Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) Canadá     
IDRC.CA > Publicaciones > Libros > Todo nuestros libros > AGUA: Manejo a nivel local >
 Explorador  
Libros
     Novedades
     Economía
     Med. ambiente y diversidad
     Alimentación y agricultura
     Salud
     Información y comunicaciones
     Recursos naturales
     Cienca y tecnología
     Ciencias políticas y sociales
     Desarrollo y evaluación
    Todo nuestros libros

IDRC en el mundo
Suscripción
Los informes del desarrollo
Libros gratuitos en línea
IDRC Explore Magazine
Actividades de Investigación
 Personas
Bill Carman

Identificación: 21856
Creado: 2002-11-06 9:11
Modificado: 2004-11-15 16:04
Refreshed: 2006-01-28 00:01

Obtenga la dirección del archivo en formato RSS Archivo en formato RSS

AGUA / Parte 3. Resultados: propuestas para dirección e investigación
Prev Documento(s) 5 de 9 Siguiente
David Brooks

Las estrategias del manejo local del agua pueden constituir las alternativas prácticas y en verdad mejores para los métodos centralizados, costosos y a gran escala que dominaron en el pasado – y que con frecuencia no lograron lo que se propusieron. Las estrategias de manejo local ta mbién son valiosísimas como complemento para los métodos de manejo del agua de mayor alcance. Pero no son una panacea. Malinterpretar sus limitaciones e incertidumbres o ignorarlas es arriesgarse a producir daños nada menores que los del pasado.

Los estudios llevados a cabo en las últimas tres décadas (algunos de ellos reseñados en las páginas anteriores) exploraron las expectativas y los problemas del manejo local del agua. Estos estudios han generado resultados reales – lecciones de aplicación inmediata para tomar mejores decisiones y para marcar la ruta de los estudios futuros. Volveremos aquí sobre estos resultados en forma de propuestas cortas. Por conveniencia, las propuestas se dividen en dos listas; la primera dirigida a los asuntos de gobierno y la segunda a la investigación en sí. Sin embargo, en la práctica esta división es sólo un método de organización. Sólo cuando se consideran en conjunto los difíciles asuntos de gobierno y de investigación –cuando el conocimiento y las políticas se informan mutuamente – se puede obtener el potencial máximo del manejo del agua.

Para el gobierno

1. La investigación del manejo del agua puede generar resultados trascendentales para la política y las normas

En el manejo de la escasez de agua, como en la investigación en sí, es erróneo asumir que el conocimiento es neutral. Como un caso puntual, hay que visitar Wadi Allaqi. Los investigadores de la Universidad South Valley en Aswan, Egipto, y la Universidad de Trent, en Canadá, se propusieron estudiar los usos y los valores tradicionales de las plantas indígenas en Wadi Allaqi, el uadi más grande en la ribera este del Lago Nasser. A pesar de las duras condiciones del desierto, esta área estuvo siempre favorecida por una magnífica biodiversidad. Pero la elevación de los niveles del agua producidos por la represa de Aswan la enriquecieron mucho, haciéndola más atractiva para más gente.

La investigación consiguió definir la importancia del suministro de agua para mantener esa biodiversidad. Demostró además que la gente de Ababda y Bisharyn usó siempre la vida vegetal de Wadi Allaqi para su alimentación, medicina, alimentación de sus rebaños, combustible y materiales de construcción. Pero los resultados en sí mismos fueron más que simplemente un proyecto etnoecológico satisfactorio.

Los derechos del subsuelo habían sido poco valorados – e incontrovertibles – hasta ahora, comoquiera que la tierra había rendido apenas para la subsistencia de la gente local. Pero el aumento de los niveles de agua inexorablemente cambió todo. El agua mejoró la productividad de los campos todo eso. Al mismo tiempo, más y mejores carreteras aumentaron aún más el valor de la tierra. Hoy hay excedentes de producción agrícola con provechoso acceso a los mercados externos.

Estos cambios también tuvieron el efecto de estimular a algunos naturales de Ababda y Bisharyn para residenciarse en forma semipermanente en Wadi Allaqi. Pero esta gente vivía de diversas estrategias de crianza de animales, producción de carbón y recolección de plantas medicinales. Esto significaba que debían afirmar los derechos de tenencia en muchas zonas ecológicas locales, para asegurar una producción sostenible en las diferentes actividades.

Los Ababda y Bisharyn tuvieron que reclamar su propiedad comunal de la tierra. La investigación patrocinada por el IDRC, confirmando su presencia continua y tradicional y su trabajo en la tierra por muchas generaciones, suministró la evidencia que ellos necesitaban para probar su caso. En Wadi Allaqi, los nuevos conocimientos orientaron las decisiones de largo alcance para la política y las normas para gobernar la tierra, el agua, y las vidas.

