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Creado: 2003-05-28 9:39
Modificado: 2004-10-29 23:44
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SEMILLAS GENEROSAS / Parte 1: El tema
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Ronnie Vernooy

Parte 1

El tema

Megacultivos y erosión genética

Al costado de un camino, en la zona rural de Canadá, puede verse un cartel que dice "Si usted comió hoy, agradezca a un agricultor". Quizás también debería decir "agradezca a un mejorador de plantas", porque la mayoría de la gente del hemisferio norte, y también un gran porcentaje del hemisferio sur, come hoy en día gracias a los importantes avances de la ciencia y la tecnología en la agricultura.

La ciencia agrícola nos ha permitido desafiar las previsiones pesimistas de Malthus y seguir alimentando a una población mundial en continua expansión. Aunque el ritmo de este crecimiento se redujo en la última generación, la humanidad continúa aumentando: somos 6.000 millones hoy, seremos 8.000 millones pronto y quizás 10.000 millones en 2050. Pero hay un fenómeno preocupante: a medida que la población humana sigue creciendo, el número de plantas cultivables del que depende nuestra subsistencia disminuye.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo comenzó la agricultura entre 8.000 y 10.000 años atrás, es decir, cómo nuestros antepasados comenzaron a identificar, manipular y manejar ciertas plantas y criaturas silvestres para alimentarse. Sí sabemos que la invención de la agricultura representó un cambio radical en la evolución de la humanidad, que condujo a los sistemas y las estructuras sociales que llamamos "civilización".

A través de milenios, la experimentación de los agricultores permitió la domesticación de una gama cada vez más amplia de plantas capaces de satisfacer necesidades, preferencias y condiciones ambientales específicas. El resultado fue miles de variedades de plantas, diferentes y genéticamente únicas, cultivadas en sistemas agrícolas. Sin embargo, hoy sólo se cultivan unas 150 especies de plantas. Doce de ellas proveen de alimento vegetal a tres cuartos de la humanidad, mientras que la mitad del planeta se abastece, en cuanto a plantas se refiere, exclusivamente de un número limitado de variedades de unas pocas especies vegetales. Son los "megacultivos": arroz, trigo, maíz, y también sorgo, mijo, papa y batata.

Se denomina megacultivos a plantas de alto rendimiento y altos insumos, desarrolladas por científicos en centros internacionales de investigación agrícola alrededor del mundo. Estas especies fueron el cimiento de la llamada entonces Revolución Verde, porque incrementó enormemente la producción agrícola en muchas regiones en desarrollo y brindó alimento a cientos de millones de personas.

Sin embargo, en el corazón de este logro se esconde una amenaza. El sistema de investigación agrícola vertical, de arriba hacia abajo, en el cual los agricultores son vistos como simples receptores de la investigación y no participantes en ella, ha contribuido a una dependencia cada vez mayor de relativamente pocas variedades de plantas. Esta tendencia y la creciente industrialización de la agricultura son causales decisivas de lo que sólo puede ser definido como "erosión genética". Por tal se entiende la pérdida de especies y la reducción de la variedad (que afecta, además de las plantas, a animales y microorganismos), así como la interrupción gradual de los procesos que preservan la evolución de la diversidad biológica o biodiversidad. Son parte de estos últimos la evolución constante del conocimiento, las innovaciones, las experiencias y las formas de organización de los agricultores en las comunidades locales e indígenas. Las prácticas de producción, de cosecha y de preparación de alimentos suelen ser un aspecto integral de la identidad cultural de los pueblos.

El conocimiento de los agricultores sobre la biodiversidad agrícola aún es esencial en muchas partes del mundo, pero sus cultivos y sistemas de producción agrícola están bajo una creciente presión. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y
la Alimentación (FAO) estima en la actualidad que, de casi un cuarto millón de variedades de plantas disponibles para la agricultura, sólo se están utilizando unas 7.000, o sea, menos de 3%. Al desuso sigue el olvido y, posiblemente, la extinción.


Según la FAO, el reemplazo de las variedades locales por variedades mejoradas o exóticas, o ambas, es la causa principal de la erosión genética en el mundo.

Por qué importa la biodiversidad

La agricultura moderna es como una gran pirámide invertida, apoyada en una base estrecha y precaria. La futura provisión de alimentos podría verse amenazada a causa de la erosión genética ante cualquier acontecimiento que reduzca la efectividad de las variedades de alto rendimiento de las que dependemos en la actualidad.

Ésta es la primera paradoja: el éxito mismo de la ciencia agrícola ha traído la concentración en un número reducido de variedades diseñadas para la agricultura intensiva y una reducción drástica de la diversidad de las variedades vegetales disponibles para seguir adelante con la investigación y el desarrollo agrícolas.

