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Identificación: 19581 Creado: 2002-11-04 16:08 Modificado: 2004-11-15 16:03 Refreshed: 2006-01-28 00:01 |
Repetimos: la escasez de agua se presenta en el ámbito local, regional e incluso global. Sus efectos dañinos son más duraderos y dramáticos en las zonas áridas y semiáridas, donde la recolección del agua es una preocupación antigua e imperiosa para la vida. (En las cuencas áridas o semiáridas vive casi un sexto de la población mundial, constituyendo cerca de las tres cuartas partes de la población más pobre). Hoy día, sin embargo, la escasez está penetrando, en forma igualmente nociva, en comunidades que no estaban acostumbradas a luchar con la falta de agua, desde los altos y fríos valles de los Himalayas hasta las fangosas laderas de las ciudades tropicales. Esta es una escasez debida a la inadecuada pluviosidad, agotamiento y contaminación de las fuentes de agua dulce y la presión de la densidad de la población urbana, generalmente agravados por la negligencia y el desgobierno de los mandatarios. Décadas de investigaciones han demostrado que algunas de las más fuertes respuestas a esta escasez han sido organizadas en el ámbito doméstico, de campos de cultivo, pueblos y vecindades de las ciudades. Con frecuencia sucede que la práctica tradicional muestra la forma más efectiva del manejo local del recurso hídrico, particularmente cuando se refuerzan con técnicas científicas. Casi siempre el manejo y la aplicación exitosa de la investigación están influenciados en la misma medida por factores sociales, económicos y políticos como por cualquier tecnología que se escoja. Si tiene buena información y suficiente autonomía, la gente usualmente demuestra que conserva en forma confiable sus propios recursos locales. Lo que sigue, por tanto, es un corto estudio de las tres estrategias para el manejo local del agua, con énfasis en los hallazgos (y en los fracasos) más sobresalientes para mejorar las políticas y la práctica. 1. Suministro de agua en pequeña escala Captores de niebla Redes de polipropileno, largas y tenues, ondean en los bordes de los acantilados costeros, brillando con la humedad y transformando la niebla traída por el viento en el precioso líquido para los pueblos sedientos en las faldas del monte. Los captores de niebla representan una idea simple e ingeniosa. Una redecilla fina se pone frente al viento húmedo de modo que el agua se condensa en los filamentos, se recolecta en vasijas y se conduce por tuberías hasta donde sea necesaria (véase la figura 2). De un solo golpe, las zonas áridas de las costas de Chile, Perú, Ecuador y otros muchos países en todo el mundo obtienen el agua tan deseada, a partir del aire. Figura 2. La tecnología de atrapar la niebla es sólida. Pero, por muchas razones, en la práctica los captores de niebla no han tenido éxito. Desarrollado por primera vez (con la financiación del IDRC y la Unesco) a mediados de la década de 1980, la colecta de niebla en realidad imita el trabajo de la naturaleza. Los árboles sirven de captores de niebla, un bosque que creciera en una región árida podría proporcionar más agua al suelo seco que la que le caería por lluvia y la tecnología ha comprobado ser válida. En la década de 1990 un grupo de captores de niebla en Chile estaba produciendo 11.000 litros de agua al día, agua suficiente para entregar 33 litros diarios por persona a la población de una localidad vecina (más del doble de la cantidad que estaban recibiendo transportada por camión). Resultados similares se han alcanzado en lugares tan diversos como México, Nepal, Sudáfrica y Omán. Pero, a pesar de su refinamiento técnico, en la práctica los captores de niebla no han tenido éxito. He aquí algunas razones: Primero: la investigación de seguimiento ha demostrado que la producción de agua de la niebla –aun en regiones áridas– puede ser más costosa que las alternativas disponibles. Los costos son muy sensibles a la distancia entre las redecillas (usualmente en cimas y laderas remotas) y los consumidores de la ciudad. En el caso del sitio piloto de Chile, se necesitaron seis kilómetros de tuberías de PVC. Segundo: los captores de niebla son frágiles y requieren cuidados tanto físicos como sociales. Los rompimientos de las redecillas, los escapes en la tubería y el viento pueden destruir toda la estructura. El mantenimiento continuo exige una nueva clase de administración que debe ser organizada y sustentada por la comunidad local. Tercero (posiblemente puede ser en parte una consecuencia), los captores de niebla son vistos por la comunidad como recursos hídricos de segunda clase, atractivos sólo hasta que el pueblo se conecte al acueducto o a otros sistemas "modernos" de suministro. Por otra parte, en Chile la mayor parte del agua de los captores de niebla se usa para la horticultura o silvicultura y no como agua potable. Esto se atribuye en parte a la preocupación de la gente por la contaminación de la atmósfera con minerales pesados derivados de la minería. Los resultados de éstas y otras experiencias se evaluarán, con más detalle, en la siguiente parte de esta publicación. Aquí será suficiente sacar cuatro conclusiones acerca de los captores de niebla. La primera es que los captores de niebla pueden suministrar pequeñas cantidades de agua potable donde las alternativas son inaccesibles o de