2. Quienes toman las decisiones, con frecuencia no tienen en cuenta a los grupos pequeños ni las pequeñas soluciones. Cometen un gran error

Las personas que toman las decisiones aciertan si buscan las economías de escala allí donde estén disponibles y sean sostenibles. Tampoco vale la pena negar que podría haber una recompensa política si se concentran las energías allí donde haya
posibilidades de un impacto más prominente y más amplio. Aun así, es una mala costumbre (y muy común en este campo) considerar como carentes de importancia las aflicciones de los grupos pequeños –o desaprobar una solución propuesta en un sitio específico que no sea suficientemente costoso o difícil. Hay dos tipos de razones por las que estos son errores graves.

Las primeras son razones de equidad. Sea que un niño viva en un asentamiento repleto de refugiados en las afueras de una ciudad grande, o en un remoto pueblito de aborígenes, tiene los mismos derechos de todos a un agua potable segura y adecuada (véase la figura 4). Hay una clase especial de estrategias de manejo local que pueden formular el problema del derecho con relativa facilidad. Como a todo el mundo lo tratan en la escala de pequeños grupos, no tienen la tendencia a desfavorecer a un grupo en comparación con otro basados sólo en el número. (Otras fuentes de ventaja política – riqueza, etnia – pueden influir en la distribución de la escasa agua, aun en las comunidades más pequeñas. El único punto interesante aquí es que las estrategias
locales para el manejo están relativamente libres de parcialidad a favor de la población).

Figura 4. Los métodos de manejo local son mucho más imparciales en cuanto a la edad, género o capacidad económica.


 

Cuando se recomienda a quienes diseñan las políticas una innovación del manejo equitativo, justo, efectivo económicamente y ambientalmente sostenible, pero de  equeña escala, la equidad exige que reciba la misma acogida que un esquema de gran tamaño que tenga más aprobación pública (y que seguramente costará más dinero).

El segundo argumento fundamenta sus razones en la utilidad. Dirigiéndose a grupos pequeños y soluciones pequeñas se pueden producir al final resultados mejores y más grandes para la mayoría. Anotamos antes que muchos países en desarrollo han alcanzado ya los límites de los proyectos para el manejo del agua a gran escala y de grandes inversiones de capital; ya tienen pocos o no tienen ríos para represar; la intensa irrigación está agotando o envenenando los suelos, y el bombeo excesivo está dañando los acuíferos, en algunos casos para siempre. A pequeña o mediana escala, sin embargo, quedan todavía grandes potenciales en reserva. Por ejemplo, un proyecto patrocinado por el IDRC en el desierto de Jordania encontró pequeños pero útiles volúmenes de agua a profundidades superiores a las de los pozos perforados a mano, que con frecuencia los han pasado por alto los perforadores buscando algo todavía más profundo. Estos acuíferos no van a resolver la escasez de agua de las ciudades de Jordania, pero van a mejorar enormemente la vida de los beduinos y de los habitantes de los pueblos pequeños.

Estos pequeños métodos locales son, en muchos casos, económicos. Son, en general, fáciles de aprender, simples para administrar, y por tanto potencialmente atractivos para la gente que los tiene que usar. Sus efectos ambientales, relativamente benignos, pueden medirse y moderarse. Pueden repetirse en forma virtualmente indefinida con ajustes a las condiciones locales.

La equidad y la practicidad van juntas. Los miembros de las comunidades remotas o pequeñas tienen derecho, como todos, a ser oídos y a que sus necesidades básicas sean atendidas. Por otra parte, las que parecen ser innovaciones sencillas, sorprendentemente pueden producir grandes y extensos beneficios. Los efectos multiplicadores pueden proporcionar nuevas habilidades institucionales a las comunidades innovadoras o mejorar la vida de mujeres y niñas o detener el ritmo empobrecedor de la erosión local. La demostración de los efectos puede ser igualmente llamativa, estimulando a otras comunidades en circunstancias similares para que adopten ideas comprobadas en su propio beneficio. Puede ser que las comunicaciones entre comunidades sean informales pero funcionan bien y con
rapidez.

3. La distribución de los costos y los beneficios del manejo de aguas escasas impone decisiones duras. Tomar estas decisiones y ponerlas en práctica requiere capacidad institucional.

