección de la investigación y la administración local del agua.

Para comenzar, la investigación misma –su conducta y resultados– debe traducirse a un lenguaje fluido que puedan entender los que diseñan las políticas y las comunidades, para que los estudios puedan orientarse a la necesidad ya identificada (como, por ejemplo, el escaso suministro de agua a ciudades en crecimiento), y quienes diseñan las políticas puedan revisar con rapidez para darles aplicación lo más pronto posible. De la misma forma, los modelos confidenciales de hidrología tienen que convertirse en herramientas funcionales para la planeación del desarrollo urbano y rural.

Hay pues, asuntos de difusión, información rápida y útil de pueblo a pueblo, de vecindad a vecindad, a la mano de los que la necesiten. Con frecuencia la difusión se lleva a cabo mejor por medio del pueblo, vecindario o por la red de la ONG y no por medio de los pesados programas centralizados. Esta es una nueva dirección muy importante en la dinámica de gobierno alrededor del mundo: las redes de investigación, deliberación y acción organizadas y efectuadas en asociación estrecha entre gobiernos, ONG, eruditos, gente de negocios y muchos otros, con diversos intereses y con los mismos o bjetivos.

La mejora del manejo local del agua y la integración de todos los métodos locales en una sola estrategia de cuencas de mayor extensión, va a exigir también atención más concentrada y vigorosa a los problemas de la valoración del agua. Aquí los asuntos son en parte conceptuales y en parte políticos. Algunos de los asuntos conceptuales más difíciles resultan del hecho complejo de que el agua es tanto un bien económico (con valor en metálico) como una necesidad vital, a cuyo acceso cada persona tiene derecho reconocido (véase el recuadro 6). El agua debe ser valorada en un precio que refleje su costo real, pero también debe estar disponible y asequible también en cantidades y calidades suficientes para todo ser humano. Fuera de esto, mucha agua debe permanecer in situ para otros usos cuyo valor es muy difícil de precisar (tal como la pesca o el transporte). Habrá incluso otros usos del agua a los cuales es imposible poner precio: mantener el ecosistema y el puro placer que representa para el ser humano su sola presencia. El agua es en todas partes un recurso de múltiples usos, lo que es al mismo tiempo una bendición y un motivo de complicación.

Los asuntos políticos del precio del agua, algunos de ellos expuestos en secciones anteriores de esta publicación, nunca se han alejado mucho de los problemas prácticos del manejo. Aquí el equilibrio entre los intereses opuestos y los objetivos diferentes están matizados por la clase política, la casta, el género y las desigualdades de poder. La distribución de la tenencia de la tierra, los derechos de propiedad y el acceso son expresiones clásicas de las relaciones políticas en cualquier sociedad.

El manejo local en sí mismo tampoco es una defensa segura contra la operación perniciosa del poder político; algunos políticos operan más despiadadamente en las comunidades pequeñas que en el alboroto de los intereses de los que diseñan las políticas. Por ejemplo, el estudio de los aspectos socioeconómicos del programa "Working for Water" (Trabajos por el Agua) en Sudáfrica, patrocinado por el IDRC, demostró claramente que los conflictos locales son notablemente persistentes y que pueden ser un desafío para los esfuerzos por conservar el agua. El buen manejo del agua –como el buen gobierno– generalmente se define tanto por la equidad en los procedimientos como por en la equidad de los resultados. La turbulencia en la convergencia de la política y la economía es inevitable en los estudios y políticas del agua.

Recuadro 6. Los Principios de Dublín

En 1992, los expertos de 100 países y representantes de las organizaciones intergubernamentales y algunas ONG se reunieron en Dublín para la Conferencia Internacional del Agua y el Ambiente. La conferencia tuvo influencia en la preparación de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo, llevada a cabo un poco más tarde ese año en Río de Janeiro. Su breve conclusión es todavía una afirmación autorizada de la agenda de las políticas del agua; contiene cuatro "principios fundamentales", expuestos aquí con los comentarios que los acompañaban.

1. El agua dulce es un recurso finito y vulnerable, esencial para mantener la vida, el desarrollo y el ambiente. El manejo efectivo... exige un enfoque holístico enlazando el desarrollo social y económico con la protección de los ecosistemas naturales...

2. El manejo y desarrollo del agua debe basarse en un enfoque participativo, involucrando a los usuarios, planeadores y a quienes diseñan las políticas a todos los niveles. El enfoque participativo... significa que las decisiones se toman al nivel más bajo apropiado, con consulta y participación públicas completas...

3. Las mujeres desempeñan un papel central en la provisión, el manejo y el cuidado del agua. La aceptación e implementación de este principio requiere políticas positivas para encarar las necesidades específicas de las mujeres, para equiparlas y empoderarlas para participar a todos los niveles...

4. El agua tiene un valor económico en todos sus usos y debe reconocerse como un bien económico. Según este principio, es vital reconocer primero el derecho básico de todos los seres humanos a tener acceso a la salubridad y al agua limpia a precios asequibles...