precios prohibitivos. La segunda conclusión es que no son un sustituto de los sistemas convencionales cuando estos sistemas están disponibles y son adecuados. Tercero, la innovación técnica no fue estudiada en estos casos poniendo atención igualmente cuidadosa a los asuntos de costos, tarifas y mantenimiento institucional. Cuarto – esta es clave porque es típica –, la investigación sobre la captura de niebla ha tomado ahora una dirección inesperada con utilidades potenciales mayores que lo que se imaginó para los proyectos originales. En lugares tan distintos como Suecia, Israel y Tanzania, los investigadores están experimentando con la recolección del rocío, tomando la humedad de los vientos nocturnos que soplan aun en los desiertos más secos. Recolección de aguas lluvias de los techos En los polvorientos pueblos del valle del Jordán, en las altiplanicies del este de África, en los arrozales del sureste asiático (y en las haciendas de los pioneros de Norteamérica), la recolección de aguas lluvias de los techos se ha practicado durante siglos. Es lo más común en las zonas áridas y semiáridas, pero familiar también en los climas de monzones, de aguaceros estacionales y en islas donde el agua dulce nunca es suficiente. Dependiendo de los materiales y las costumbres locales, los techos pueden ser inclinados o planos, sólidos o de paja, pero las variaciones reales – y los retos para la investigación – aparecen cuando se encara el problema del transporte y el almacenamiento del agua recogida. Es aquí donde aparecen los problemas técnicos difíciles con el agua de lluvia, mantener limpia el agua y la ingeniería de un almacenamiento económico y efectivo (véase la figura 3). Figura 3. La recolección de agua lluvia de los techos es una tecnología madura y comprobada. Su aplicación requiere poco más que energía comunitaria y deseo de organizarla.
La investigación en Oriente Medio, África y Asia ha demostrado que el diseño de sistemas de almacenamiento para mantener segura y saludable el agua son muy difíciles incluso donde la recolección de agua lluvia de los techos es una antigua tradición. Como mínimo debe permitirse que el agua lluvia limpie primero los techos. Por obvias razones se necesita mantener alejados a los pájaros. Luego el agua recolectada debe guardarse en recipientes cerrados o en cisternas impermeables; si se va a usar para el consumo humano o para lavar, el método de tomar el agua de las cisternas de almacenamiento también debe ser higiénico. Finalmente, las cisternas o recipientes deben mantenerse alejados de los contaminantes. Aun así, estos proyectos confirman el enorme potencial de la recolección de agua de los techos. En la ciudad de Gaza – con sólo 400 milímetros de lluvia por año– un sistema de recolección de agua diseñado apropiadamente puede proporcionar suficiente agua limpia para satisfacer, en forma indefinida, las necesidades de agua potable, agua para la cocina y el aseo de una familia de seis personas. Los impedimentos para desplegar más productiva y extensamente el uso del agua lluvia de los techos son en parte económicos y en parte organizacionales. La difusión de los métodos (y el entusiasmo) no ocurrirá en las comunidades si no se demuestra prácticamente la efectividad y la durabilidad. Los diseños teóricos deben adaptarse a las circunstancias y expectativas locales. En la mayoría de los casos es necesario el entrenamiento de la comunidad en construcción y mantenimiento (con frecuencia con la participación de los maestros de escuela locales), todo lo cual necesita una organización continuada para lograrlo. Nos queda el asunto de los costos, especialmente de los tanques de almacenamiento. En Palestina, como en otras partes, se ha encontrado que lo mejor para la durabilidad y el mantenimiento limpio es el ferro concreto. Pero el costo instalado de 200 dólares por familia es más de lo que muchas familias pueden pagar. Se presentan dos respuestas políticas:
Todas estas innovaciones en demostración, entrenamiento, financiación, mantenimiento y repartición del agua almacenada, exigen la generación de una administración institucional. Afortunadamente, las investigaciones muestran que la construcción y el mantenimiento, están fácilmente en general dentro de las capacidades de la gente; con frecuencia las mujeres son las que primero aprenden a proteger la calidad y salubridad del agua. Casi en todos los proyectos las organizaciones no gubernamentales (ONG) toman parte activa en el diseño, construcción y entrenamiento de la gente. Esta es una tecnología madura y ampliamente probada. Su aplicación requiere un poco más que la energía de la comunidad y la voluntad de organizarse. Esta necesaria participación de la comunidad es otro punto que debe abordarse de nuevo en la siguiente parte. Recolección de agua en el campo La recolección y conducción de las escasas aguas de lluvia – para los jardines domésticos, bebida del ganado y aun para uso humano – ha ocupado a la humanidad por miles de años. La recolección del agua en el campo se ve más obvia en las zonas semiáridas, donde las pérdidas por evapotranspiración pueden ser cuatro o cinco veces mayores que la lluvia. Como regla general, este sistema funciona mejor donde no hay suficientes lluvias para sostener la agricultura sin intervención pero sí hay suficiente al menos para producir cosechas ocasionalmente. Se han