La escasez, por definición, genera descompensaciones. Un litro de agua consumido por una familia o una hacienda es un litro que se le niega a cualquiera otra, por lo menos en una ocasión. Pero el agua tiene otras dos características que hacen que esta solución sea más complicada. Primero, el agua se mueve. Este movimiento hace que haya otras rivalidades que resolver. Cuando la gente que vive aguas arriba contamina o desvía las aguas del río, la gente que vive aguas abajo sufre las consecuencias. Cuando las comunidades de arriba represan las aguas para
mejorar sus cultivos o para evitar la erosión, a las comunidades de abajo se les despoja del suministro de agua dulce. Segundo, fuera del agua perdida por evaporación o consumo en cultivos o productos, el agua usada retorna al ambiente, pero inevitablemente tiene menos calidad. ¿Quién debería recibir qué, cuándo y a qué precio?

La decisión de estas compensaciones se hace más difícil cuando se trata de lo que es esencialmente un bien público, quizá la preservación de la calidad del medio ambiente, o la conservación de un acuífero para las futuras generaciones. En estos casos, el problema no es tanto reconciliar disputas por intereses privados, sino asegurar el interés público contra los intereses privados inmediatos (y potencialmente destructivos). Preservar el río vital contra los contaminadores es un ejemplo de todos los días, con el que estamos muy familiarizados.

La dinámica del mercado puede en ocasiones ayudarnos a resolver las alternativas de la escasez de agua. En otras palabras, perturbar el desarrollo del mercado puede ser doloroso. Subsidiar el precio del agua – venderla a precio inferior al que
cuesta conservarla, colectarla y transportarla – estimula el abuso y premia el desperdicio. Peor aún, los subsidios son extremadamente sensibles a las insidias políticas, la ineptitud administrativa y la corrupción. Lejos de ayudar a los más pobres o a los políticamente débiles, los subsidios favorecen en forma infame a los más ricos y mejor conectados.

Pero no siempre es suficiente tratar los suministros locales de agua como si no hubiera absolutamente ningún manejo. La investigación es clara en este punto. En la ausencia deliberada de estrategias de manejo, la escasez de agua se maneja por defecto, por cualquier facción de la sociedad que tome por la fuerza el control del recurso y su distribución. Esto se aplica especialmente en el caso de las aguas subterráneas. El manejo por defecto siempre recae en la industria, los granjeros ricos dueños de sus tierras o los urbanizadores con financiación o influencias políticas para asegurar el control de las aguas subterráneas o los acuíferos con perforaciones más profundas y con bombas más potentes. Por decir lo menos, el manejo por defecto no aprueba el exame n de buen gobierno.

El buen gobierno es abierto, participativo y responsable. Necesita también buena información, de la clase que le puede suministrar la investigación cuidadosa. Además de tomar decisiones sobre los recursos sostenibles y llevarlas a cabo, el buen gobierno necesita capacidad institucional. Esto incluye la habilidad de reunir y evaluar la información relevante, deliberar, ejecutar las políticas y responder con veracidad a los miembros de la comunidad.

La importancia de la capacidad institucional – en realidad, lo indispensable – es evidente a lo largo y ancho de la investigación. En la escala más pequeña y más simple, la capacidad institucional representa la habilidad del vecindario de construir y mantener una red compartida que almacene y distribuya el agua lluvia entre unas pocas manzanas de la ciudad. Es el foro en el que los pueblos ubicados arriba y abajo de las lomas pueden obtener un aprovechamiento máximo de los arroyos de estación con un mínimo de pérdidas de agua y de suelos. Este es el mecanismo que puede movilizar la inversión de capital de la comunidad en plantas de reciclaje de aguas servidas o en sistemas de bombeo de aguas subterráneas con nueva tecnología. Es la forma de reconocer que el manejo incluye asuntos administrativos y financieros tanto como técnicos, que el mantenimiento regular es tan importante como la construcción inicial y que de vez en cuando se hace necesaria la imposición de los reglamentos. Es donde se delibera y se reconoce la calidad del ambiente
como un valor, y donde los intereses de las generaciones futuras se aceptan y escuchan.

En cualquier sociedad, una medida de buen gobierno es la calidad del tratamiento que se da a los miembros más pobres y vulnerables. Con respecto al manejo local, una responsabilidad específica de la autoridad institucional es la condición de las mujeres, las minorías y los pobres desprovistos de tierra. Esta es la gente que más sufre las dificultades del desgobierno – y las vidas que más mejoran con el buen manejo del agua. Quizá, y no es para sorprenderse, la investigación patrocinada por el IDRC en Egipto encontró que las niñas y las mujeres jóvenes no sólo fueron las más receptivas a la información nueva sobre el agua doméstica sino los agentes más efectivos para el cambio.