Ninguna discusión en este tema estaría completa sin considerar los cambios del clima global y sus peligros. Con pocas excepciones (China, India y Brasil, entre ellas) los países en desarrollo toman el clima, no lo hacen. Como regla general, deberían reaccionar en su defensa contra el calentamiento global. Para tener éxito, las soluciones deben estar bien diseñadas, bien ejecutadas y con duración de varias décadas. Las soluciones provisionales fallarán.

La triste realidad es que los países en desarrollo van a sufrir los peores efectos esperados de cambio de clima, la mayoría en forma de perturbaciones más largas y más críticas: sequías, inundaciones, tormentas y demás. Las áreas secas posiblemente reciban menos lluvias; las áreas húmedas van a estar más secas. Para las zonas semiáridas, será la impredecible variación de año en año la que pondrá en peligro la vida y amenazar el desarrollo.

Además, a pesar de estos apuros serios e inminentes, todos los daños del cambio de clima en la mayoría de los países serán menores que el daño hecho por el mal manejo del agua. Por esto, una falla en la búsqueda y aplicación de las estrategias de manejo es tan costosa y también por ello las oportunidades para el manejo local exigen análisis del mando y acción. En cada una de nuestras comunidades todos compartimos los mismos imperativos: manejar con eficiencia el agua escasa, con justicia y con permanente determinación para conservar el ambiente que nos da la vida a todos.

Apéndice
Fuentes y recursos

La literatura sobre la naturaleza y las implicaciones de la escasez de agua es abundante, y aumenta día a día. Lo que sigue sólo pretende mostrar una guía rápida de las fuentes y recursos que pueden ser útiles para el análisis y el mejoramiento del manejo local del agua.

El campo global y los efectos locales de la escasez de agua, expresada en una prosa fluida sin jergas, es el tema de Water (Agua) de Marq de Villiers (Stoddart, 1999; edición revisada 2000). World Water Vision (Visión mundial del agua) de William J. Cosgrove y Frank R. Rijsberman (Earthscan, 2000) presenta una revisión excepcionalmente útil. The World's Water: The Biennial Report on Freshwater Resources (El agua del mundo: reporte bienal de recursos de agua dulce) de Peter Gleick (Island Press, 1998 y 2000) trata muy bien el tema, puesto al día regularmente.

Thomas Homer-Dixon presenta el estudio del conflicto moderno y la escasez del recurso en su cuidadoso Environmental, Scarcity, and Violence (Ambiente, escasez y violencia), (Princeton University Press, 1999). Los vínculos entre la escasez de agua y los conflictos –y el fenómeno más común de escasez de agua como generadora de cooperación– son hábilmente resumidos en "Dehydrating Conflict" (Conflicto de deshidratación) de Sandra L. Postel y Aaron T. Wolf (Foreign Policy, septiembre/octubre de 2001, pp. 60-67). Dos libros del IDRC enfocados en Israel y Palestina donde el agua se considera con frecuencia una fuente de conflicto: Watershed: The Role of Fresh Water in the Israeli-Palestinian Conflict (Cuencas: el papel del agua dulce en el conflicto israelí-palestino) de Stephen B. Lonergan y David B. Brooks (IDRC, 1994) y Management of Shared Groundwater resources: The Israeli-Palestinian Case with an International Perspective (Manejo de los recursos compartidos de agua subterránea, el caso israelí-palestino con una perspectiva internacional) editado por Eran Feitelson y Marwan Haddad (IDRC y Kluwer Academic Publishers, 2000).

La publicación del Fondo de Población de las Naciones Unidas The State of World Population (Estado de la población mundial) 2001. El capítulo dos, "Water and Population" (Agua y población) presenta estadísticas confiables, se descargó el 7 de noviembre de 2001 del sito www.unfpa.org/swp/2001/english/ch02.html.

Fuentes confiables de información y análisis (junto con vigorosas defensas) proliferan en la web. Se incluyen algunos de los sitios útiles sobre manejo del agua: The International Water Management Institute (Instituto Internacional para el Manejo del Agua, www.iwmi.org), un sitio de uso fácil, bien diseñado con investigaciones recientes y de archivo con "herramientas y conceptos" útiles para el lego en la materia; World Comission on Dams (Comisión mundial de represas, www.dams.org), una buena demostración de lo que puede realizar una red global de políticas, con acceso a su importante reporte Dams and Development (Represas y desarrollo), publicado en 2000; el World Water Council (Consejo Mundial del Agua, www.worldwatercouncil.org), una fuente excelente, con enlaces directos con otras organizaciones y materiales sobresalientes; el International Food Policy Research Institute (Instituto Internacional de Investigación de Políticas de Alimentación) (www.ifpri.org); y el World Resources Institute (Instituto Mundial de Recursos) (www.wri.org), especialmente fuerte en datos y mapas.