desarrollado muchas y variadas tecnologías a través de los siglos, desde simples diques, zanjas y tambres hasta los sistemas sofisticados de túneles de Siria, los "qanats" construidos para llevar agua a grandes distancias desde las fuentes en las montañas hasta las haciendas y las ciudades. Palmyra, metrópolis siria de la época de los romanos, existió, como otras muchas ciudades de la región, gracias a su enorme capacidad de recolectar, transportar y almacenar agua dulce. Con mucha frecuencia y por diversas causas, los métodos tradicionales de recolección de agua han caído en desuso o ya no satisfacen la nueva y creciente demanda. La investigación financiada por el IDRC se ha enfocado en dos objetivos. El propósito de algunos proyectos ha sido descubrir la forma en que unas técnicas de recolección de agua, más o menos convencionales, se pueden aplicar en lugares no convencionales o en comunidades no familiarizadas. En otros proyectos el objetivo ha sido mejorar los métodos viejos para cubrir áreas mucho más grandes, con tecnologías nuevas como la cartografía satelital, modelos matemáticos complejos para el análisis de pendientes y de suelos, la selección de los cultivos y el seguimiento de las lluvias. Muchos de estos proyectos (en Kenya, Jordania, Yemen y Siria) se pueden considerar exitosos (véase el recuadro 1). Algunos han demostrado que las estrategias antiguas de recolección de agua, con los métodos nuevos, pueden hacerse funcionar a escalas medidas en cientos de hectáreas. Otros demostraron cómo la estrategia integrada a la tierra y al manejo del agua puede optimizar los usos del agua y proteger los suelos. Lo que estos proyectos muestran también es que los resultados prometedores de las investigaciones rara vez se traducen en una aceptación fácil por los granjeros y dueños de las tierras. Los resultados indican que los métodos más limitados y menos complicados tienen más posibilidades de ser aceptados y puestos en práctica por largo tiempo que los diseños de manejo integrado del recurso.
Por ejemplo, en las estepas de Siria muchos años de investigación sobre el desarrollo del recurso integrado generó valiosos datos sobre el control de la erosión y el diseño de diques para lograr mejoras sustanciales en los cultivos y la reforestación. Pero también demostró que la alteración de la tierra para mejor recolección de aguas requiere una inversión significativa, que sólo puede llevarse a cabo si las empresas tanto públicas como privadas tienen acceso al crédito. Aun así, el precio recibido por las cosechas cultivadas con esta agua debe ser suficientemente alto para cubrir los costos. Esto implica tanto una especialización en cultivos de mayor valor en el mercado y rebaños más grandes, como subsidios para sufragar parte de los costos y reflejar así el valor de la creación de empleo rural y de la protección del entorno de la estepa. Esta es la clase de análisis socioeconómico que surge como punto central de las iniciativas de producción en el manejo del agua. En el caso de Siria, la promoción de cultivos de alto valor en el mercado y grandes rebaños beneficia principalmente a los que ya están bien; subsidiar las ganancias sociales y ambientales, por otra parte, encaminaría la mayor parte de los beneficios hacia las familias más pobres. Recarga y protección de los acuíferos Estrictamente hablando, "acuíferos" son estratos geológicos que contienen agua, sea en arenas, gravas o fluyendo a través de los poros y fracturas de las capas subterráneas. (Acuífero en latín significa "contenedor de agua".) En el lenguaje común, acuífero también se refiere a la valiosa agua en sí – cuerpos de agua subterráneos, aún no completamente comprendidos, que fluyen lentamente a través del substrato y de los estratos profundos del subsuelo. Exténdiendose en algunos casos a través de miles de kilómetros cuadrados, separados por cientos de kilómetros de distancia desde las zonas lluviosas hasta los manaderos y fuentes donde emergen a la superficie, los acuíferos son fuentes muy importantes de agua, y están amenazados casi en todas partes por la contaminación y el mal uso. Desde el Sahel hasta Latinoamérica o hasta Indonesia, los acuíferos sufren los efectos del mal manejo (o carencia total de manejo). En muchas regiones el suministro de agua dulce de los acuíferos ha declinado catastróficamente; algunos se han agotado completamente, al menos en la estación seca. También se ha degradado la calidad de los acuíferos tanto por la salinización que con frecuencia sigue a la reducción de la presión por el excesivo bombeo, como por la filtración de fertilizantes, desechos químicos y otros contaminantes. La degradación de los acuíferos se considera una genuina crisis en muchas partes del mundo, especialmente en zonas urbanas de Latinoamérica donde muchas ciudades dependen inevitablemente de estas fuentes. (El nivel freático de Ciudad de México ha descendido veinte metros en cincuenta años). Como resultado, el IDRC ha estimulado la investigación de la protección de los acuíferos conocidos y el desarrollo de otros nuevos. En la Universidad de Costa Rica, por ejemplo, el IDRC patrocinó un programa de maestría en hidrología y recursos hídricos, Master’s Program in Water Resources Management and Hydrogeology, fomentando nuevos estudios de protección y recarga de acuíferos locales y urbanos (véase el recuadro 2).