Así sea sólo para darle énfasis, vale la pena repetir que el manejo del agua no sólo es la respuesta a la escasez. Las estrategias locales trabajan mejor como complemento de otros dos parámetros: (1) Programas nacionales e internacionales de manejo y conservación de recursos, todo teniendo en cuenta los principios de desarrollo sostenible. (2) La investigación científica y los programas de extensión para desarrollar y difundir la manera de aumentar la eficiencia con la cual se usa el agua, particularmente en la agricultura. Pero el manejo del agua es valioso en todas partes y requiere buen gobierno para hacer realidad su potencial.

4. Hay una ley fundamental para el manejo del agua subterránea y el abastecimiento de agua: Asuma siempre lo peor.

Los problemas invisibles rara vez atraen la atención de los que toman las decisiones hasta que ya casi es – o ya es – demasiado tarde. Esto es natural pero peligroso. Es particularmente peligroso en el manejo del agua subterránea o en los acuíferos, debido a las siguientes dos insidiosas realidades. Primero, los riesgos del desgobierno (por la sobreproducción o la contaminación) son muy altos precisamente porque los primeros efectos del desgobierno son acumulativos, permanecen enterrados, ocultos y son indetectables. Segundo, los problemas en sí (disminución, contaminación), rara vez se hacen indiscutiblemente obvios hasta que resulta difícil o imposible corregirlos.

Esta es la triste historia. ¿Cómo se puede corregir?

La política acertada es asumir desde el principio que la explotación de cualquier acuífero subterráneo o superficial lleva consigo el riesgo de la sobreproducción o la contaminación, y que cualquier daño va a significar un cos to muy alto. La política errada es asumir que todo está bien y desatender las precauciones hasta que se presenta el desastre. El corolario es que se deben destinar, con tiempo, los fondos apropiados y la energía institucional a la investigación y el seguimiento de los recursos – antes de verse golpeados por los problemas. Un funcionario prudente (y
que se proteja) debe pedir a los investigadores que adviertan con anticipación la escasez o contaminación inminentes y que recomienden las opciones para evitar el peligro. (Los investigadores, con la misma lógica, deben publicar sus evaluaciones y
remedios en términos tales que los funcionarios no especialistas y los miembros de la comunidad los puedan aprovechar sin demora).

En las áreas en donde el uso del agua subterránea es relativamente nuevo, existe la tendencia a consumir estos suministros nuevos como si fueran inagotables. El manejo de los problemas invisibles exige especialmente en estos casos programas estrictos de educación pública y disciplina política. Todos los miembros de la comunidad tienen el deber de conocer los peligros y los costos de la  sobreproducción y la contaminación, y los beneficios de la prevención conservadora.

La planeación para lo peor, en el interés público, significa usualmente regular las acciones privadas: interferencia de las perforaciones, inversiones en pozos cada vez más profundos y disposición descuidada de los desperdicios. Aquí también los datos técnicos de persuasión, con decisiones rápidas y prevención vigorosa pueden, todos juntos, mejorar las posibilidades de gobierno exitoso.

5. El éxito en el manejo local del agua requiere, y merece, una estrecha colaboración entre las comunidades y los gobiernos.

La evidencia recogida en el mundo en desarrollo demuestra que el manejo local del agua escasa puede reportar grandes beneficios. La evidencia apunta con la misma fuerza a otra conclusión: las comunidades que ensayan estrategias para el manejo del agua necesitan enlaces con sus gobiernos centrales. Esto es categóricamente (pero no lo único) importante en el manejo de las cuencas y acuíferos que deben ser compartidos con otros. Como se considera en la parte 5, la creación de relaciones coherentes entre el manejo local y las estrategias más amplias para cuencas van al corazón del buen manejo de las aguas.

Algunos ejemplos ilustran este punto.

Una cosa es descubrir por medio de la investigación algunas magníficas maneras nuevas de poner en orden y economizar agua escasa y otra muy distinta poner a funcionar estos descubrimientos en las casas y las haciendas. El gobierno puede estimular la difusión de estos conocimientos nuevos y útiles especialmente en sus agencias y servicios de extensión. Estas ramas del gobierno tienen la organización con la experiencia y los recursos para acelerar la diseminación y promover la educación. Si se difunden los resultados de la investigación y el desarrollo, los gobiernos multiplican muchas veces el valor de los conocimientos nuevos para las comunidades locales. Si se hace esto con las ONG y otros se aumenta la riqueza nacional y el bienestar de los ciudadanos. El papel de los investigadores es crucial como intermediarios del proceso, presentando las nuevas investigaciones a los funcionarios, familias y granjeros, y presentándoselas entre ellos.