La Declaración de Principios de Dublín "Desarrollo sostenible y agua", citada en el recuadro 6, se descargó en octubre 17 de 2001 del sitio de la World Meteorological Organization (Organización Meteorológica Mundial) (WMO) en www.wmo.ch/web/homs/icwedece.html. El WMO, el World Resources Institute y el World Water Council están entre las muchas organizaciones que contribuyen al análisis y discusiones del cambio climático global. Peter Gleick produjo un estudio muy útil sobre el cambio de clima, accesible en www.pacinst.org/overview.html. Para conocer una revisión somera del tema, consulte E. Z. Stakhiv, "Policy Implications of Climate Change Impacts on Water Resources Management" (Implicaciones de las políticas del impacto del cambio climático en el manejo de los recursos hídricos) Water Policy, vol. 1 (1998), pp. 150-175.

En el libro Water Management in Islam (Manejo del agua en el Islam, United Nations University Press e IRDC, 2001) editado por Naser I. Faruqui, Asit K. Biswas y Murad J. Bino, se encaran cuestiones importantes de cultura, costumbres y religión. Anil Agarwal y Sunita Narain hacen un persuasivo examen del valor duradero (y la costosa pérdida) de la sabiduría tradicional, en su libro: Dying Wisdom: Rise, Fall and Potential of India's Traditional Water Harvesting Systems (Muerte de la sabiduría: surgimiento, caída y potencial del sistema tradicional de recolección de agua de la India), Centre for Science and Envirnonment, 1997. El creciente interés en opciones de manejo local del agua se refleja en The Cooperative Management of Water Resources in South Asia (Manejo cooperativo de los recursos hídricos en Asia del Sur) publicado por Tony Beck, Pablo Bose y Berrie Morrison (Institute for Asian Research, University of British Columbia, 1999). De los proyectos de investigación del IDRC en Asia han resultado dos libros que examinan el manejo local del agua: Rethinking the Mosaic: Investigations on Local Water Management (Replanteo del mosaico: investigaciones sobre el manejo local del agua) por Marcus Moench, Elisabeth Caspari y Ajaya Dixit (Nepal Water Conservation Foundation and ISET, 1999); y The People and Resource Dynamics Project: The First Three Years (La gente y el proyecto dinámico de los recursos: los primeros tres años) publicado por Richard Allen y otros. (International Centre for Integrated Mountain Development, 2000).

Para conocer explicaciones de los proyectos patrocinados por el IDRC que se mencionan en las páginas precedentes (sea que se hayan citado específicamente o no), consulte www.idrc.ca/waterdemand/idrcprojects_e.html Para conocer con más detalle o más profundidad de los proyectos, visite el sitio web (www.idrc.ca) o vaya directamente a la biblioteca del Centro en www.idrc.ca/library. En la biblioteca, haga click en IDRIS luego busque el tema (recolección de agua lluvia, por ejemplo) o por país. El sistema IDRIS va a responder con un resumen, incluyendo términos de clave que pueden llevar al lector curioso a otros proyectos y temas relacionados. Aun con más detalle, con los resultados de los estudios, lecciones aprendidas y números de catálogo de los proyectos locales de agua del IDRC, pueden verse en "Local Water Supply and Management: A compendium of 30 Years of IDRC-Funded Research" (Suministro local de agua y su manejo: un compendio de 30 años de investigaciones patrocinadas por el IDRC) de David B. Brooks, Sarah Wolfe y Tilly Shames (IDRC 2001). Este compendio constituye la fuente primaria para este libro, y es uno de los recursos que se pueden encontrar en www.idrc.ca/water.

Las publicaciones del IDRC sobre estos y muchos otros temas pueden ojearse en el IDRC Booktique, en www.idrc.ca/booktique.

El editor

El Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) es una corporación pública creada por el Parlamento de Canadá en 1970 para ayudar a los investigadores y a las comunidades del mundo en desarrollo a encontrar soluciones a sus problemas sociales, económicos y ambientales. El patrocinio está orientado al desarrollo de los conocimientos de los investigadores locales para mantener las políticas y tecnologías que necesitan los países en desarrollo para generar sociedades más saludables, equitativas y prósperas.

IDRC Books publica los resultados de las investigaciones y los estudios de los eruditos en los asuntos relacionados con el desarrollo equitativo y sostenible a nivel mundial y regional. Como especialista en literatura sobre el desarrollo, IDRC Books contribuye al corpus de conocimiento en estos temas para promover la causa del entendimiento y la equidad mundial. Las publicaciones del IDRC se venden en su oficina central en Ottawa, Canadá, así como en las agencias y distribuidores en todo el mundo. El catálogo completo se puede consultar en www.idrc.ca/books.

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Esta edición se terminó de imprimir en junio de 2004.
Publicado por ALFAOMEGA COLOMBIANA S.A.
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E-mail: scliente@alfaomega.com.co
La impresión y encuadernación se realizaron en
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