Mientras tanto, en Oriente Medio, investigadores de Israel y Palestina financiados por el IDRC han trabajado en equipo para diseñar el manejo conjunto del "Acuífero del Monte" que comparten. A pesar de que el área de recarga del Acuífero del Monte está casi totalmente en el Banco Oeste, la mayor parte del área de acumulación y los manaderos están concentrados en Israel. Puesto que este acuífero fluye muy rápido, debe hacerse un gran esfuerzo para prevenir que la contaminación se extienda con la misma rapidez. Así pues, los investigadores se vieron obligados a efectuar primero un estudio de las características hidrológicas básicas del acuífero. Desde entonces desarrollaron modelos de producción conjunta sostenible, promoviéndola entre quienes diseñan las políticas en ambas comunidades para su implementación. (En estos países pequeños, tan dependientes de los limitados recursos hídricos, las relaciones entre los investigadores y quienes diseñan las políticas es muy estrecha; en algunos casos es la misma persona). Todas las simulaciones que se exponen aquí muestran la abrumadora ventaja del manejo conjunto de los problemas de agua sobre la producción en competencia y por separado. Las tecnologías escogidas difieren según los casos, pero, en general, las estrategias que se acometen siguen dos caminos: protección y recarga. La protección significa el control de las tasas de bombeo a niveles que no sobrepasen las tasas de recarga y la defensa de los acuíferos mismos contra la contaminación. La recarga puede consistir en cosas tan simples como cavar zanjas o pozos para recoger el agua de la estación de lluvias de manera que se acelere la recarga del acuífero. Otras tácticas de recarga más complicadas comprenden la inyección de grandes cantidades de agua por medio de pozos profundos, en capas permeables, para extraerla más tarde. No es necesario agregar que en cualquiera de los casos es imperioso obtener la información básica y precisa de la hidrogeología local y regional antes de emprender un programa de inversiones en ingeniería remedial. Los resultados de esta investigación fueron reveladores, tanto los éxitos como los fracasos. En general, cada caso proporcionó análisis científicos de las condiciones de los acuíferos, junto con los modelos para manejarlos mejor. En Latinoamérica, como ejemplo típico, la investigación demostró que la sobreproducción y la contaminación están amenazando el suministro de agua en las ciudades. La investigación ha demostrado también que los programas vigorosos de protección y recarga pueden salvar a esas poblaciones, en constante crecimiento, de una inminente y peligrosa escasez; las zonas de fractura en algunas rocas ígneas duras cerca de las ciudades pueden acumular agua suficiente para todos los usos urbanos siempre y cuando el bombeo se maneje cuidadosamente. Por otro lado, los intentos de poner en práctica todo este conocimiento han sido mucho menos exitosos. Nuevamente, los asuntos socioeconómicos, tan escasamente tratados, parecen imponerse sobre los asuntos técnicos ya resueltos. Por ejemplo, en vez de recomendar la forma de mitigar los daños producidos por la sobreproducción habría sido mejor que algunos proyectos investigaran las razones ocultas de ésta. Estas razones podrían incluir nada menos que la economía política de distribuir agua a precios muy por debajo del costo de extracción y entrega. Además, rara vez resulta obvia la forma en que determinadas estrategias para la protección y recarga del acuífero ayudan específicamente a la gente pobre, los verdaderos beneficiarios, en la etapa de diseño, de la mayoría de estos proyectos. Por último, debe decirse que algunos de los casos en que no se puso énfasis en cuestiones socioeconómicas y de equidad (como sí ocurrió), usualmente no se originaron en los países en desarrollo sino en el IDRC y con investigadores canadienses. Por esto se intensificó recientemente la concentración en los factores económicos, políticos y sociales –como se hace evidente en el programa de la Universidad de Costa Rica, lo que representa un correctivo muy apreciado. Lo que todavía nos preocupa (otro tema para la parte siguiente) es por qué quienes toman las decisiones parecen reacios a reaccionar ante los problemas como el agotamiento de los acuíferos, hasta que el problema llega a un punto de no retorno. 2. Tratamiento y reutilización de las aguas servidas Una respuesta más bien obvia y muy antigua a la escasez de agua es reciclar el agua sucia después de usada. Esto quiere decir reutilizar "aguas grises" tratadas después del aseo personal, lavado de ropas y cocina, que puede incluso extenderse, con mucho más cuidado, al uso de las "aguas negras" de los excusados. En algunos sitios el tratamiento de las aguas servidas goza del apoyo de la tradición. En otras partes se ha convertido en una imperiosa necesidad, aunque algunas veces con reticencia. Las estrategias convencionales para deshacerse de las aguas servidas en los países en desarrollo han tomado dos formas: copiar los sistemas con uso intensivo de capital usados en los países industrializados o las variantes primitivas