Otra función del gobierno es la coordinación y la reconciliación. Cuando el gobierno es abierto, participativo y responsable, está en la mejor posición para equilibrar los intereses opuestos de las diferentes comunidades. También puede reclamar su legítima autoridad para representar los intereses de sus comunidades en las negociaciones con otros gobiernos. En el ámbito doméstico, la colaboración activa entre las comunidades y el gobierno le permite a éste coordinar la explotación de los acuíferos compartidos, por ejemplo, o la recolección del agua para el suministro a más de una comunidad. Internacionalmente, la colaboración gobierno-comunidad puede facilitar la solución pacífica de las disputas sobre escasos recursos de aguas.

De la misma manera, las comunidades se ven bien atendidas cuando los gobiernos fortalecen el manejo local del agua asumiendo la carga de su capacidad de análisis, el manejo financiero y el soporte de infraestructura. En la recolección del agua, por ejemplo, las tecnologías individuales son simples en sí mismas. Pero, como lo demostró la investigación en Jordania y Siria, el manejo de varias tecnologías juntas, como una unidad coherente e integrada, requiere conocimientos relativamente sofisticados. Esto es cierto también para el manejo conjunto de las aguas superficiales y subterráneas, como se confirmó en los estudios en la India. El desarrollo de activos comunales (como el almacenaje y distribución de agua o la distribución del agua para regadíos) puede requerir asesoría profesional de ingeniería o administración financiera. En las comunidades pobres especialmente,
las inversiones en tecnología para economizar el agua probablemente requieren más capital que el que los miembros de la comunidad pueden conseguir. En estas circunstancias los gobiernos pueden responder a las necesidades reales con contribuciones materiales igualmente reales e igualmente urgentes.

Finalmente, los gobiernos responsables y benefactores pueden desplegar su autoridad especial para emitir las reglas sobre la forma de alcanzar armonía y equidad social.

  • Pueden desarrollar y mantener estaciones meteorológicas e hidrológicas en beneficio de las comunidades que dependen de la agricultura.
  • Pueden corregir el error común de estimular demasiado la exportación de productos agrícolas y cultivos de gran escala que desestima a los pequeños cultivadores de agricultura de subsistencia.
  • Pueden ampliar los servicios de extensión de la agricultura, de manera que los agricultores reciban con rapidez la mejor tecnología de punta.
  • Pueden reformar los códigos de construcción y el uso de la tierra, para promover el reciclaje de aguas servidas o el almacenamiento de aguas lluvias en los vecindarios.
  • Pueden promover y financiar apropiadamente la educación de los niños y adultos en los principios y sistemas de protección ambiental y conservación del agua.
  • Pueden redoblar los esfuerzos para mantener la salud pública.

Estas son las cosas que los gobiernos pueden hacer en su colaboración cotidiana con las comunidades, en cooperación con las ONG y otras agencias de educación y activismo. En efecto, estas actividades significan buen gobierno en cualquier país. Rinden testimonio a una sociedad en la cual las dificultades y las recompensas del manejo de la escasez del agua se aceptan conjuntamente, se entienden y se reparten con justicia.

Para la investigación

1. Los datos concluyentes pagan buenos dividendos, aun si los resultados son desalentadores.

El desarrollo sostenible en cualquier campo es una empresa multidimensional, pero la mejor investigación de desarrollo comienza con hechos en el campo: con geología, hidrología, agronomía y las otras disciplinas "duras", en estos casos junto
con algunos análisis económicos y sociales necesarios y básicos. Sin datos firmes pero con ilusiones (aliadas quizá del acérrimo egoísmo) lo más posible es que se tomen decisiones erradas. Por otro lado, el descubrimiento de información básica fresca puede abrir oportunidades y resolver viejos problemas.

El manejo local de los acuíferos en particular se ha fortalecido inmensamente con la cuidadosa investigación geológica e hidrológica para entender las dimensiones de la escasez, y las soluciones disponibles. La in vestigación y el manejo de los acuíferos presentan un desafío especial por su tamaño, su comportamiento y su estructura que se resisten a una definición fácil. Los estudios en Ciudad de México, por ejemplo, mostraron que las suposiciones acerca de la geometría del acuífero estaban completamente equivocadas.