En el pasado, los investigadores podían descansar en los agricultores para conservar una variedad suficiente de cultivos que les aportaran el "nuevo" material genético necesario. Hoy día y cada vez más frecuentemente los fitomejoradores tienden a usar un conjunto reducido de variedades mejoradas. Pero la homogeneidad de la agricultura moderna amenaza esa fuente de diversidad genética y, por lo tanto, arriesga la seguridad alimentaria tanto local como mundial.

Por otra parte, el éxito de los mejoradores de plantas no ha estado libre de manchas. Las variedades de alto rendimiento a menudo son también variedades de altos insumos. Necesitan en la mayoria de los casos de aplicaciones regulares de fertilizantes y otros insumos. En otras palabras, no prosperan en suelos pobres o en condiciones adversas.

En efecto, estas restricciones colocan a las variedades de alto rendimiento fuera del alcance de millones de pequeños agricultores, que no pueden pagar el alto precio de las semillas y los fertilizantes. Peor aún, la mayoría de estos agricultores rechaza las ofertas de los mejoradores de plantas porque simplemente no están diseñadas para sus realidades. No satisfacen las necesidades de los agricultores ni las condiciones locales.

Aún así, estos agricultores pobres, una gran porción de los cuales son mujeres, producen el 20 % del alimento del planeta. Alrededor de un cuarto de la población mundial depende de estas pequeñas parcelas para obtener su alimento.

Los agricultores pobres emplean típicamente técnicas agrícolas mixtas, cultivan granos y vegetales, crían algunos pollos para tener huevos y carne y, si pueden, mantienen algunos animales: cerdos, cabras, una o dos vacas. Seleccionan y plantan las semillas de sus propios cultivos y las intercambian con sus vecinos o familiares. A veces las semillas son entregadas como regalos valiosos. Para muchos es una forma de subsistencia, a menudo complementada por el trabajo fuera de la finca. Pero en una buena estación puede haber un excedente para llevar al mercado.

Ahora la segunda paradoja: la clave para incrementar la diversidad biológica y cultural puede estar en estos pequeños agricultores tradicionales porque, en su lucha simple por la supervivencia, en suelos pobres y con recursos limitados, continúan permitiendo que las variedades evolucionen. Seleccionan tipos de plantas (más que variedades) a partir de sus propias observaciones y según sus necesidades específicas. Por ejemplo, las condiciones locales pueden ser favorables para una planta más baja y robusta, o el sabor e incluso el color del producto final puede ser importantes.

El resultado es que, en un grado sorprendente, estos agricultores se han convertido en los custodios de la biodiversidad. Mediante sus habilidades como mejoradores de plantas (en base a la experiencia y la observación, más que al conocimiento científico) mantienen la variación genética esencial para la evolución y adaptación continua de los genotipos vegetales. Además, aportan al proceso una amplia diversidad cultural, expresada en el conocimiento, las lenguas, las prácticas y las formas de organización locales, que son igualmente importantes para conservar la biodiversidad.


La reformulación de las estrategias convencionales de mejoramiento de plantas implica, sobre todo, reconocer el papel de los agricultores en la toma de decisiones.

Conservación y mejoramiento dinámicos

El mejoramiento de plantas basado en un modelo único para todos, no sólo no satisface las necesidades de los pequeños agricultores en el mundo en desarrollo, sino que contribuye también a la pérdida de la biodiversidad agrícola. A su vez, esta pérdida de biodiversidad disminuye la capacidad de los ecosistemas agrícolas para continuar produciendo recursos renovables. Y además limita la capacidad del ecosistema para enfrentar el cambio, con lo cual reduce su resistencia. En síntesis, los problemas se agravan. Según el informe de la FAO de 1998, sobre el estado
de los recursos genéticos vegetales para la agricultura y la alimentación: "Sería necesario repensar las estrategias convencionales de mejoramiento".

Reformular las estrategias convencionales de mejoramiento significa, sobre todo, reconocer el papel esencial de los agricultores, de su conocimiento y organización social, en la gestión y el mantenimiento de la biodiversidad agrícola. El reconocimiento de estos roles es la base del enfoque de la investigación agrícola denominada "Mejoramiento participativo de plantas" o MPP. En síntesis, el objetivo del MPP es asegurar que la investigación responda a las necesidades de los agricultores. Los investigadores trabajan directamente con los agricultores y gran parte de los ensayos se efectúan en el campo.