de cloacas abiertas y pozos sépticos. Ninguna de ellas es satisfactoria. Los sistemas con uso intensivo importan tecnologías que son típicamente inapropiadas. Son muy costosas y rara vez benefician a alguien que esté por fuera de los barrios privilegiados de las ciudades principales. Los pozos y las cloacas abiertas, aunque económicos, se desintegran sin un mantenimiento cuidadoso, convirtiéndose en fuentes pestilentes de enfermedades y criaderos de ratas e insectos. Peor aún, ninguna de estas estrategias comienza donde debiera: con la necesidad de darle uso dos o tres veces al agua reciclada. Por ejemplo, la gente del Oriente Medio reconoce ahora que los sistemas de reciclar agua una sola vez ya no son sostenibles. Hoy día muchos países, cuyas fuentes de agua dulce se están agotando, obtienen gran parte del agua para la agricultura a partir de aguas servidas recicladas y tratadas. Pero no es económico rehabilitar el agua con las condiciones necesarias para la agricultura, y sobre todo si se trata de aguas dedicadas a la agricultura de alimentos. Por tanto, es comprensible que se estén llevando a cabo intensas investigaciones para encontrar sistemas de reciclaje de aguas servidas con el propósito de implementarlos en países, pueblos y vecindades de bajos ingresos. El objetivo es siempre satisfacer las necesidades de la salud pública y la nutrición humana sin imponer aún más presión sobre las ya sobreutilizadas fuentes de agua dulce. Las técnicas ensayadas son innovadoras y variadas. Por ejemplo, una investigación auspiciada por el IDRC en Senegal estudió la factibilidad técnica y socioeconómica de explotar plantas acuáticas como la lechuga de agua, para convertir las aguas domésticas servidas en agua apropiada para la irrigación de huertas pequeñas; una investigación similar en Palestina estudió los efectos purificadores de la lenteja de agua. Un proyecto en Egipto ensayó la producción de agua potable sometiendo las aguas servidas a una lenta filtración en arena y a estanques de sedimentación, junto con sistemas económicos de pozos sépticos y de tubos presurizados de diámetro reducido. En contraste, en Camboya se instaló un pantano de alta ingeniería para Battambang (la segunda ciudad, en tamaño, del país) con monitoreo para la efectividad y productividad. Es un sistema modelo, de suficiente tamaño para reciclar las aguas servidas de una ciudad pequeña. ¿Y los resultados? Se comprobó que el éxito de estos proyectos estuvo decisivamente influenciado por las circunstancias y experiencias locales. En Senegal, la lechuga de agua prosperó en una comunidad donde la cosecha del nuevo vegetal se comercializó con utilidades, pero no prosperó en otra. (Como ocurre frecuentemente, los resultados técnicos están mucho mejor documentados y mejor explicados que los factores económicos y sociales. Si parece como una reprimenda a los investigadores, también les proporciona la oportunidad de refinar su campo de estudio para que sea más receptivo a las necesidades de los grupos locales, por una parte, y de los responsables de las políticas, por otra). Como regla general, el reciclaje del agua para irrigación en lagunas o en pozos de oxidación es seguro cuando se hace apropiadamente. Los proyectos en Senegal y Perú, para nombrar sólo dos, no tuvieron ningún riesgo significativo para la salud. Hasta ahora, tampoco se ha podido determinar ningún daño en el medio ambiente, aunque falta por determinar los efectos a largo plazo. Allí donde se hicieron mediciones, se determinó que los riesgos de consumir los alimentos producidos con aguas servidas recicladas son insignificantes. Sin embargo, por los riesgos de utilizar aguas negras, se juzgó prudente el tratamiento únicamente de aguas grises en los sistemas diseñados para pueblos aislados, viviendas individuales o pequeños vecindarios donde no se puede garantizar un mantenimiento sofisticado. Las aguas negras se usan sólo para alimentar sistemas de gran escala. (Vale mencionar aquí que los estudios de eruditos concluyeron que no existe ninguna prohibición general en la ley islámica en contra del uso del agua reciclada, siempre que los desechos sean tratados con anterioridad. En Arabia Saudita se usan con éxito las aguas servidas recicladas). El mantenimiento operacional tanto como el diseño original son determinantes en el éxito del sistema. Se encontró que los pantanos de Camboya y los sistemas de lenteja de agua de Palestina exigen un mantenimiento intensivo. Por otro lado, los sistemas de aguas grises funcionan relativamente sin problemas y son de fácil manejo con un entrenamiento mínimo. En cuanto al estudio económico de estos esquemas, la conclusión general es que aunque los sistemas de alta ingeniería se justifican en un cálculo social de costo-beneficio (donde se tienen en cuenta la salud, productividad y otros factores), lo más seguro es que no se pueda cubrir su costo con las utilidades de los ingresos programados. La venta del agua tratada que se produce, puede cubrir los gastos operacionales, pero no los costos de capital. Este sistema también ocupa una considerable cantidad de área urbana, que es