Algunas veces el significado de los estudios se mide tanto por la forma como de repente encajan todos los nuevos modelos, como por la magnitud de cada hallazgo aislado. Los estudios de aguas superficiales en la costa noroeste de Egipto varían mucho, desde las diferencias en la construcción de cisternas y en las costumbres de pastoreo hasta las características del suelo, climatología y los atributos de los recursos, todos integrados con el conocimiento y la cultura locales. La integración de las piezas de datos dispersos refuerzan la confianza en las conclusiones del estudio y fortalecen la persuasión de los beduinos y los funcionarios del gobierno.

Las variables económicas son igualmente notables. En este caso las lecciones son muy directas: los costos y beneficios de una estrategia de manejo del agua en particular, debe calcularse desde el punto de vista de los granjeros o amas de casa y de sus comunidades y no desde la perspectiva del investigador visitante. De otra forma, la adopción de una innovación aparentemente racional es muy posible que se quede corta ante las predicciones optimistas de los investigadores y de los administradores que los patrocinan.

Aun las expectativas mejor cimentadas producen de vez en cuando resultados desalentadores. Pero las decepciones pueden enseñar. Los aldeanos chilenos aceptaron menos de lo que se esperaba los colectores de niebla. Una de las razones para esto fue que desde el punto de vista de los habitantes del pueblo, las redes y las tuberías para la recolección del agua simplemente costaban más en trabajo y dinero de lo que ellos valoraban el agua. Dado que el gobierno estaba dispuesto a llevarles el agua en camiones, dudaban razonablemente del motivo para mantener un sistema que no les ofrecía ninguna utilidad neta. Algunas veces son los gobiernos mismos los que no escuchan. En la urbanización de Latinoamérica, los estudios demostraron que las tasas de bombeo, casi en todos los casos, estaban seriamente subestimadas; pero se continuó con el bombeo excesivo como respuesta a la demanda de agua potable.

El desarrollo de una investigación efectiva busca en última instancia informar una política de información. Pero lo mejor de ella está fundamentado en esta clase de conocimiento básico.

2. La participación y la experiencia locales mejoran las posibilidades de investigaciones exitosas y efectivas.

La participación enérgica de la gente local en la investigación sobre el manejo del agua no es sólo una virtud en principio, sino una necesidad en la práctica, si se espera que el estudio tenga un efecto duradero y significativo. La participación debe comenzar con una comunicación fluida recíproca o entre los investigadores y los miembros de la comunidad de donde estén trabajando. Sin la relación entre los investigadores y la gente local, el estudio se va a perjudicar y los resultados serán incompletos. A menos que la gente participe en el proceso de descubrimiento y aprendizaje, lo más probable (y razonable) es que vayan a permanecer en la indiferencia de los resultados.

Todo esto aboga por la integración de las variables técnicas y socioeconómicas desde el principio hasta el fin, desde el diseño experimental hasta las fases de operación. Las prácticas rutinarias del manejo del agua basado en la comunidad no es algo que debe agregarse al final, sino que debe considerarse desde el comienzo.

Esta estrategia, sin duda, complica el diseñ o y la ejecución del estudio, pero no en forma fatal. El problema de la sobrecarga por la complejidad puede mitigarse si se concibe como un trabajo en muchas fases. Algunas fases pueden enfocarse a los sensores remotos, a los datos de perforaciones o a análisis químicos, y por tanto requieren menos participación del público. Las fases sucesivas en la secuencia (aun si se solapan) pueden adaptarse a las respuestas y enseñanzas locales y a los cambiantes desafíos que estimulan la participación local.

Es un error posponer la participación por mucho tiempo. Los científicos que estudiaron los sistemas de agua en pueblos de Togo, por ejemplo, tuvieron que cambiar hacia otra tecnología cuando la gente les aclaró que la complejidad haría disminuir la tasa de aceptación.

El último punto de participación: la gente debe participar siempre en la decisión de la localización y el diseño del punto de prueba o de la construcción. Nuevamente, esto es más que sólo cortesía, es una necesidad si se quiere que los resultados del trabajo sean confiables e influyentes. En verdad, la experiencia muestra que la participación local no sólo avala el proyecto sino que puede realmente encaminarlo en direcciones sorprendentes y productivas.

3. El crecimiento puede generar economías bien recibidas e intensificar las desigualdades. Se necesita entender los dos efectos.

Lo pequeño puede ser bello, pero un poco más grande puede serlo aún más. Los investigadores a veces encuentran que el costo-beneficio de los métodos tradicionales – digamos recolección de agua en el campo o reciclaje de aguas servidas – pueden agrandar el tamaño de doméstico a vecinal o urbano. En la misma forma, el agua de los techos puede hacerse más efectiva si se instalan cisternas suficientemente grandes como para almacenar el agua de varias casas o de toda la manzana.