En el MPP, en lugar de jugar un papel de apoyo a la investigación, los agricultores son considerados socios en la tarea. En efecto, los agricultores a menudo toman la delantera, a veces combinando sus propias semillas con el material entregado por los mejoradores de plantas. Como las variedades de los agricultores están bien adaptadas a las condiciones locales, hay más posibilidades de que los resultados sean buenos. Y cuando esto sucede, los agricultores no dudan en comenzar a multiplicar y distribuir la semilla. Es así un proceso dinámico de conservación y optimización.

El MPP y la conservación in situ de la biodiversidad agrícola , o sea, el mantenimiento de la diversidad de las especies vegetales en las parcelas y hábitats donde se originaron y continúan evolucionando, son dos metodologías complementarias. Los pequeños agricultores mejoran una y otra vez sus propias variedades simplemente para sobrevivir. Al hacerlo mantienen esa biodiversidad, pero no distinguen entre conservación y desarrollo. El MPP es un enfoque que, mientras conserva la diversidad, promueve el desarrollo.

El MPP fortalece a los pequeños agricultores y valora la lógica de sus elecciones. Otorga a los agricultores un mayor control sobre su forma de vida y brinda a los que viven en o cerca del nivel de subsistencia una oportunidad de romper el círculo de la pobreza. Es probable que ningún grupo se beneficie más del enfoque del MPP que las mujeres rurales pobres. Son las mujeres quienes hacen gran parte del trabajo agrícola, procesan y almacenan los granos y otros cultivos, así como preparan el alimento. Asimismo, en muchos lugares, preservan las mejores semillas para plantar y desempeñan así un rol esencial en la gestión de los recursos genéticos vegetales.

He aquí la tercera paradoja: los países más ricos en material genético suelen ser los más pobres en términos de riqueza económica. Muchos de los cultivos de los que el mundo depende hoy en día se originaron en lo que ahora llamamos el mundo en desarrollo. Por ejemplo, las papas en los Andes de América Latina, el trigo en Asia Occidental y Central. No es sorprendente que la mayor diversidad genética aún se encuentre en estas regiones, como ilustra la Figura 1.

Figura 1. Regiones de diversidad de las principales plantas cultivadas (adaptada de la FAO 1998).

Si esa diversidad debe ser preservada para la seguridad alimentaria futura de toda la humanidad, habrá que encontrar formas para que los pueblos de esas regiones, que de hecho son sus custodios, participen finalmente de los beneficios. Por lo tanto, el MPP también deberá tratar el delicado tema de los derechos de los agricultores. Este es un concepto que ya ha sido adoptado por muchos promotores del MPP y está implícito en el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), que exhorta a un reparto equitativo de los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos. El concepto va más allá de simplemente compensar a los agricultores por su papel en la conservación y el mejoramiento de los recursos genéticos vegetales. Se propone que las comunidades ganen mayor control sobre sus propios materiales biológicos, el intercambio de conocimiento y tecnología, la capacitación y el acceso a la tierra y los mercados.


Muchos investigadores consideran que el mejoramiento participativo de plantas es un paso esencial para asegurar el abastecimiento mundial de alimentos.

Una década de investigaciones

Existen diversos enfoques del MPP. Algunas organizaciones de desarrollo lo consideran un medio para aliviar la pobreza y aumentar la provisión de alimentos en algunas de las regiones más pobres del mundo. Otros lo promueven como manera de reducir los costos de la investigación y hacerla más eficaz. Y otros a su vez hacen hincapié en temas como los derechos de los agricultores y una situación más equitativa para las mujeres. Muchos investigadores lo ven como un paso esencial para asegurar el abastecimiento mundial de alimentos. El Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC), de Canadá, desde 1992 dedica especial atención a la investigación orientada a apoyar la conservación de la biodiversidad. En la actualidad, el IDRC sostiene ese interés a través del programa para el Uso Sustentable de la Biodiversidad (USB). Este esfuerzo se fundamenta en diversas investigaciones aplicadas en las áreas de agricultura, pesca, forestería, nutrición y salud, apoyadas por el IDRC en las décadas de 1970 y 1980.

Este libro presenta un breve examen de una década de apoyo a la investigación directa o indirectamente orientada al campo del mejoramiento participativo de plantas. Los resultados acumulados de estas investigaciones representan un cuerpo de conocimientos y experiencias que vale la pena compartir. El texto comienza con una revisión del enfoque y de las preguntas básicas de la investigación, ilustradas por breves informes sobre seis proyectos distintos en el mundo. A continuación, se examinan los resultados acumulados de los proyectos a la luz de los alcances esperados. Prosigue una serie de recomendaciones para actividades futuras, sobre la base de las lecciones aprendidas en la última década. El libro concluye con una propuesta de futuras direcciones posibles de investigación y políticas de MPP como parte integral de una agenda mundial sobre biodiversidad agrícola.





Editorial : IDRC

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