costosa. Por otra parte, para sistemas domésticos o de pueblos pequeños, los ingresos provenientes de la producción hortense adicional, son por lo general suficiente estímulo para que la sociedad local participe; los sistemas de aguas grises generan suficientes ingresos para pagar tanto los costos operacionales como los de instalación. Los sistemas de reciclaje también generan ahorro disminuyendo la frecuencia y el costo del bombeo de los pozos sépticos; en algunos casos son suficientes para pagar todos los costos del reciclaje, aun antes de tener en cuenta los ingresos de las huertas. La respuesta local a la introducción del tratamiento de aguas servidas ha sido ampliamente positiva. Como resultado, la capacidad de construcción es benéfica en dos aspectos. Primero, estos proyectos usualmente pequeños, suscitan intrínsecamente la participación de la localidad en su construcción, uso, entrenamiento y manejo. Segundo, puesto que las autoridades locales y las ONG son ordinariamente ejecutores del proyecto, ganan experiencia no sólo en el manejo de los sistemas sino también en los métodos de investigación, operaciones, salud pública y análisis financiero. En muchos países se ha observado que en el centro de estas actividades hay un fuerte y bien recibido componente de género. Especialmente en África Occidental y en Oriente Medio, las mujeres locales han asumido el papel de liderazgo en las finanzas, operación y manejo tanto de las plantas como de las huertas asociadas a ellas. Este hecho refleja la carga desproporcionada, de buscar y transportar el agua, que llevan las mujeres en algunas sociedades. Sin embargo, la participación local es una condición necesaria, pero no suficiente, para el éxito duradero de los programas de reciclaje de las aguas servidas. Una investigación de seguimiento muestra que si los proyectos son más grandes que el tamaño doméstico y han de funcionar efectivamente por largo tiempo, necesitan el soporte continuo del gobierno. (Lamentable, aunque predecible, la planta de gran tamaño en Camboya dejó de funcionar cuando terminó la financiación del IDRC). La necesidad de la participación del gobierno es este caso es económica e institucional y no técnica; cuanto más grande y costosa sea la instalación, más importante será la colaboración del gobierno. Por un lado, los sistemas grandes requieren organización y sistemas para el presupuesto de los costos y las entradas. Por otro, puede ser necesaria la persuasión (o quizá la exigencia) para obtener la colaboración de aquellos que estaban acostumbrados a eliminar sus aguas servidas gratuitamente – sea en sus propios campos o en cloacas insalubres. Finalmente, se puede pedir a los gobiernos que modifiquen los códigos de construcción o los reglamentos del uso de la tierra (especialmente en el alrededor de las ciudades) para permitir y estimular el reciclaje de las aguas servidas. Pero cuando todos estos atributos estén en operación, el tratamiento y uso de las aguas servidas recicladas contribuirá notablemente a superar problemas de escasez de agua. 3. Manejo de cuencas e irrigación Es sorprendente que se requiera 100 veces más cantidad de agua para cultivar nuestros alimentos que para proporcionarnos agua potable. En todo el mundo, la irrigación utiliza dos terceras partes de toda el agua dulce usada por los humanos. Las tierras irrigadas producen 40% de todos los alimentos que consumimos. Por tanto, la irrigación es vital para nuestra subsistencia. Estos hechos por sí mismos son suficiente razón para un manejo cuidadoso del agua de irrigación, sea que se obtenga de la superficie o del subsuelo por bombeo. Pero existen otras razones importantes para que la irrigación – y en general, el manejo de las cuencas – requieran un manejo local apto y más innovador. En primer lugar, el área irrigada por persona ha disminuido. No sólo el crecimiento de la población ha limitado la expansión de la irrigación, sino que considerables áreas de cultivo han dejado de ser irrigadas debido a la contaminación y la salinidad o por haber quedado englobadas en el área urbana. Segundo, grandes cantidades de la costosa agua de irrigación se desperdicia. En los países en desarrollo, hasta 75% del agua desviada o bombeada para irrigación se pierde por evaporación, filtración, fugas o simplemente por mal manejo. Tercero, la mayoría de las aguas que fluyen por los sistemas de riego, tienen usos múltiples. Un canal de irrigación, por ejemplo, puede usarse también para la piscicultura o para proporcionar agua a los animales, para el lavado de ropa, para deshacerse de desperdicios y algunas veces, aunque no sea aconsejable, como agua potable. El cuidado del agua de irrigación para estos otros usos contribuye a la productividad y a la salud pública. Mejorar el manejo de las cuencas y la irrigación plantea algunos problemas difíciles de equidad y eficiencia, junto con los problemas técnicos en hidrología y agronomía. Los sistemas grandes de irrigación y el costoso bombeo de acuíferos y aguas subterráneas, usualmente requieren grandes inversiones de dinero, que tienden a favorecer a aquellos que lo tienen para