Pero la expansión generalmente demanda inversión de capital. Con frecuencia, como en el caso de las instalaciones de aguas servidas a escala urbana, requieren grandes extensiones de terreno. Esto favorece a los que ya tienen acceso al capital o al poder político de la reglamentación del uso de la tierra. Tienden a desfavorecer a los pobres y relativamente débiles. Las investigaciones que no tienen en cuenta estos efectos de desigualdad son incompletas en el mejor de los casos, o peligrosas y desorientadoras, en el peor. 

4. La expansión puede tener éxito donde las instituciones distribuyen con inteligencia las utilidades y los costos.

Imagine un sistema de recolección de agua de los techos, con un sistema de almacenaje suficiente para las familias de toda una manzana. La distribución del agua por familia es más económica y eficiente que si se intentara reunir los mismos volúmenes en forma independiente, familia por familia. Pero necesita arreglos institucionales para comprar y mantener una planta física y asignar las cuotas de agua recogida.

Consideremos una planta de reciclaje de aguas servidas a escala urbana, con el fin de convertir las aguas en agua de irrigación para los cultivos cercanos. ¿Quién debe pagar? ¿Los usuarios de la ciudad, contentos de deshacerse de las aguas servidas pero indiferentes ante el tratamiento eventual que le hagan? ¿O los agricultores, con nuevos recursos hídricos para la irrigación pero con nuevos costos (y restricciones) para el uso? Estos son los costos y beneficios que deben distribuirse por medio del poder institucional de deliberación, decisión y administración, todas estas al servicio de la comunidad que puede carecer de experiencia en colaboración o propósito común.

Más importante aún es hacer notar que la generación de una institución local no significa crear una réplica a escala de sistemas de manejo de aguas más grandes. Todo lo contrario, un manejo local fuerte requiere estructuras, procesos y propósitos que difieren en todo de las estrategias de manejo a escala de cuenca o más grandes. Para ilustrar el caso, citemos, por ejemplo, a los habitantes de la provincia de Guizhou en China; trabajando con los investigadores de la Academia de Ciencias Agrícolas de Guizhou, pudieron construir un sistema urbano de manejo de agua potable definiendo los derechos y obligaciones de todos los usuarios y estableciendo la distribución de los costos y beneficios de acuerdo con las normas locales.

5. Los factores socioeconómicos son siempre importantes, y a veces vitales, en el manejo local del agua.

En casi todos los entornos y circunstancias, la experiencia de la investigación del manejo local del agua establece el siguiente axioma: son los factores sociales y económicos y no los problemas técnicos los que presentan los peores obstáculos – y los mejores instrumentos – para llevar a cabo e implementar los estudios. Los obstáculos son muchos e imponentes; algunos se han sugerido a través de estas páginas. Incluyen la hostilidad cultural contra los métodos de investigación, la reticencia de la burocracia, las divisiones y conflictos políticos, la incapacidad institucional para asimilar o ejecutar el cambio. Pero la capacidad de la gente y de sus comunidades para apropiarse del cambio y explotarlo también es diversa y admirable, aun en las situaciones más desventajosas. La obligación de los investigadores es rastrear estos factores y entenderlos desde el principio como elementos integrales del esfuerzo exploratorio.

Ninguno de estos elementos influye más directamente en el manejo local del agua que las cuestiones de género, y ninguno exige tratamiento más sensible en la investigación aplicada (véase el recuadro 5). En la ciudad y en el campo el trabajo de transporte, almacenamiento y uso doméstico del agua, es casi en todas partes un trabajo principalmente de mujeres (véase la figura 5). Esto no es sólo la labor de cocinar, cuidado de los niños, lavar la ropa y limpiar. Se extiende a la huerta doméstica, la salud de la comunidad y otras actividades sociales y económicas. Por tanto, para entender la dinámica del uso del agua y la conservación, se requiere comprender muy bien lo que esas mujeres hacen y por qué. Cambiar las formas en que se recoge, almacena o usa el agua es equivalente a cambiar la vida de las mujeres, para mejor o para peor. No sólo tienen derecho a tener voz en los cambios, sino que son una fuente indispensable de conocimientos en el tema. Más aún, son participantes esenciales en cualquier intento exitoso de lograr una innovación constructiva. (En Kenia, el proyecto de recolección de agua concebido por las mujeres se organizó de tal manera que ellas pudieran controlar el uso del agua doméstica y de la clínica de salud local). El progreso en el conocimiento en estos entornos debe reflejar los detalles de los papeles diferenciales de los géneros en cada comunidad.