invertir. Los granjeros pobres de comunidades remotas y las minorías indígenas pueden encarar obstáculos particulares para hacer valer su voto en las decisiones sobre el manejo y también para participar en los beneficios. Algunos de estos temas surgen en las investigaciones reportadas aquí, que exploran el manejo local del agua de superficie, la de subsuelo y del llamado uso "conjunto" del agua de superficie y de subsuelo como una unidad. Otros asuntos requieren investigación a niveles más amplios. Cabe señalar que se pueden hacer sustanciales ganancias en el uso eficiente del agua para los cultivos en la agricultura alimentada por lluvias y se puede lograr aún mucha más eficiencia en el uso del agua en la agricultura por riego. Las acciones en estas áreas no sólo reducen las necesidades adicionales de agua para el cultivo de alimentos sino que incrementan el campo para el manejo local. Manejo del agua superficial Las investigaciones patrocinadas por el IDRC sobre el agua superficial se concentran, como es comprensible, en las regiones áridas y semiáridas, donde el agua es un factor limitante del desarrollo y donde la mejora en las condiciones de vida dependen críticamente de alcanzar eficiencia en la irrigación. En muchas de esas áreas, el agua tiene múltiples usos satisfaciendo una cantidad de necesidades domésticas y agrícolas. Los proyectos, por tanto, se encaminan al manejo en conjunto del suelo y del agua; y muchos han hecho un examen de los microentornos sobre cómo se las arregla una familia individual para subsistir con la permanente escasez de agua. Algunas de las investigaciones más sobresalientes en este campo se llevaron a cabo en Egipto. En un proyecto los investigadores evaluaron el potencial para mejorar la eficiencia en la irrigación usando las ventajas que ofrece el conocimiento local (véase el recuadro 3). Otro proyecto, llevado a cabo en el implacable desierto de la costa noroeste de Egipto, se enfocó a mejorar la vida de los beduinos locales aumentando la producción agrícola sin dañar el delicado ecosistema. Este proyecto fue una exploración de la dinámica biofísica y humana de la vida en los uadies del Norte de África –los lechos rocosos de los arroyos que se llenan brevemente y reviven durante las raras y pasajeras lluvias torrenciales. Los resultados se agregaron a una interacción exótica de la alta tecnología y el conocimiento local ampliamente probado: sistemas de información computarizada que integran las costumbres de los beduinos con los datos científicos, inventarios de recursos, estadística de la producción de biomasa y consecuencias ambientales, todo para determinar las mejores opciones de manejo.
Los hallazgos fueron iluminadores y perturbadores. Aparecen nuevos conocimientos sobre la provisión de agua superficial, patrones de lluvia, vulnerabilidad ante la erosión, estrategias de nueva irrigación para mantener el número creciente de beduinos sedentarios y sus rebaños. Pero la investigación confirmó también los severos límites de productividad impuestos por la sequía en estos ambientes, con la escasez empeorada por el crecimiento de las poblaciones locales. Esto reafirma la determinante importancia de los factores socioeconómicos en el éxito de las innovaciones del manejo del agua. Una vez más, alcanzar eficiencias nuevas – y mejorar el bienestar humano – va a generar aspectos políticos de participación y consentimiento popular. En resumen, los proyectos de manejo local de las aguas superficiales establecen siempre que la productividad del agua y del suelo en las áreas secas puede incrementarse con nuevas técnicas, entrenamiento extenso y la aplicación de tecnologías nuevas con la experiencia local. En Perú, por ejemplo, los investigadores aplicaron modelos matemáticos a las antiguas prácticas de los incas de irrigar los árboles con vasijas permeables semienterradas que podían llenarse con el agua recogida (este es quizá el primer caso de irrigación gota a gota). El proyecto estaba encaminado a buscar nuevos materiales en permeabilidad y costos, así como métodos para conectar las vasijas con tubería plástica. Lo que queda, en la mayoría de estas situaciones, es desarrollar rutinas sistemáticas para difundir los hallazgos de la investigación y para afianzarlos en las políticas locales y nacionales. Manejo del agua subterránea Hombres y mujeres han estado sacando agua del subsuelo desde los tiempos bíblicos y antes. Para la mayor parte de este tiempo, es lógico, los pozos se limitaban a la profundidad que permitiera cavarlos a mano (muy pocos pasaban de 10 metros), o aquellos perforados (a unas pocas decenas de metros) con fuerza humana o animal. Las máquinas modernas perforan ahora cientos de metros determinando acuíferos y aguas que se desplazan profundamente en el subsuelo y a lo largo del basamento. A estas profundidades se pueden extraer grandes cantidades de agua, suficiente para grandes sistemas de irrigación y para la población urbana. Pero eso también significa que las reservas del subsuelo, por primera vez, están sujetas a una disminución catastrófica y a gran escala. Ahora somos (no por primera