 

Recuadro 5. Participación de las mujeres en la investigación y la acción

Hoy se reconoce que la mujer en las comunidades pobres debe participar en el manejo local del agua y de la salubridad. Ellas trabajan más tiempo que cualquier otro en el agua doméstica y la higiene, y son exper tas. Pero las diferencias culturales en las distintas comunidades y países desafían a cualquier sistema único en el compromiso de las mujeres con el manejo de las innovaciones. En Oriente Medio, los valores tradicionales pueden estar en contra de que las mujeres asuman papeles de autoridad pública.

En un pueblo del delta del Nilo, los investigadores experimentaron con un sistema de “estudio por acción” por medio de dos proyectos de varias fases, con el propósito de mejorar el agua y las condiciones de salubridad. La investigación se extendió por cuatro años, en estrecha colaboración con las mujeres, estudiando las condiciones y prácticas que contribuyen a las enfermedades.

El método es simple en principio: estimular a la gente del pueblo para que identifique sus propios problemas, piense en las soluciones y organice el cambio.

La investigación encontró estrecha correlación entre el suministro insuficiente de agua y salubridad, aglomeraciones, y concentraciones de moscas como vectores de enfermedades. También encontró que los niños tienen mucha influencia en las prácticas de higiene de las casas y que esta información sobre la higiene alteró las técnicas de preparación de los alimentos.

Para organizar el cambio, las mujeres del pueblo identificaron dos problemas para corregir, una tubería rota y un canal contaminado. Arreglaron la tubería, mejorando así la calidad del agua del vecindario, con la ayuda de las autoridades locales y la inversión de su propio trabajo. No pudieron limpiar el canal, derrotadas finalmente por las complejidades políticas y burocráticas para arreglar la recolección de la basura.

Lo más significativo fue quizá que las mujeres y los hombres descubrieron en las reuniones del pueblo, que pueden trabajar juntos, dentro de los límites de los valores tradicionales, para alcanzar beneficios comunes.

Los asuntos institucionales son igualmente importantes en otros campos. Un ejemplo familiar: cuando la toma de agua está ubicada sobre ambos lados de un límite tradicional o formal, el sistema debe organizarse para distribuir los costos y beneficios de su utilización. La alternativa, es la rivalidad para empobrecer al vecino con la consecuente disminución del recurso. De la misma manera, las disputas sobre la propiedad legal y política del agua superficial requieren códigos institucionales y adjudicaciones que sean suficientemente justas y efectivas para conseguir el acuerdo de la comunidad.

Figura 5. En el estado de Michoacán, cerca de Cherán, México, unas mujeres recogen agua de una de las cisternas alimentadas por el sistema de recolección de aguas lluvia de la comunidad.


 

Como se señaló antes, los esquemas que requieren implementar construcciones civiles grandes o infraestructuras muy costosas (represas, embalses y cosas por el estilo) corren el peligro de ahondar las desigualdades políticas y económicas. La gente rica y con poder político tiene la posibilidad de prosperar más con esos proyectos, que los pobres. Los proyectos grandes pueden ser derrotados por su propia complejidad aun donde no acentúan las desigualdades. Ni los pobres ni las comunidades débiles se favorecen cuando los investigadores proponen proyectos de manejo muy complejo. Háganlos simples, al menos al comienzo.

Finalmente, el uso del agua y su desperdicio están muy influenciados por el precio. Todo, desde la salubridad hasta la erosión del suelo, puede depender de lo que la gente pague por el agua (o lo que crea que paga por ella, que no siempre es lo mismo). Los subsidios abiertos y ocultos alteran estos precios reales o supuestos y en la misma forma alteran el comportamiento. Los efectos pueden ser muy malos. Los acueductos municipales podrían entregar el agua "gratis". Pero, si sólo los usuarios ricos estuvieran conectados al servicio del municipio, el subsidio implícito no favorecería a los pobres; ellos quedarían con los precios altos y la calidad dudosa del mercado "privado" – ordinariamente aguadores que llevan el agua en canecas por todo el vecindario. Dejando a un lado los asuntos de equidad, los arreglos de precios como estos pueden alterar dramáticamente los patrones de consumo, la presión sobre el ambiente, y el bienestar privado. Estas interacciones siempre tendrían que ser consideradas por los investigadores.

 





Editorial : IDRC

Prev Documento(s) 5 de 9 Siguiente



   guest (Leer)(Ottawa)   Login Inicio|Empleos|Avisos Importantes|Información general|Contáctenos|Webmaster|Ancho de banda bajo
Derechos de autor 1995 - 2005 © International Development Research Centre Canadá     
América Latina Medio oriente y Africa del Norte África subsahariana Asia IDRC en el mundo