vez) víctimas de nuestro propio invento. El manejo inteligente del agua subterránea la convierte en una detallada comprensión de la hidrogeología, geoquímica y otras ciencias relacionadas con las rocas, el suelo y el agua. Más que eso, requiere formas institucionales para prevenir el bombeo excesivo y las perforaciones inadecuadas, y promover la repartición justa del recurso y de los costos de su conservación. En última instancia, el manejo del agua subterránea requiere tanto conocimiento de las comunidades y sus necesidades como de la ingeniería de pozos profundos. Para finales de la década de 1980 se hizo evidente que la rápida urbanización en Latinoamérica estaba sobrepasando los límites del suministro de aguas subterráneas, y forzando la explotación de fuentes cada vez más profundas. Una de las primeras investigaciones con el patrocinio del IDRC demostró que las tasas Sin embargo, se puede presentar una alarmante escasez de agua, aun en áreas en que los volúmenes de los ríos y de la lluvia parezcan abundantes. El desarrollo en la sección del delta del Mekong en Camboya se ha producido con la alegre suposición de que las lluvias del monzón y las inundaciones estacionales del río podían recargar adecuadamente las aguas subterráneas y el acuífero subyacente. Esta suposición estaba errada; la investigación demostró que el Mekong recarga sólo Como en las otras estrategias para el manejo local del agua, las primeras etapas de la investigación de las aguas subterráneas se concentraron en los misterios técnicos de la cantidad y la calidad del agua. Los proyectos posteriores comenzaron a estudiar las relaciones sociales y económicas con el uso del agua – y las políticas del acceso desigual. Por ejemplo, el trabajo de campo descubrió que en algunos pueblos, la desigualdad del ingreso tiende a agravarse por la transición al uso intensivo del agua subterránea. Sólo los granjeros ricos pueden darse el lujo de Manejo "conjunto" del agua Muchas comunidades alrededor del mundo sobreviven de la explotación de los recursos hídricos tanto superficiales como subterráneos – el uso conjunto a menudo alterna con los ritmos de las lluvias de estación. Típicamente, las fincas y las casas sacan agua del subsuelo para prolongar las cosechas después de que se termine la estación de lluvias, pero en algunas regiones el agua superficial es en sí misma el suplemento temporal para los suministros permanentes de agua subterránea. Lo que importa para la salud de las comunidades y la productividad de su agricultura, es cómo se sincronizan, en qué proporción y la secuencia en que se exploten estas fuentes. Las familias de granjeros han practicado el uso conjunto del agua de superficie y subterránea mucho antes de que los investigadores aparecieran en sus fincas. Además, la investigación de la década pasada ha proporcionado valiosos conocimientos nuevos y nuevas técnicas que mejoran los viejos sistemas. Sabemos ahora que la hidrología, los sensores remotos, la geoquímica y la meteorología asistida por computador pueden trabajar con la práctica local para obtener cosechas más abundantes y mejor calidad de vida. Ahora sabemos mejor que nunca que el éxito significa tener en cuenta los detalles precisos de los patrones de irrigación locales, los sistemas de cultivo y los mercados disponibles. Lo que invierte la administración local en la importancia del detalle local tiene una relevancia única en estos entornos. Dos proyectos en la India refuerzan estas conclusiones. El primero se llevó a cabo con unas 10.000 familias tribales muy pobres en tres pueblos en el interior de la meseta de Decca (véase el recuadro 4). El segundo se realizó en el ambiente más húmedo de Bihar Norte, entre granjeros menos pobres y menos dispersos. Gente diferente, diferentes contextos, pero resultados sorprendentemente similares. La producción agrícola aumentó y mejoró la disponibilidad de agua potable más limpia. La conservación del suelo y del agua mejoró con el mejor sistema de irrigación, almacenamiento y distribución. (Cabe señalar que en Siria se alcanzaron resultados comparables pero en un entorno experimental más controlado).
Si hubo alguna desilusión con los proyectos de la India, fue haber fallado en la formación de enlaces duraderos entre los investigadores indios y las agencias gubernamentales de importancia, donde los hallazgos habrían podido tener un impacto institucional permanente. Para que los beneficios se extiendan más allá de las comunidades que participaron directamente en la investigación, los investigadores mismos necesitan involucrar a los funcionarios oficiales a cargo del desarrollo rural y la agricultura (junto con las ONG interesadas) en el trabajo de difusión y enseñanza activa de los conocimientos. La aplicación de los descubrimientos adquiridos con tanta dificultad es una empresa invariablemente de muchas etapas, y de colaboración de muchos socios. Los resultados de la investigación, que sólo aparecen en las revistas académicas, rara vez se convierten en una verdadera investigación de desarrollo.
Editorial : IDRC |
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